lunes, 31 de mayo de 2021

EL ESPÍRITU DEL ESCORPIÓN. EL EXILIO ESCALOFRIANTE DE UN GENOCIDA

EL ESPÍRITU DEL ESCORPIÓN. LA MÁSCARA DEL GENOCIDA DE SREBRENICA de Fernando Llor y Pablo Caballo - 2018 - ("El espíritu del escorpión. La máscara del genocida de Srebrenica")

Hace poco he descubierto un cómic fascinante: "El espíritu del escorpión". De dos españoles, además: Fernando Llor, al guión, y Pablo Caballo, al dibujo. 

Ambos autores nos sumergen en uno de los hechos más sangrientos y escalofriantes de la Guerra de los Balcanes (como si no los hubiera): la Matanza de Srebrenica, también conocida como el Genocidio de Srebrenica. 

En julio de 1995, en la región bosnia de Srebrenica, 8.000 bosnios musulmanes fueron brutalmente asesinados por serbios bosnios al mando del general Ratko Mladic y bajo las órdenes del político Radovan Karadzic, que entonces era presidente de la República de Srpska.

La historia de la antigua Yugoslavia, de los pueblos que la habitaban, de la mencionada Guerra de los Balcanes y de cómo terminó y en cuantas nuevas naciones acabó dividido el viejo conglomerado es larga de contar aquí. Y tampoco es mi objetivo. Baste saber que Radovan Karadzic fue uno de los peores genocidas de la historia europea y que se dictó sobre él una orden de busca y captura el 11 de julio de 1996 que no se cumplió hasta que lo atraparon el 21 de julio de 2008.

Y aquí vamos con lo interesante de esta historia: Karadzic pasó todo ese tiempo, más de una década, transmutado en un hombre de apariencia sosegada y bondadosa llamado Dragan Dabic, un hombre que vivía tranquilamente a las afueras de Belgrado y que se hacía pasar por un gurú energético que era, además, solicitado y querido por sus pacientes.

Fernando Llor explora, con inteligencia y dolorosa ironía, las relaciones que existen entre la figura del mencionado gurú y la del genocida. En este caso, son la misma. Y por medio de esta metáfora real explora también, valga la redundancia, la necesidad de las personas de adorar a alguien, de poner en las manos de un desconocido su destino.

La protagonista de "El espíritu del escorpión" es Jasmina, una mujer que no se puede quedar embarazada y que recurre a él y a sus sesiones espirituales para poder superar su problema. La relación entre ambos se tornará siniestra y enfermiza, pero reveladora.

El gurú y el dictador, el gurú y el asesino, el gurú y el político charlatán. Karadzic y Dabic son la misma persona y ambos tienen un lugar en una sociedad que necesita, de una forma u otra, líderes inmediatos, inefables, inmortales incluso. 

El retrato psicológico y social de Llor, que salta del pasado al presente sin cesar en su ágil trama, es magnífico, y el dibujo en blanco y negro oscuro, onírico pero realista de Pablo Caballo ensalza este retrato en un ambiente crudo, de posguerra sombría, de mundo estancado, en pleno siglo XXI, en la superstición, en la defensa de lo indefendible, en el fanatismo.

"El espíritu del escorpión", lleno de escenas crudas en todos los aspectos, es un cómic genial, lúcido, revelador, necesario y doloroso. Maravilloso equipo han hecho Fernando Llor y Pablo Caballo. Dos carreras que hay que seguir, vaya que sí.

viernes, 28 de mayo de 2021

JOY DIVISION. PLACERES Y DESÓRDENES. UNA MAGNÍFICA COLECCIÓN DE ENSAYOS

JOY DIVISION. PLACERES Y DESÓRDENES de varios autores - 2018 - ("Joy Division. Placeres y desórdenes")

Joy Division fue una de las bandas más particulares, inimitables e inclasificables de la historia de la música. Ha influido en generaciones y generaciones de artistas (y sigue influyendo) y, aunque ha dejado su impronta única bien marcada, nadie ha podido copiarla en ningún aspecto. Son intransferibles.

Joy Division, además, es tristemente famosa por el suicidio de su vocalista, Ian Curtis, cuando tenía solamente 23 años. Eso, con todo lo contradictorio que pueda tener, tuvo mucho que ver también en que se convirtiese en un mito de forma definitiva. 

En el mundo de la música, las muertes tempranas dejan huellas en todos los aspectos: ha pasado con infinidad de artistas y de grupos, desde los mismos Rolling Stones hasta The Doors pasando por Janis Joplin, Jimi Hendrix, Nirvana o Amy Winehouse.

