28 SEMANAS DESPUÉS de Juan Carlos Fresnadillo - 2007 - ("28 semanas después")
Casi cuatro años después de que el siempre ecléctico Danny Boyle nos sorprendiera con “28 días después”, una de las películas de zombies básicas de la "zombiemanía" de los 2000 y ya un clásico imprescindible del género y del terror en general, llegó su esperada continuación, “28 semanas después”, dirigida por el español Juan Carlos Fresnadillo, que hacía ya algunos años había debutado con “Intacto”, un destacado e imaginativo thriller de corte fantástico.
Esta segunda parte, como su propio nombre indica, transcurre veintiocho semanas después de su antecesora. Todos los zombies iracundos que atacaron Inglaterra han muerto de hambre y los supervivientes de la masacre se disponen a volver a sus vidas cotidianas en recintos especiales preparados por el ejército de los USA, que para variar ha asumido la protección del país mientras todo vuelve a la normalidad.
Por supuesto, la normalidad no va a llegar. Los protagonistas esta vez son una familia y algunos hombres y mujeres pertenecientes al cuerpo militar y científico de los Estados Unidos que tendrán que unir sus fuerzas para sobrevivir en medio del caos que se vuelve a apoderar de Londres, la ciudad en la que una vez más se desarrolla la trama.
“28 semanas después” es una película de terror muy destacada pero que podía haber dado mucho más. Las escenas de acción de esta secuela son geniales y ya clásicas de referencia del género también, pero los personajes son todos bastante planos.
“28 semanas después” tiene algunas de las mencionadas escenas de acción más imaginativas y frenéticas vistas en los cines en los últimos años en su momento y todavía hoy. Su prólogo es un puro disparo a los nervios: de la calma absoluta el espectador entra casi sin percatarse en una vorágine de sangre, rabia y destrucción pocas veces vista.
Esta primera persecución es, sencillamente, soberbia. Inmejorable comienzo para un filme de terror (aunque recordemos que el de su predecesora también lo fue). Sin embargo, las demás tampoco se quedan atrás: es muy destacada la del encierro multitudinario en el almacén y la posterior matanza descontrolada y, sobre todo, la escena del metro a oscuras con la visión nocturna del arma: da miedo, miedo de verdad y una insoportable angustia.
Hay también otros puntos meritorios: los giros de guión inesperados que ponen a los protagonistas en un lugar radicalmente opuesto al inicial (muy sorprendentes), la violencia descarnada que se utiliza en todo momento o la crítica a los USA y a sus métodos en más de un tramo puntual del filme (como “28 días después”, “28 semanas después” consigue que los propios humanos den más miedo que los infectados).
Por desgracia, a la película le fallan sus personajes: planos unos y otros puros esbozos, cosa que no ocurría en el filme de Boyle. Por otra parte, hay algunas lagunas en el guión (quedan pendientes muchísimas cosas que ni siquiera se explican) y algunos giros forzados (el acceso del personaje de Carlyle –gran interpretación, por cierto- a absolutamente todas las zonas restringidas, la manera en la que los niños escapan de la base...…), mientras que el desenlace es demasiado típico y tópico en su género (y el de la primera parte no lo era).
No obstante, como experiencia de acción y terror esta secuela se ha convertido también en un clásico por sus méritos en este sentido. Además, su equipo está lleno de grandes nombres de la cinematografía española, y eso es magnífico.
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