miércoles, 17 de julio de 2019

CIUDADANO KANE. EL INICIO DE UNA CARRERA FULMINANTE Y COMPLICADA


Niño prodigio, Orson Welles “echó los dientes” en el mundo de la narrativa. Ya recitaba a Shakespeare a los cinco años, a los quince se hizo con el premio de la Asociación Dramática de Chicago por su montaje de “Julio César”, antes de los veinte ya trabajaba en el teatro y como periodista y a los veinticinco rodó su primera película, “Ciudadano Kane”, con la que cambió para siempre la historia del cine. 

Orson Welles fue un renovador incansable del lenguaje fílmico que utilizó en sus revolucionarios filmes medios ya conocidos pero dándoles un nuevo sentido nunca antes encontrado.


De su “propiedad” son el empleo dramático del plano general, un cuidadosísimo detalle en la utilización de la profundidad de campo con objetivos de foco corto que le permitieron la toma por igual de todos los planos y distancias, su asombroso uso de la técnica del gran angular, la significación expresiva conseguida por medio de la grúa, los decorados con techo o la pura intencionalidad en los juegos de luces y sombras.

Declarado “enfant terrible” en Hollywood tras el escándalo que le supuso su debut, Orson Welles se fue paulatinamente desvinculando de la gran industria y, cuando trabajó para ella, tuvo siempre muchísimos problemas con sus productores.


También se vio obligado a ejercer como actor en puros encargos para financiarse sus propias películas, algunas de las cuales fueron puros filmes independientes adelantados a su época. 

Orson Welles, que cuando contaba tan sólo con veinticuatro años había retransmitido extractos de la novela “La guerra de los mundos” de H.G. Wells en la radio y había hecho creer a media Norteamérica que los extraterrestres habían invadido la Tierra, fue contratado por la RKO para que dirigiera precisamente la adaptación cinematográfica de dicha novela de ciencia ficción.


Pero Welles no hizo caso de lo que le propusieron y trataron de imponer y se las ingenió, utilizando su fama y su prestigio, para terminar finalmente rodando “Ciudadano Kane”, una película que revolucionó el cine para siempre.

En el gran periplo del millonario Charles Foster Kane se vieron los techos de los escenarios por vez primera, se explotó el tremendo poder dramático de los picados y de los contrapicados, se experimentó con los fondos para conseguir una profundidad nunca antes vista y se logró una ambientación tenebrista perfecta con el uso dramático de la iluminación.


También, el primer plano, el plano medio y el fondo se enfocaron simultáneamente para que el ojo humano pudiese concentrarse sin problemas en cualquier parte de la imagen y se estructuró una trama que saltaba de un lado a otro constántemente por medio de flashbacks y que construía el retrato del protagonista principal basándose en las impresiones corales de todos los que le rodearon en vida.

No sólo estos logros encumbraron al debut de Welles tras las cámaras: el reparto, encabezado por él mismo en uno de sus papeles más memorables, es genial de principio a fin, al igual que la meticulosa, crítica, cruda y casi brutal disección que el filme propone sobre la corrupción del poder, sobre la grandeza y lo efímera que resulta y sobre la inocencia perdida en la gran sociedad capitalista norteamericana.


Orson Welles, además, siempre atrevidísimo y despectivo con las concesiones, retrató en el personaje de Charles Foster Kane, el multimillonario solitario e interiormente frustrado, al gran magnate William Randolf Hearst. 

De hecho, “Rosebud”, la palabra del filme que articula toda la trama, era el nombre que este millonario le daba a la vagina de su amante, la actriz Marion Davies. 


Hearst, por supuesto, intentó prohibir la película a toda costa y, cuando comprobó que no podía conseguirlo, trató por todos los medios desacreditarla públicamente y logró que se proyectase mayoritariamente en circuitos de segunda. 

Tal vez por ello “Ciudadano Kane” fue un fracaso de taquilla que a Welles le costó su independencia creativa. Fue revalorizada, como tantas cosas, mucho más tarde, con el paso del tiempo. Empezaba aquí, de todas formas, una de las grandes carreras del cine norteamericano.


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