Errata Naturae editó en 2018 este fantástico libro, "Joy Division. Placeres y desórdenes", donde reunió una variada e interesantísima colección de ensayos cortos sobre esta formación de Manchester que, tras la referida muerte de Curtis, acabó transmutándose en otra igualmente mítica y revolucionaria: New Order. Algo que también es difícil de lograr (y que da fe de que el talento de Joy Division estaba en todos sus miembros, no solamente en el mencionado Curtis).

Como siempre hago en estos casos, me voy a limitar a comentar los ensayos que se incluyen en estas páginas. De esta banda hay material interminable, y de grandes expertos (cosa que yo no soy). 

Sí que voy a comentar que, como esperarán, me encantan Joy Division. De breve y rompedora vida, fue un grupo que tendió un puente entre épocas y que expresó como nadie la depresión de la edad moderna y en concreto de esa Inglaterra y sobre todo de esa Manchester de finales de los setenta y principios de los ochenta de falta de oportunidades y de empeoramiento de condiciones laborales, de frustración vital, de familias obreras aisladas en barrios sin personalidad y en paisajes industriales destrozados. 

Sus letras, enigmáticas muchas, hablan de todo esto y de más: de las consecuencias emocionales de este entorno insalubre que devoró al propio Curtis pero en el que también floreció un arte musical revolucionario (Joy Division, New Order, Happy Mondays...) y también de juerga y de excesos. Porque, a pesar de ser aquella ciudad obrera dada de lado y llena de problemas, Manchester en los setenta y en los ochenta fue también una fiesta.

Los tres primeros ensayos de este libro están dedicados, en parte, a proponer una visión general pero muy cercana de lo que fue Joy Division.

El primero se titula "Joy Division. Que alguien se lleve estos sueños", y es nada más y nada menos que de Jon Savage, el mítico periodista musical y también escritor especializado en el movimiento punk (y en otros tantos) que vivió de cerca el fenómeno de la banda. 

Como introducción es perfecto: pone en situación a los lectores, delinea lo que fue la escena de su día y se detiene en explicar el inicio y el final de Joy Division tras el suicidio de Curtis (y varias de sus consecuencias).

"No más placeres", el segundo ensayo, es de otro grande: Mark Fisher, conocido como "K-Punk". El teórico de la cultura popular elabora otro retrato del momento del grupo pero se centra especialmente en su poder para captar la mencionada depresión colectiva de los tiempos modernos. Es el ensayo del ambiente emocional en el que se movieron Curtis y sus amigos. Curiosamente, Mark Fisher se suicidó también, hace muy poco tiempo: el 13 de enero de 2017.

En "¿Un futuro para vivir?" los profesores Germán y Jorge Cano hablan de Joy Division desde sus experiencias en España, donde no eran tan conocidos como otros contemporáneos, y enlazan con una disección de su momento a nivel político y cultural donde cobra especial fuerza otra figura mítica que, de alguna manera, se contrapone con la de Ian Curtis: la de David Bowie.

El escritor, editor y activista cultural Servando Rocha nos entrega el cuarto pasaje, el excelente "Una conversación sin fin". Nos regala un exhaustivo y documentadísimo estudio sobre el grupo lleno también de emoción y homenaje a partir de vivencias suyas y desde la ciudad de Bruselas.

"Cómo comercializar la discapacidad: Ian Curtis y Joy Division" me parece uno de los ensayos más interesantes de la colección. La profesora especialista en autismo Mitzi Waltz y el catedrático de industrias musicales Martin James elaboran un texto interesantísimo, crítico y con pasajes demoledores sobre la discapacidad en el mundo del arte, sobre su utilización comercial por parte de la industria y sobre su capacidad para crear la diferencia y la leyenda con todos sus claroscuros. 

La figura que se estudia, por supuesto, es la de Curtis, que padecía epilepsia, agorafobia y que luchó durante su corta vida contra la depresión.

El sexto ensayo está en esta línea, aunque ahora lo que estudia es la cultura de la muerte y su relación con la banda. Se titula "Culturas de la muerte de Ian Curtis", lo escribe Eloy Fernández Porta, crítico cultural y profesor que elabora un recorrido interesantísimo por las mitomanías de la muerte y de sus espacios basándose, de nuevo, en la figura de Curtis (aunque lo veo extrapolable a muchas otras, especialmente en el mundo de la música, donde las muertes de jóvenes estrellas siempre han tenido ese morbo y ese aura legendaria que he comentado arriba).

