sábado, 20 de julio de 2019

LA BROMA ASESINA. UN ESTUDIO MAGISTRAL DE LA LOCURA Y EL TRAUMA


LA BROMA ASESINA de Alan Moore y Brian Bolland - 1988 - ("Batman: The Killing Joke")


Tal vez no sea "La broma asesina" la obra más indicada para introducir en mi blog a Alan Moore, que por otra parte tiene tantas grandes obras que hacer una elección entre ellas siempre resulta difícil, y más estando por ahí cosas como "Watchmen", "La Cosa del Pantano" o "From Hell".

Sin embargo, sí que creo que viene al caso porque hace poco que el de Northampton ha anunciado que abandona los cómics para dedicarse a otras facetas suyas como la literaria o la musical (que también está ahí) y, además, en breve se estrena esa enigmática película del Joker en solitario que DC ha rodado separada de su universo cinematográfico.


"La broma asesina", corta, concisa, directa, me parece una obra maestra. Escrita por Moore y dibujada por el inmenso Brian Bolland en 1987, se adscribe a esa línea de revisiones y relecturas de los superhéroes clásicos que rompió moldes y cambió el género para siempre a finales de los años ochenta (el Daredevil y el Batman de Frank Miller o, fuera de los circuitos habituales, el mencionado "Watchmen").

Este cómic surge al parecer de un intento fallido de Moore y Bolland de juntar en un especial a Batman con el Juez Dredd. Y hace algo que todavía sigue siendo extremadamente polémico: retomar y ampliar el origen del Joker.


Yo creo que en 1987 ya era hora de hacerlo, de atreverse con esto, y creo que aquí lo clavan. Sencillamente, lo clavan.

No se me ocurre mejor forma de contar de nuevo la historia del payaso psicópata y de articularla para que quede perfectamente coherente con el tono del cómic y, además, siendo fiel a aquel primer origen que Bill Finger, uno de sus creadores junto con Bob Kane, le diseñó.

El punto de partida del Joker de Moore y Bolland es triste, brutal, patético y crudísimo. Da verdadera lástima y da verdadero miedo. Y, retratado en las nuevas ediciones en blanco y negro con tonos rojos centrados en objetos concretos que se van haciendo más fogosos, es una auténtica delicia.


Tim Burton, que también tuvo su papel a la hora de cambiar el concepto de superhéroe en el cine en 1989 con su primer "Batman", dijo de "La broma asesina" que fue el primer cómic que le encantó.

Y se nota, porque el concepto, valga la redundancia, de este Joker nuevo, lo tomó él para el suyo, ese dandy de Jack Nicholson que, polémico y siempre discutido, fue un payaso genial que bebió muchísimo del villano que hoy nos ocupa.


También es magistral el situar a Batman y al Joker al mismo nivel: los dos tuvieron pasados terribles, los dos acabaron destrozados y los dos son caras diferentes de una misma y ambigua moneda. 

"La broma asesina" es un cómic que explora de forma magistral el asunto de la locura. Hace un estudio lúcido y redondo sobre las consecuencias del trauma en las personas, eso que destruye de un golpe seco una vida ordenada, llena de certezas y seguridades, y la hunde en el puro absurdo de una existencia incontrolable.

El Joker, adscrito a esta locura como forma de supervivencia, trata de que Batman y el comisario Gordon vivan su experiencia y le den la razón de una forma retorcida y demencial. Aquí, entran en juego los dos tipos de justicia que se enfrentan en la trama, que llegan a poner al lector contra las cuerdas al sugerir que Batman podría también estar loco como su enemigo más "querido".


Violenta, sin concesiones, siniestra y extremadamente lúcida en su estudio social y psicológico, "La broma asesina" es uno de los mejores cómics del Hombre Murciélago de la historia y un punto de inflexión que marcó a los personajes de su universo para siempre.

Su dibujo, su narrativa, su color (en las nuevas ediciones, aplicado por el propio Bolland, es soberbio), su ritmo, su mensaje que huye de las simplezas y los maniqueísmos y su desenlace (de puro infarto, una genialidad) la convierten en una creación magistral. Otra más de Alan Moore.


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