miércoles, 31 de julio de 2019

ESTELA PLATEADA: PARÁBOLA. STAN LEE Y MOEBIUS CONTRA EL FANATISMO RELIGIOSO


Hay talentos que solamente se cruzan una vez en la vida pero que dan obras inolvidables. Dos de ellos fueron Stan Lee y Moebius, dos de los grandes del cómic que, pertenecientes a mercados radicalmente diferentes, coincidieron en la feria del libro de Anaheim, en California, en 1987, en donde comenzó esta única aventura.

Cuenta Stan Lee que él y Jean Giraud acabaron comiendo juntos aquel día, y que el francés le comentó que le fascinaba Estela Plateada, un personaje que, aunque fue creado por Jack Kirby, Lee amaba y que, por desgracia, no había tenido las grandes ventas de otros suyos.


Tras esa comida, decidieron trabajar juntos y crearon este cómic que nos ocupa: "Estela Plateada: Parábola", una de las más grandes obras de arte de la historia de las viñetas.

Estela Plateada tuvo su propia serie desde 1968 a 1970, pero fue cerrada por falta de grandes ventas y el personaje principal fue condenado, como suele pasar tras estos cierres, a deambular por el universo de Marvel como un secundario ocasional de otras colecciones.


A Stan Lee esto siempre le dolió mucho y, en 1978, volvió a la carga junto a Kirby, con el que creó un universo alternativo donde solamente existían la mencionada Estela Plateada y su enemigo Galactus y que se llamó con el paso del tiempo "Tierra-7888".

En este universo fue donde ambientó años más tarde el cómic que nos ocupa, en el que recuperó la visión original de Galactus como Dios.

Stan Lee, en sólo dos números, ponía en la picota el fanatismo religioso y lo contraponía a la voluntad individual de las personas. El mencionado Galactus, un ser onmipresente, es en realidad casi una excusa para que un predicador de masas llamado Candell se meta a medio mundo en el bolsillo.


La fe enfermiza, la locura fanática, los dogmas, son agarres que los seres humanos, perdidos y llenos de terror por la vida, utilizan para sentirse protegidos, para no pensar, para que se lo den todo hecho y con todas las respuestas ya masticadas.

Estela Plateada, a pesar de ser un ser del espacio condenado a la soledad, demuestra más humanidad que casi todos ellos al tratar de que abran los ojos. El mensaje es claro: la verdadera fe está como he señalado dentro de nosotros mismos, y es por no cuestionar nada por lo que han existido a lo largo de la historia tantos tiranos.


Hay, además, otro retrato en "Estela Plateada: Parábola": el de la soberbia del poder. Galactus, inhumano, sin sentimientos, sin inclinarse al bien o al mal, piensa que la vida de cualquier ser que sea más "pequeño" que él no vale absolutamente nada. 

Su hambre lo justifica todo y usa la vida ajena a su antojo para satisfacerla (y de aquí se pueden extraer multitud de parábolas, nunca mejor dicho).


El dibujo de Moebius es sencillamente fascinante. Su trazo minimalista, su perfecta combinación de sencillez y detalle, su visionaria ambientación onírica, su sentido de la acción, su disposición de las viñetas, el color empleado, hacen de "Estela Plateada: Parábola" una obra única, algo que nunca se ha visto y por desgracia ya nunca se verá en los cómics de Marvel.

Con un desenlace espectacular y revelador, alejado de todo maniqueísmo, este cómic de dos números míticos es una obra maestra de dos grandes creadores que, tristemente, no volvieron a trabajar juntos. Imprescindible.


martes, 30 de julio de 2019

LOS TRES CABALLEROS. SIGUE LA AVENTURA SUDAMERICANA DE DISNEY


La segunda producción de Walt Disney para servir a la política norteamericana de Buena Vecindad con los países de Sudamérica fue "Los Tres Caballeros", otra cinta compuesta de varios segmentos en la que el musical volvía a mezclarse con el documental y la animación con los personajes reales. 

El objetivo es el mismo: dar a conocer diversos aspectos culturales de algunos países del continente sudamericano y sobre todo del vecino México, que en "Saludos Amigos" no había tenido protagonismo.


Hay que decir que este filme mejora con respecto al mencionado; el Pato Donald, que vuelve a ser el protagonista principal, hila las diferentes historias, que son un poco más atractivas y están mejor animadas.