El profesor de Teoría del Arte Alberto Santamaría elabora en "Nos sentíamos forasteros. El arte del extrañamiento en Joy Division" otro retrato más histórico y emocional de la banda en base ahora a una cronología muy acertada y en base a explicaciones de partes reveladoras de su material lírico y filosófico. Magnífico.

"Rastros de ceniza. Joy Division en España", del periodista y crítico Eduardo Guillot, me parece otro de los artículos más acertados de la colección. Como su título adelanta, explora la influencia que la banda de Manchester tuvo en España en su momento y más allá. Y no, no fue una influencia explosiva, por lo menos en sus inicios, aunque haya acabado siendo mítica, como lo es en el resto del mundo.

En "Pulsating Star", un artículo de tono más experimental y muy revelador, Antonio Arias, músico mítico de grupos como Lagartija Nick o Los Planetas, explora la figura de Curtis y de Joy Division desde una óptica novedosa y desde la ciudad de Granada, una de las cunas de la música moderna española y una ciudad conectada con el arte global desde cientos de puntos de fuga diferentes.

El profesor y músico Garikoitz Gamarra, también conocido como GGQwuintanilla, nos habla por otra parte en "Ian Curtis, desde Santurce a Bilbao", de cómo Joy Division influyó en su vida desde la adolescencia y cómo, también, influyó en su arte y en el de toda su generación.

Finalmente, en "El sagrado colectivo", Daniel Alonso, vocalista y letrista de la banda Pony Bravo, cierra la colección de ensayos con otro estudio sobre el grupo anclado ahora en otra ciudad muy diferente a Manchester, pero muy famosa también por sus corrientes artísticas y por su influencia en el arte español y mundial: Sevilla.

"Joy Division. Placeres y desórdenes" es un fantástico caleidoscopio de miradas diversas, de toda nacionalidad, de todo estilo, de toda profesión, que nos ayuda a ahondar en la esencia de, como he dicho, una banda inimitable que sintetizó hasta sus últimas consecuencias el espíritu de toda una época.

jueves, 27 de mayo de 2021

VIAJE A AGARTHA. MAKOTO SHINKAI SE APUNTA A LA AVENTURA DE FANTASÍA ÉPICA

VIAJE A AGARTHA de Makoto Shinkai - 2011 - ("Oshi o Ou Kodomo")

Makoto Shinkai salta por primera vez en "Viaje a Agartha", su tercer largometraje, al género de la fantasía heroica. Deja a un lado los dilemas amorosos y vitales de sus dos primeras creaciones, "El lugar que nos prometimos" y "5 centímetros por segundo", para realizar un filme de aventuras y de viaje emocional interior al más puro estilo de Hayao Miyazaki. 

Porque sí, recuerda mucho a Miyazaki, incluso "peligrosamente" (y de hecho no en vano se le ha llamado últimamente a Shinkai "el nuevo Miyazaki", cosa con la que no estoy de acuerdo y afirmación que él mismo además considera bastante exagerada). 

Está esta película basada libremente en el mito de Orfeo y Eurídice y es una fábula sobre la amistad y el amor con mensaje ecologista y antibelicista. Sí... Les suena bastante, ¿verdad? 

Bueno, independientemente de lo que "Viaje a Agartha" se parezca a un filme de Miyazaki o no (porque este parecido además está extremadamente presente en la estética, en los paisajes y hasta en los monstruos y seres fantásticos que pueblan el mundo de la obra), el filme es bastante notable y hermoso en líneas generales. 

Tiene personajes muy bien construidos, y dilemas muy bien tratados, y sus mencionados mensajes son lúcidos y están expuestos con coherencia y, además, se esquiva en todo momento el maniqueísmo. 

Los caracteres de "Viaje a Agartha" tienen dobleces y lados oscuros, y el conflicto clásico entre "los buenos y los malos" está retratado con una gran variedad de escalas de grises en una tierra en decadencia en la que para sobrevivir algunos se ven obligados a hacer cosas que no les gustan.

La animación es soberbia y extremadamente hermosa, verdaderamente magnífica tanto en sus escenarios como en sus caracteres, tanto en el mundo real como en el fantástico de Agartha, y la obra está llena de escenas aventureras y de acción muy imaginativas. 

Está también muy conseguida el aura lírica y nostálgica que lo impregna todo, y los mensajes calan sin problemas en los pequeños pero también en los adultos, como en todo buen filme animado (o filme en general). 

Le sobra algo de metraje de todas maneras, pienso, a esta película: se hace demasiado larga y tiene sus momentos de paja totalmente prescindibles. Y también tiene algunas escenas y diálogos ciertamente pedantes y pretenciosos, "marca de la casa" de Makoto Shinkai que, por suerte, ha ido puliendo poco a poco (ya aquí no cae tanto en este problema, desde luego, aunque esté presente). 

"Viaje a Agartha" fue un éxito de crítica y público merecido que le confirmó del todo como nuevo maestro japonés del cine animado.

miércoles, 26 de mayo de 2021

TWIN PEAKS. EL RETORNO. UN REGRESO POLÉMICO Y PARA MÍ DECEPCIONANTE

TWIN PEAKS. THE RETURN de David Lynch y Mark Frost - 2017 - ("Twin Peaks. The Return")

Hago constar un hecho antes de comenzar con esta crítica: adoro a David Lynch. Es uno de mis directores preferidos, es un artista multidisciplinar originalísimo y con un estilo propio indiscutible que toca multitud de palos sin ningún tipo de miedo o prejuicio (desde el cine hasta la pintura pasando por la escultura o la música) y es un hombre que no tiene que demostrar absolutamente nada a nadie. 

Y para todos esos que dicen que siempre dirige lo mismo y que no sabe hacer "narrativa clásica", siempre recuerdo que ahí están dos obras maestras de la talla de "El hombre elefante" y "Una historia verdadera" para cerrar todas las bocas de un punterazo. 

Dicho todo esto, paso ya a decir lo que tengo que decir ahora: la tercera temporada de "Twin Peaks" me ha parecido un delirio infumable. Con todas las letras y con toda la tristeza. 

Las críticas están muy divididas en lo que respecta al retorno de esta mítica serie, y yo me posiciono claramente y sin medias tintas en las filas de esos que opinan que, directamente, este regreso es un timo. 

Y lo digo con todo el dolor de mi corazón, de verdad. Pero es que la decepción es mayúscula. Es más bien astronómica, diría yo. 

Entiendo que la serie vuelve tras veinticinco años cerrada (como ya se dijo en su precipitado desenlace de 1991) y que es muy difícil afrontar un proyecto así, más cuando toda la mitad de su segunda temporada era un despropósito comercial en el peor de los sentidos y cuando su mencionado desenlace era una huida hacia adelante a toda prisa producto de las circunstancias de un cierre apresurado y marcado por errores terribles fruto de una concepción de la producción televisiva muy desafortunada (por suerte, en parte, esto ya ha cambiado). 

También es normal que no todo el reparto original quiera volver a la serie a estas alturas. De hecho, algunos es que no podrían aunque quisiesen, porque desgraciadamente ya han fallecido: por ejemplo, Jack Nance o Catherine Coulson. 

Hay que hacer sustituciones o cerrar personajes sin tener al intérprete, y eso es bastante jodido para un guionista y para un director. Ok. Todo esto se entiende. Lo que no se entiende ya es que David Lynch y Mark Frost, autores de nuevo de toda la temporada, se hayan puesto a hacer lo que les ha ido viniendo en gana sin tener en cuenta para nada al espectador.

Vale, David Lynch es David Lynch, y ya sabemos como es una gran parte de su cine y de sus creaciones, tanto en el arte cinematográfico como en el pictórico o el musical (en el que ha grabado, por cierto, unos discos magníficos en los últimos años). 

David Lynch es un "lo tomas o lo dejas" radical, o un "lo amas o lo odias" sin término medio. Y desde luego, David Lynch, como he dicho, no tiene que demostrar nada de nada a nadie con cuatro décadas artísticas de una personalidad inimitable a sus espaldas. 

Ahora bien, a los demás tampoco tiene por qué gustarnos todo lo que hace, ni siquiera a los que habitualmente nos sentimos cautivados por lo que nos regala. 

Estimo muchísimo a los artistas que hacen lo que quieren hacer en el momento en el que quieren hacerlo sin tener en cuenta modas, tendencias, exigencias de mercado o posible y suntuosa recompensa monetaria. 

Pero la independencia total también tiene sus riesgos, y no por hacer un creador lo que le ha salido de las pelotas su creación va a ser buena. Hay mucho cine comercial terrible y hay mucho cine independiente intragable.