Le acompaña de nuevo el papagayo brasileño José Carioca, que también apareció en "Saludos Amigos", y se les une un nuevo personaje, el gallo Panchito Pistoles, que fue uno de los más populares de Disney en el país mexicano.

La animación también mejora un poco, y los números musicales, protagonizados por estrellas de la época como Aurora Miranda, Dora Luz o Carmen Molina, por lo menos interesan más como el documento que hoy en día son.


En el primer segmento, un pingüino abandona los hielos para vivir en la cálida y acogedora América Latina; el segundo es de aventuras y narra la historia de un niño gaucho que tiene un burro que vuela; en el tercero Donald vuelve a Brasil con Carioca en un viaje animado troquelado (es uno de los mejores cortes por su inventiva); el cuarto representa la fiesta mexicana de la Víspera del Día de Navidad; el quinto es un viaje psicodélico por México muy bien animado (otro de los mejores cortes); el sexto es la canción "You Belong To My Heart" cantada por Dora Luz y animada por el cielo mexicano y la última parte del filme es otro bonito festival animado con Donald y sus amigos bailando en otra orgía psicodélica.


Para muchos "Los Tres Caballeros" es una película infravalorada y para otros es un producto de un tiempo que ya ha pasado y que contiene momentos interesantes. 

Yo me decanto más por la segunda opción, la verdad: hay partes del filme muy bien animadas y con encanto (los pasajes de Donald de juerga por Brasil con Carioca y la llegada de Panchito Pistoles y sobre todo el segmento final con el baile de cáctus son muy buenos) pero el conjunto para mi no pasa de ser una curiosidad, un reflejo de una época muy concreta (los años de la Segunda Guerra Mundial, en los que los USA buscaban apoyos por todas partes) que, como amante de la animación y de la historia que soy, me gusta conocer.

Pero "Los Tres Caballeros" me parece irregular en su conjunto: pertenece a la etapa de crisis de la casa de Disney y a un momento de prioridades absolutamente propagandísticas, y eso se nota. Una curiosidad disfrutable, eso sí.


lunes, 29 de julio de 2019

SALUDOS, AMIGOS. LA AVENTURA DE WALT DISNEY EN SUDAMÉRICA


Entre 1942 y 1949 la compañía Disney realizó un grupo de películas conocidas como "películas-paquete": eran colecciones de segmentos animados con forma de documental para niños, de musical (como "Fantasía") o de pequeñas historias independientes.

Las dos primeras de este grupo de seis películas fueron "Saludos Amigos" y "Los Tres Caballeros" y fueron documentales; las siguientes, las musicales, fueron "Música Maestro" y "Tiempo de melodía", y las dos últimas fueron "Bongo & Mickey y las Judías Mágicas" y "El Señor Sapo & La Leyenda de Sleepy Hollow". 


A pesar de ser todas ellas en mayor o en menor medida rarezas, todas pertenecen al canon oficial de Largometrajes de Walt Disney Company y a la lista de Los Clásicos de Walt Disney, y todas son producto de la crisis económica que atravesó el estudio aquellos años debido a que se había expandido a Europa justo antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial y también de los problemas que tenía la compañía con sus conocidas huelgas de trabajadores.

En 1950, con "La Cenicienta", Disney volvería a recuperar su gloria animada en el campo de los largometrajes y de los éxitos.


En 1941 el Departamento de Estado de los Estados Unidos encargó a Walt Disney un Tour de Buena Voluntad por diversos países de Sudamérica como parte de la política de Buena Vecindad norteamericana para que produjera películas especiales destinadas al continente sudamericano que fueron financiadas con fondos federales.

"Saludos Amigos" fue la primera de estas películas, y consta de cuatro segmentos en los que, a modo de documental para niños con partes musicales y mezclando la animación y los personajes reales, muestra algunos de los paisajes, costumbres y bailes folclóricos de Perú, Chile, Argentina y Brasil, los cuatro países en los que la cinta se centra principalmente.


En la primera historia, el Pato Donald viaja por el Lago Titicaca y, cómo no, se mete en problemas y hace un poco el payaso; en la segunda, un avioncito llamado Pedro realiza un viaje por Chile y vive varias aventuras; en la tercera el habitualmente cargante Goofy hace también el payaso ataviado como un gaucho argentino y en la última de todas Donald vuelve  a ser el protagonista y visita Brasil a ritmo de samba con el papagayo José Carioca, uno de los personajes clásicos menos conocidos de Disney pero que al parecer en el país brasileño llegó a alcanzar en popularidad a los propios Donald y Mickey Mouse.