Esta tercera temporada de "Twin Peaks" tiene, desde mi punto de vista, un fallo gordo: que no es "Twin Peaks". Sencillamente, es otra serie. Su estilo está más cercano al de "Mulholland Drive" o "Inland Empire". 

David Lynch se pasa por el forro a la narrativa tradicional, rueda lo que le da la gana, coloca las metáforas que le da la gana, mete las escenas que le da la gana (algunas sin relación aparente con la trama principal) y, en general, repito, rueda lo que le da la gana. Eso no tiene por qué estar mal... Pero no en "Twin Peaks". 

Sí, aquí Lynch se debe a la serie que creó a principios de los años noventa. Porque para eso está haciendo su tercera temporada. Si no es capaz de seguir esta serie, que haga otra. 

Decepciona muchísimo todo esto, en especial porque la trama nueva no cierra tantos interrogantes como esperábamos, no respeta a muchos personajes clásicos (algunos salen un par de veces y fuera), no respeta las directrices originales de la historia, no muestra apenas al propio pueblo de Twin Peaks y los lugares "sagrados" que esperábamos encontrar de nuevo los fans y para colmo lo cierra todo de forma de nuevo abrupta y dejándose casi todo en el tintero otra vez. ¡Claro que decepciona todo esto! ¡Es que no puede ser de otra manera! Esto debería ser... Pues eso, "Twin Peaks". Y no lo es. 

Visualmente, la temporada es muy bonita, y me encantan, personalmente, esos efectos especiales de sabor analógico y las impresionantes ambientaciones que Lynch consigue. No hay que decir más de alguien con una visualidad tan inimitable (y tan mal imitada). Y hay momentos espléndidamente rodados. Momentos que dan mal rollo de verdad, juegos argumentales muy originales, juegos visuales idem, algunos gags muy solventes con el particular humor del director y, especialmente, algunas escenas tienen la nostalgia muy bien explotada y consiguen poner los pelos de punta a los fans de la serie de siempre. Todo esto está bien, pero no es suficiente.

La tercera temporada de "Twin Peaks" no tiene, por otra parte, solamente el problema de no ser "Twin Peaks". Tiene mucho, pero mucho, mucho "metraje morralla". Da la impresión de que David Lynch y Mark Frost han rodado todo lo que se les ha ido ocurriendo y luego en la sala de montaje no han cortado absolutamente nada. 


De hecho, la serie fue anunciada con nueve capítulos en un principio y ha acabado teniendo dieciocho, prácticamente el doble. 

Hay momentos alargados hasta la náusea, montones de escenas aisladas que no valen para nada, mucho sopor inútil y subtramas que se quedan colgando. 

La parte intermedia de la temporada me parece especialmente infumable: desde el capítulo 9 hasta el 15 es todo una sucesión de hechos enlazados o no que no avanzan casi nada de una trama que se alarga y se alarga para dejar paso luego a un final que, además de estar precipitado, tampoco es que resuelva gran cosa (aparte de dejar a todos los personajes colgando y quitar de en medio de forma penca a unos cuantos). 

Y miren que había material. Y un repartazo (la lista de actores y de cameos es absolutamente impresionante: trabajar con Lynch es muy jugoso: lástima que estén todos tan desaprovechados). Y hasta una colección de actuaciones de solistas y bandas enorme en el Bang Bang Bar (desde Eddie Vedder de Pearl Jam hasta Lissie o Au Revoir Simone pasando por Nine Inch Nails o The Veils). Y todo esto para nada, para una paja mental aburrida, sosa, sin apenas alicientes, que no respeta el material original. Una pena. 

Me duele decirlo, pero el retorno de "Twin Peaks", que era uno de los más esperados de los últimos años, ha sido un fiasco tremendo. Me ha costado terminarla. Y mucho.

martes, 25 de mayo de 2021

TWIN PEAKS. FUEGO CAMINA CONMIGO. LA FALLIDA PRECUELA DE LA SERIE DE LYNCH

TWIN PEAKS. FUEGO CAMINA CONMIGO de David Lynch - 1992 - ("Twin Peaks: Fire walk with me")

En 1992 David Lynch presentó la película "Twin Peaks. Fuego camina conmigo", su obra más vapuleada de entonces junto a "Dune" y en la que, buscando satisfacer tal vez a los seguidores de su gran serie "Twin Peaks", disgustados en su mayoría con su brusco y decepcionante desenlace, realizaba una precuela de dicha serie. 

La mayor parte del reparto original de la obra de la pequeña pantalla repite papel en "Twin Peaks. Fuego camina conmigo" exceptuando a Lara Flynn Boyle, que como Donna es sustituida (no sé por qué razón, tal vez ella no quería volver a esta interpretación) por Moira Kelly (que se adapta muy bien al personaje), aunque faltan algunos caracteres principales que, todo sea dicho, no tenían por qué aparecer en esta precuela. 

Repite la ambientación enrarecida, las metáforas visuales y los temas de la lucha del bien contra el mal y de la cotidianeidad que esconde monstruos de la obra lynchiana.

La película profundiza en la vida de la Laura Palmer anterior a su asesinato y la describe como una joven problemática sumida en un ambiente familiar terrible, mientras que esboza el comportamiento de los seres más próximos que la rodean y su razón de ser en la serie e introduce otros nuevos (interpretados por grandes nombres como Kiefer Sutherland o los cantantes Chris Isaak o David Bowie). 

La película no es desde luego una obra maestra y está limitada por todo lo que supone ser una precuela de una serie, serie que además es todo un producto de éxito mundial y de culto instantáneo: no hay tiempo suficiente para dar explicaciones satisfactorias a las tramas del universo en el que se ambienta que quedaron sin cerrar (y eso que el filme dura más de dos horas) y estas explicaciones son insuficientes en muchos aspectos porque no hay tiempo a pesar del mencionado largo metraje para cerrar una serie que estuvo en parrilla dos años y con montones de líneas argumentales en marcha simultáneamente. 

Por otra parte y dejando este evidente problema a un lado, la película, si uno ha visto su antecesora, cumple en todo momento a pesar de estos fallos: tiene el ritmo bien medido, el aspecto técnico es impecable, tiene personalidad visual y en los diálogos (muy buenos, como es habitual en Lynch) y desde luego siempre es entrañable reencontrarse con el mundo de una serie con la que uno disfrutó tanto. 

En fin, esta cinta que fue un fracaso total y que en muchos países (como en España) incluso se estrenó directamente en los videoclubs puede resultar fallida y desde luego tras obras como "Cabeza borradora", "El hombre elefante", "Terciopelo azul" o "Corazón salvaje" no tiene color, pero no significa eso que sea una película mala. 

"Twin Peaks. Fuego camina conmigo" es un complemento para la serie "Twin Peaks", y debe ser obligatoriamente entendida como tal. No hay otra forma posible de abordarla, con sus aciertos y sus defectos.

lunes, 24 de mayo de 2021

TWIN PEAKS. Y LLEGÓ DAVID LYNCH Y REVOLUCIONÓ LA TELEVISIÓN

TWIN PEAKS de David Lynch y Mark Frost - De 1990 a 1991 - ("Twin Peaks")

"Twin Peaks" es una serie mítica donde las haya. David Lynch la creó junto a Mark Frost a principios de los años noventa y marcó a toda una generación y, a pesar de haber ciertamente muerto de éxito como le ocurrió a otras igualmente míticas y alargadas innecesariamente como "Expediente X" o "Perdidos", ha quedado como una de las grandes obras maestras de la televisión de la historia. 

En su día, su curiosa mezcla sin fisuras de thriller, drama e historia sobrenatural cargada de metáforas visuales supuso toda una revolución en la pequeña pantalla, y sus estrambóticos y tiernos personajes cautivaron a las audiencias de todo el mundo. 

El asesinato de la ultraconocida Laura Palmer servía a Lynch y a Frost para desplegar el retrato completo, irónico, sardónico y socialmente muy agudo de una pequeña ciudad cualquiera de la Norteamérica profunda (Twin Peaks) en la que latían oscuros y terribles secretos (uno de los temas predilectos de Lynch que se pueden encontrar en películas como "Terciopelo Azul", "Corazón salvaje", "Carretera perdida", "Mulholland Drive" o "Inland Empire": la cotidianeidad nunca es "normal" y esconde siempre su parte irreal y malévola). 

La misteriosa y brutal muerte de la adolescente, muy popular en el lugar, era la locomotora de una trama en la que se mezclaba la violencia descarnada, el humor negro, el humor completamente freak, un toque de acción, un retrato generacional de finales de los ochenta y principios de los noventa, el surrealismo más puro y delirante y unos gags casi de comedia de situaciones. 