"Saludos amigos", la sexta película de la lista de Los Clásicos de Walt Disney después de "Bambi", hoy en día es un filme sin ningún interés.

Sólamente a las personas que están muy interesados en la historia de la animación o en la historia de las relaciones entre los USA y Sudamérica puede llamarle algo la atención: la película es una de las más flojas de toda la historia de Walt Disney y ha envejecido fatal (como documentales no valen ya mucho sus historias, y sus mensajitos moralizantes resultan pesados y tontos hoy).


Sus cortometrajes son por otra parte muy irregulares y repetitivos (el del avión chileno, sin ser una maravilla, posiblemente sea el mejor de todos), mientras que la animación que exhibe no es ni de lejos de las mejores del estudio (recordemos que estaba en crisis en aquellos años) a pesar de mezclarse con la imagen real. 

Película para completistas y poco más, pero siempre curiosa y representativa de una etapa de la historia de la compañía animada más famosa de todos los tiempos.


jueves, 25 de julio de 2019

UN AÑO DE IMAGEN CORPORATIVA. GRACIAS


Hace ya un año que mi novela corta "Imagen Corporativa" salía a la venta de la mano de la editorial "El Transbordador". 

Mi carrera literaria no pudo haber comenzado mejor: con el apoyo de toda mi gente querida y con los consejos de dos grandes editores, Pilar Márquez, que me sugirió el desenlace de la novela y que la enriqueció con una perspectiva que la hace redonda, y Miguel Ángel Villalobos Gómez, de cuya autoría es el título, con un juego de palabras genial.

Desde entonces, he publicado tres relatos más, también enmarcados en el género del terror y el "weird", que creo que están cargados de posibilidades para poner en la picota la complicada realidad en la que vivimos: "Crímenes contra la humanidad", "El Caso Planta Carnívora" y "Trabajar por objetivos".

Sigo adelante, escribiendo cargado de ilusión y dando las gracias a todas las grandes personas que han estado aquí conmigo y a todas esas otras grandes personas que he conocido a raíz de sus buenas reseñas de esta novela de terror corporativo y de sus palabras de aliento.

Gracias. 

miércoles, 24 de julio de 2019

GIGANTOMACHIA. UN DIGNO CUENTO CONTRA LA GUERRA DE KENTARO MIURA


GIGANTOMACHIA de Kentaro Miura (De 2013 a 2014) - ("Gigantomachia")

Kentaro Miura es un autor tan adorado como criticado. Criticado, no porque su obra sea mala, sino porque la principal de ellas, "Berserk", lleva desde 1989 sin terminar y sujeta a continuos atrasos y parones.

No en vano, algunos le llaman ya "el George R.R. Martin del manga", aunque hay otros cuantos por ahí que se ganarían sin problemas este título.

En uno de estos mencionados parones, entre 2013 y 2014, publicó "Gigantomachia", una obra corta y autoconclusiva que en España tenemos en las estanterías desde hace pocos meses.


Tengo que decir que me ha parecido, en general, notable. Corta pero directa y concisa, imaginativa, bella y lírica y con una muy bien cuadrada economía de medios (amén de un dibujo "marca de la casa", es decir: totalmente espectacular).

Miura se inspira en la mitología grecolatina para construir una historia post-apocalíptica ambientada en un futuro muy lejano en el que la humanidad se ha fusionado con otras especies en delirantes parajes de fantasía pesadillesca.

La original estética y la ambientación de "Gigantomachia" me recuerda mucho a cómics como "El ataque a los titanes" de Hajime Isayama o "Nausicaä del Valle del Viento" de Hayao Miyazaki.


Una pareja de protagonistas con un gran carisma (un guerrero llamado Delos y una joven con poderes llamada Prome) y que se complementa perfectamente vaga por este mundo y se topa con uno de sus originales pueblos, que está en guerra contra un brutal y tiránico imperio humano.

El creador de "Berserk" se vale de estas premisas para construir una fábula sobre el cambio y los ciclos de la naturaleza y de las especies, sobre el cuidado del planeta y, especialmente, sobre los horrores de la guerra, uno de los asuntos centrales también de su obra más conocida.