Y descubríamos que Palmer no era en absoluto la idílica y tierna jovencita que muchos pensaban que era: en la trama aparecen asuntos como la prostitución, las drogas, la corrupción, la mafia, los trapicheos políticos y empresariales, el maltrato doméstico, la marginación del diferente, los odios familiares, las rencillas generacionales irreconciliables y el otro gran asunto predilecto de Lynch, el de la lucha del bien contra el mal. 

"Twin Peaks" es un retrato, como he señalado, muy agudo y con crítica social de los USA profundos y de su vida de hipocresía, de apariencias y de falso y fracasado "Sueño Americano".

El otro punto fuerte que tenía la serie eran sus inolvidables personajes, que además estaban interpretados de maravilla y desbordaban carisma, desde la mencionada Laura Palmer (Sheryl Lee, que también interpretaba a su prima) hasta el legendario agente Dale Cooper (el por desgracia algo olvidado Kyle McLachlan) pasando por las inolvidables Donna Hayward y Audrey Horne (las también por desgracia olvidadas Lara Flynn Boyle y Sherilyn Fenn), por el perturbador Leland Palmer (excelente Ray Wise), por el sheriff Truman (Michael Ontkean), por la pérfida Catherine Packard (la estrella invitada Piper Laurie) o por el aterrador Bob (Frank Silva) -y son sólo unos ejemplos, porque la galería es bien amplia y está llena de fantásticos y originales secundarios como El enano bailarín, La Mujer del Leño, El Gigante o un agente del FBI completamente sordo interpretado por el propio David Lynch-). 

La ambientación era también plenamente "lynchiana": enrarecida, marcada por los sugerentes rincones en penumbra, con un poderoso aire de cabaret decadente, feísta pero con espacios naturales muy bellos (los paisajes de Twin Peaks están excelentemente fotografiados y han quedado para los anales) y con escenarios inolvidables como la mítica "Habitación Roja" (mil veces imitada y parodiada).

Hay que decir que "Twin Peaks", a pesar de sus innegables virtudes que revolucionaron la televisión en su momento, tiene tristemente una última parte verdaderamente desastrosa y un desenlace precipitado y para mí muy malo y cortado de un tajo. 

wLa serie, un éxito total que devino en una absoluta "twinpeaksmanía", fue por desgracia alargada innecesariamente para exprimir la gallina de los huevos de oro y, al igual que otras míticas como las mencionadas "Expediente X" o "Perdidos" (ambas, como ésta, marcaron a generaciones), cayó finalmente por su propio éxito. 

La primera temporada de la obra, de ocho capítulos, es absolutamente impecable, mientras que la segunda, de 22 episodios (se nota el desequilibrio creado por el alargamiento artificial), empieza de manera igualmente perfecta hasta que en su séptimo capítulo, y por exigencias de la ABC, Lynch y Frost son obligados a mostrar al asesino de Laura Palmer (en un capítulo mítico, todo hay que decirlo). 

Posteriormente, los siguientes dos episodios resuelven la trama de este asesinato y, a partir de aquí hasta el final de la serie, la historia se alarga trece capítulos más en los que la introducción de Windom Earle, un excelente nuevo villano (maravilloso Kenneth Welsh) no consigue levantar el vuelo y "Twin Peaks" se sume en una triste decadencia. 

El personaje de Earle es un personaje excelente: un villano redondo, con carisma, que da mal rollo y con diálogos inteligentes pero que, por desgracia, viene desfasado en un mal momento para la serie, momento en el que Lynch y Frost se desentienden de ella bastante para dedicarse a otros proyectos y todo cae en manos de directores invitados y los productores de la obra, que se dedican a introducir nuevos enigmas que no tienen la fuerza de los de los mencionados Lynch y Frost y a meter a lo bestia trios amorosos para casi todos los personajes principales, un recurso tosco propio de telenovelas baratas que lastra muchísimo y sin remedio posible al conjunto.

Es una pena, pero personajes geniales como los interpretados por los jovencísimos Heather Graham, David Duchovny o Billy Zane (un casting excelente en su día) o el mencionado Kenneth Welsh, todos introducidos para insuflar aire fresco tras el capítulo que revela la identidad del asesino de Palmer, no ayudan a levantar el vuelo a una serie que se termina perdiendo en historietas amorosas que no llevan a ninguna parte y que se acaban tornando soporíferas y repetitivas. 

Para colmo, se quitan de encima con una excusa cutre al personaje de James Hurley (James Marshall), un personaje básico de la historia que es despachado de buenas a primeras y que se queda sin cerrar (cómo odio cuando hacen esto en las series, cuando no se curran en condiciones la salida de caracteres protagónicos e improvisan cualquier chorrada). 

Todo esto, por supuesto, repercutió en la audiencia, que cayó como no se pensaba que iba a caer y que obligó al cierre precipitado de la serie, que termina en un brusco capítulo que ya si dirigió de nuevo David Lynch (convencido para que retornase) y que, a pesar de tener momentos míticos, dejaba numerosas incógnitas abiertas y también bastantes arcos argumentales de personajes a la mitad. 

Fue una pena, pero la historia se ha repetido muchas veces con productos que "mueren de éxito". De todas formas, "Twin Peaks" como conjunto es una maravilla, un clásico que todos deberían disfrutar cuya primera temporada es una obra maestra y cuya segunda, hasta el mencionado capítulo siete, es igualmente una creación magna.

No me olvido de decir lo que se sabe ya: que la serie volvió en 2017 de la mano de David Lynch otra vez. Pero de esta nueva temporada hablaré en los próximos días, porque por sus características y por su estreno y su polémica se merece un apartado especial para ella sola. Mañana, la película de 1992.

domingo, 23 de mayo de 2021

TOROTUMBO. UNA INJUSTAMENTE OLVIDADA NOVELA CORTA DE MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS

TOROTUMBO de Miguel Ángel Asturias - 1967 - ("Torotumbo")

Hay una novela de Miguel Ángel Asturias que me parece apasionante y que se ha quedado, injustamente, en un segundo plano dentro de su gigantesca producción literaria. 

Lo puedo entender, porque esta novela, "Torotumbo", es una novela corta, muy corta, casi un cuento largo, y porque además es difícil llegar al nivel de obras como "El Señor Presidente", "Hombres de Maíz" o "Leyendas de Guatemala".

"Torotumbo" es un polvorín estilístico y argumental maravilloso. Es compleja pero fluye sin cesar, es barroca en sus descripciones y con una rítmica envidiable, es un puente entre un lenguaje moderno y vanguardista y entre las palabras de la vida ordinaria guatemalteca, tiene un pie en el realismo más descarnado y otro en la magia y en lo surrealista y parte de un hecho concreto, repugnante y a la vez desgracidamente cotidiano en muchos contextos del pasado y actuales, que articula toda una trama política.

El hecho mencionado es la violación y el asesinato de una niña por parte de un vendedor de disfraces que, además, está metido en el Comité de Defensa contra el Comunismo de su país, Guatemala.

El perpetrador del crimen trata por todos los medios de esconderlo. Y a partir de aquí se desgrana toda una intriga a voces en donde empiezan, sin cesar y a una velocidad de rayo, a entrar elementos y elementos inesperados. Porque la niña asesinada es india. Porque el autor está metido en política. Porque su vecino italiano también lo está. Porque la familia de la niña es supersticiosa. Porque la Guatemala del momento es terriblemente convulsa. 


Miguel Ángel Asturias vuelve a escribir un retrato crítico político, social y moral de su país que resulta totalmente demoledor. Violencia, machismo, maltrato infantil, represión estatal, hipocresía, incultura y analfabetismo, fanatismo religioso, tradiciones brutales. Una vez más, no deja títere con cabeza.

"Torotumbo" no especifica claramente el momento en el que se ambienta, pero da pistas. Según he investigado, tendría lugar entre 1954 y 1957 (más cercana la fecha a esta última). El anterior presidente guatemalteco, Jacobo Árbenz Guzmán, fue acusado de ser comunista y derrocado por un golpe de estado patrocinado por los Estados Unidos y la United Fruit Company en 1954, momento en el que él tuvo que partir al exilio en Uruguay y luego en México y en el que llegó al poder el conservador y represor Carlos Castillo Armas, que sería a su vez asesinado en 1957, en la propia casa presidencial.

Asturias elabora un fresco de una revolución que cuaja entre las clases desfavorecidas y de toda su "intrahistoria" entre bambalinas. Aparte de los "grandes hechos", de la "gran política", está la revuelta que empieza desde abajo y al calor de una tradición que tiene un pie en el pasado mítico y otro en el presente. Es la furia del pueblo, que se identifica con la furia de una nación que es una mezcla de naciones desde hace muchos siglos.

"Torotumbo", recopilada en muchas ediciones con otras obras cortar del autor como "La audiencia de los confines" o "Mensajes indios", ha sido representada en teatro y, pienso, es una obra de este gran escritor que hay que leer y reivindicar.