En un ambiente de violencia y de genocidios, de guerras interminables, de injusticias y matanzas entre razas diferentes, sólo el perdón puede acabar con el odio y con la brutalidad: el perdón que proviene de la empatía, de comprender que el enemigo es una persona presa también de circunstancias que no puede controlar y que sufre tanto o más que uno mismo.

Sin ser un dechado de originalidad, "Gigantomachia" funciona por el buen hacer de Kentaro Miura, que parece haber tomado de buena gana otro más de sus respiros de la mencionada "Berserk" para preñar de cariño una historia sentida, con sorpresas, agridulce y melancólica pero muy bien llevada y desarrollada para estar contenida en un sólo tomo.


El dibujo, como he dicho, es absolutamente espectacular. Las extrañas criaturas, a caballo entre lo fascinante y lo grotesco (otra de las marcas de la casa de este creador), los cautivadores escenarios y sobre todo las luchas de gigantes, espléndidamente coreografiadas, con potencia a raudales, hacen del disfrute de este cómic un disfrute verdaderamente delicioso.

"Gigantomachia" no es un manga imprescindible, pero como cuento de aventuras con mensaje moral funciona, y muy bien. Y, sobre todo, sabe cautivar en muy pocas páginas con propuestas llenas de buen hacer y con una estética de una originalidad y calidad intachable. 



Eso sí, no podemos evitar pensar, tras disfrutarla, en ese "Berserk" que lleva treinta años muerto de risa, dando vueltas y vueltas sobre unas tramas y sub-tramas que no hacen más que aumentar y perder calidad poco a poco y, lo que es peor, sin visos de terminar de una vez.

Creo que el manga de Gatsu y sus amigos se ha convertido en la bendición y a la vez en la maldición de este autor.


lunes, 22 de julio de 2019

BICHOS. LOS SIETE SAMURÁIS SEGÚN JOHN LASSETER


BICHOS de John Lasseter y Andrew Stanton - 1998 - ("A bug's life")

Entre el primer y el segundo "Toy Story", los estudios de Pixar desarrollaron "Bichos", una de sus películas injustamente más olvidadas, eclipsada por otros éxitos (merecidos) como la misma "Toy Story", "Buscando a Nemo", "Los Increíbles", "Wall-E" o "UP".

Versión libre y desprejuiciada de la obra maestra de Akira Kurosawa "Los Siete Samuráis" en un mundo de insectos, "Bichos" es otro habitual canto a la amistad, al compañerismo y a la justicia que, además, exalta la valentía de la persona que se atreve a diferenciarse del resto de "la masa" (una hormiga en un hormiguero, gran metáfora).


John Lasseter vuelve a ponerse a la dirección junto a Andrew Stanton, que sería a partir de ese momento uno de los grandes valores del estudio, para entregar una joyita de la animación igual de fascinante que el mítico "Toy Story" que en 1995 lanzó a su compañía de dibujos a las estrellas.

Volvemos a encontrar una animación fantástica de unos personajes personalísimos (valga la redundancia), unos escenarios magníficos y unas escenas de acción y de "combates" antológicas.


Todo por supuesto perfectamente equilibrado en una trama en la que no falta aventura, humor (inteligente y tanto para niños como para adultos, marca de la casa), amistad y romance y que, por supuesto y como es también marca de la casa, cuenta con diálogos irónicos, con gags memorables y con homenajes cinéfilos por todas partes.


Y no hay que olvidar su mencionada galería de personajes, la inolvidable visión de Lasseter de los "Siete Samuráis" que habrán de salvar a las hormigas oprimidas de sus tiranos, los vagos y aprovechados saltamontes. 

"Bichos" es una película de Pixar que hay que reivindicar y que creo que no debería estar tan olvidada en comparación con sus hermanas de estudio.


sábado, 20 de julio de 2019

LA BROMA ASESINA. UN ESTUDIO MAGISTRAL DE LA LOCURA Y EL TRAUMA


LA BROMA ASESINA de Alan Moore y Brian Bolland - 1988 - ("Batman: The Killing Joke")


Tal vez no sea "La broma asesina" la obra más indicada para introducir en mi blog a Alan Moore, que por otra parte tiene tantas grandes obras que hacer una elección entre ellas siempre resulta difícil, y más estando por ahí cosas como "Watchmen", "La Cosa del Pantano" o "From Hell".

Sin embargo, sí que creo que viene al caso porque hace poco que el de Northampton ha anunciado que abandona los cómics para dedicarse a otras facetas suyas como la literaria o la musical (que también está ahí) y, además, en breve se estrena esa enigmática película del Joker en solitario que DC ha rodado separada de su universo cinematográfico.


"La broma asesina", corta, concisa, directa, me parece una obra maestra. Escrita por Moore y dibujada por el inmenso Brian Bolland en 1987, se adscribe a esa línea de revisiones y relecturas de los superhéroes clásicos que rompió moldes y cambió el género para siempre a finales de los años ochenta (el Daredevil y el Batman de Frank Miller o, fuera de los circuitos habituales, el mencionado "Watchmen").

Este cómic surge al parecer de un intento fallido de Moore y Bolland de juntar en un especial a Batman con el Juez Dredd. Y hace algo que todavía sigue siendo extremadamente polémico: retomar y ampliar el origen del Joker.


Yo creo que en 1987 ya era hora de hacerlo, de atreverse con esto, y creo que aquí lo clavan. Sencillamente, lo clavan.

No se me ocurre mejor forma de contar de nuevo la historia del payaso psicópata y de articularla para que quede perfectamente coherente con el tono del cómic y, además, siendo fiel a aquel primer origen que Bill Finger, uno de sus creadores junto con Bob Kane, le diseñó.

El punto de partida del Joker de Moore y Bolland es triste, brutal, patético y crudísimo. Da verdadera lástima y da verdadero miedo. Y, retratado en las nuevas ediciones en blanco y negro con tonos rojos centrados en objetos concretos que se van haciendo más fogosos, es una auténtica delicia.


Tim Burton, que también tuvo su papel a la hora de cambiar el concepto de superhéroe en el cine en 1989 con su primer "Batman", dijo de "La broma asesina" que fue el primer cómic que le encantó.

Y se nota, porque el concepto, valga la redundancia, de este Joker nuevo, lo tomó él para el suyo, ese dandy de Jack Nicholson que, polémico y siempre discutido, fue un payaso genial que bebió muchísimo del villano que hoy nos ocupa.


También es magistral el situar a Batman y al Joker al mismo nivel: los dos tuvieron pasados terribles, los dos acabaron destrozados y los dos son caras diferentes de una misma y ambigua moneda. 

"La broma asesina" es un cómic que explora de forma magistral el asunto de la locura. Hace un estudio lúcido y redondo sobre las consecuencias del trauma en las personas, eso que destruye de un golpe seco una vida ordenada, llena de certezas y seguridades, y la hunde en el puro absurdo de una existencia incontrolable.

El Joker, adscrito a esta locura como forma de supervivencia, trata de que Batman y el comisario Gordon vivan su experiencia y le den la razón de una forma retorcida y demencial. Aquí, entran en juego los dos tipos de justicia que se enfrentan en la trama, que llegan a poner al lector contra las cuerdas al sugerir que Batman podría también estar loco como su enemigo más "querido".


Violenta, sin concesiones, siniestra y extremadamente lúcida en su estudio social y psicológico, "La broma asesina" es uno de los mejores cómics del Hombre Murciélago de la historia y un punto de inflexión que marcó a los personajes de su universo para siempre.

Su dibujo, su narrativa, su color (en las nuevas ediciones, aplicado por el propio Bolland, es soberbio), su ritmo, su mensaje que huye de las simplezas y los maniqueísmos y su desenlace (de puro infarto, una genialidad) la convierten en una creación magistral. Otra más de Alan Moore.


viernes, 19 de julio de 2019

LA MALA HORA. LA NOVELA MÁS POLÍTICA DE GARCÍA MÁRQUEZ Y LA MÁS OLVIDADA


Si hay una novela de Gabriel García Márquez que ha quedado totalmente olvidada, esa es "La mala hora", su tercera obra tras la inmortal "El coronel no tiene quién le escriba" y la inmediatamente anterior a la también inmortal "Cien años de soledad".

Tal vez por ser algo atípica, por no tener grandes elementos de Realismo Mágico, por ser extremadamente política (la que más del autor colombiano) y por estar encajada entre dos obras maestras, haya quedado tan apartada dentro de una obra conjunta gloriosa.


En ella, volvemos al pueblo fluvial en el que transcurre la mencionada "El coronel no tiene quien le escriba" y retomamos a algunos de los personajes secundarios de ésta novela, que ahora son principales.

El coronel no aparece aquí, ni tampoco su mujer, y no sabemos exactamente si ocurre antes o después de su brutal historia, pero las pistas dejan claro que los hechos de ambas novelas son muy cercanos en el tiempo.

Volvemos a ese clima de podredumbre moral que ha dejado la guerra civil en la Colombia de su momento. La censura campa a sus anchas (política y religiosa), la desconfianza es total entre los vecinos, las clases más pobres pagan el pato y el ambiente es asfixiante.


Y, para colmo, aparecen en el pueblo unos pasquines aleatorios en los que, cada cierto tiempo, se desvela el secreto de alguien del lugar. Irónicamente, estos secretos no son secretos: todo el mundo conoce todos los trapos sucios de todo el mundo, quién se acuesta con quién, quién se aprovecha de quién, quién especula con qué.

Sin embargo, estos pasquines están a punto de destrozar el ambiente de paz en equilibrio que reina, paz que se ha conseguido callando al bando perdedor y dando al ganador todos los privilegios.

El inicio de la novela es espectacular. Tienen que leerlo (no voy a revelar nada). Y el desarrollo, compuesto de estampas vecinales que van retratando el lugar y completando a lo que se dijo de él en "El coronel no tiene quién le escriba", es perfecto: equilibra todos los momentos con ritmo y redondea a unos personajes inolvidables.


Recuperamos de la novela del coronel al padre Ángel, al doctor Giraldo, al cabrón de don Sabas, a los sirios de los almacenes del puerto, y se introducen a otros nuevos y muy interesantes.

Todos son profundamente humanos, y todos se mueven muchas veces entre lo bondadoso y lo egoísta, entre el fanatismo y la racionalidad, entre lo magnánimo y lo brutal.

El padre Ángel es un fanático religioso que vigila a los vecinos que van a ver las películas prohibidas por el régimen al cine pero que en su fuero interno se preocupa, aunque sea de forma paternalista e intransigente, por los problemas de su parroquia.


El doctor Giraldo se indigna por lo que ocurre a su alrededor, pero parece abotargado muchas veces por la pasividad. El dentista es valiente como nadie, y es de los pocos que vive abiertamente en contra del nuevo gobierno, pero solamente desde la actitud pasivo-agresiva que puede permitirse.

La viuda de Montiel asiste perpleja a un cambio de sistema que la ha enriquecido pero que la ha dejado sola en el pueblo, con sus hijos en Europa y su marido muerto y ella despreciada por todos.

Y don Sabas, uno de los caracteres más repulsivos de "El coronel no tiene quién le escriba", sigue aquí haciendo de las suyas y enriqueciéndose con la desgracia de los demás.


Hay un personaje que creo, sin embargo, que es el más interesante: el alcalde. Ambiguo, chulesco y soberbio, a veces lógico, a veces un auténtico ser mezquino, trata de llevar el pueblo que dirige lo mejor que puede pero siempre desde sus propios intereses y, para colmo, tratando de dignificar a su partido.

Es un personaje tremendamente humano porque refleja, pienso, las inconsistencias de cualquier tipo de ideología, las hipocresías de cualquier dirigente, que quiere ganarse a sus vecinos con gestos puntuales pero que no renuncia al poder ni a la riqueza en ningún momento.


Muchos de estos caracteres ya aparecieron, por cierto, en varios de los relatos de "Los funerales de la Mamá Grande", donde García Márquez ya delineaba su universo y su ciclo de Macondo, que comenzó con "La hojarasca", su debut.

Hablando de Macondo, hay que decir aparece mencionado varias veces, como en "El coronel no tiene quién le escriba". Sin embargo, el pueblo de estas dos novelas no es Macondo, si bien, por las pistas que se dan en ambas, las dos localidades han de ser geográficamente muy cercanas.


García Márquez consigue hacer de este lugar un personaje más y, como en su segunda novela, una alegoría de la situación política que retrata: un pueblo pequeño, cerrado, donde todos se conocen y se vigilan, oscurantista, dominado por la religión y, sobre todo, agotado por un calor atroz que deja las calles desérticas en sus peores horas y que simboliza perfectamente la opresión en la que todos viven.

"La mala hora", una de las obras más políticas del gran escritor colombiano, es también una de sus mejores novelas y, como he dicho, la más olvidada. Creo que es preciso reivindicarla porque no merece estar en el segundo plano en el que está.


miércoles, 17 de julio de 2019

CIUDADANO KANE. EL INICIO DE UNA CARRERA FULMINANTE Y COMPLICADA


Niño prodigio, Orson Welles “echó los dientes” en el mundo de la narrativa. Ya recitaba a Shakespeare a los cinco años, a los quince se hizo con el premio de la Asociación Dramática de Chicago por su montaje de “Julio César”, antes de los veinte ya trabajaba en el teatro y como periodista y a los veinticinco rodó su primera película, “Ciudadano Kane”, con la que cambió para siempre la historia del cine. 

Orson Welles fue un renovador incansable del lenguaje fílmico que utilizó en sus revolucionarios filmes medios ya conocidos pero dándoles un nuevo sentido nunca antes encontrado.


De su “propiedad” son el empleo dramático del plano general, un cuidadosísimo detalle en la utilización de la profundidad de campo con objetivos de foco corto que le permitieron la toma por igual de todos los planos y distancias, su asombroso uso de la técnica del gran angular, la significación expresiva conseguida por medio de la grúa, los decorados con techo o la pura intencionalidad en los juegos de luces y sombras.

Declarado “enfant terrible” en Hollywood tras el escándalo que le supuso su debut, Orson Welles se fue paulatinamente desvinculando de la gran industria y, cuando trabajó para ella, tuvo siempre muchísimos problemas con sus productores.


También se vio obligado a ejercer como actor en puros encargos para financiarse sus propias películas, algunas de las cuales fueron puros filmes independientes adelantados a su época. 

Orson Welles, que cuando contaba tan sólo con veinticuatro años había retransmitido extractos de la novela “La guerra de los mundos” de H.G. Wells en la radio y había hecho creer a media Norteamérica que los extraterrestres habían invadido la Tierra, fue contratado por la RKO para que dirigiera precisamente la adaptación cinematográfica de dicha novela de ciencia ficción.


Pero Welles no hizo caso de lo que le propusieron y trataron de imponer y se las ingenió, utilizando su fama y su prestigio, para terminar finalmente rodando “Ciudadano Kane”, una película que revolucionó el cine para siempre.

En el gran periplo del millonario Charles Foster Kane se vieron los techos de los escenarios por vez primera, se explotó el tremendo poder dramático de los picados y de los contrapicados, se experimentó con los fondos para conseguir una profundidad nunca antes vista y se logró una ambientación tenebrista perfecta con el uso dramático de la iluminación.


También, el primer plano, el plano medio y el fondo se enfocaron simultáneamente para que el ojo humano pudiese concentrarse sin problemas en cualquier parte de la imagen y se estructuró una trama que saltaba de un lado a otro constántemente por medio de flashbacks y que construía el retrato del protagonista principal basándose en las impresiones corales de todos los que le rodearon en vida.

No sólo estos logros encumbraron al debut de Welles tras las cámaras: el reparto, encabezado por él mismo en uno de sus papeles más memorables, es genial de principio a fin, al igual que la meticulosa, crítica, cruda y casi brutal disección que el filme propone sobre la corrupción del poder, sobre la grandeza y lo efímera que resulta y sobre la inocencia perdida en la gran sociedad capitalista norteamericana.


Orson Welles, además, siempre atrevidísimo y despectivo con las concesiones, retrató en el personaje de Charles Foster Kane, el multimillonario solitario e interiormente frustrado, al gran magnate William Randolf Hearst. 

De hecho, “Rosebud”, la palabra del filme que articula toda la trama, era el nombre que este millonario le daba a la vagina de su amante, la actriz Marion Davies. 


Hearst, por supuesto, intentó prohibir la película a toda costa y, cuando comprobó que no podía conseguirlo, trató por todos los medios desacreditarla públicamente y logró que se proyectase mayoritariamente en circuitos de segunda. 

Tal vez por ello “Ciudadano Kane” fue un fracaso de taquilla que a Welles le costó su independencia creativa. Fue revalorizada, como tantas cosas, mucho más tarde, con el paso del tiempo. Empezaba aquí, de todas formas, una de las grandes carreras del cine norteamericano.