TINTÍN EN EL TÍBET de Hergé - De 1958 a 1959 - ("Tintin au Tibet")
"Tintín en el Tíbet" es una obra maestra del cómic mundial, posiblemente el mejor de todos los cómics de Tintín y de Hergé (en mi Top 5 desde luego está sin problemas) y el último de los grandes del personaje junto con el siguiente "Las joyas de la Castafiore". Era también el favorito del autor, que lo creó en una de sus peores etapas vitales, tras haber dejado a su mujer por otra después de años de depresión, lo que le ocasionó una culpabilidad brutal por ser católico.
Esta época terrible acabó desembocando en un tiempo de pesadillas con sueños en blanco que le acercaron a la inspiración de los parajes nevados de esta aventura, a lo que se sumó la tristeza de llevar sin ver a su amigo Tchang Tchong Yen desde la Segunda Guerra Mundial (por causas de la propia guerra no supo nada de él hasta años después) y una nueva idea de abandonar Tintín y de cerrar sus aventuras que por suerte no materializó.
Canto a la amistad por encima de todas las cosas, en "Tintín en el Tíbet" el reportero se entera de que su gran amigo Tchang, de "El Loto Azul", basado como recordaremos en el mencionado Tchang Tchong Yen, estaba en un avión que se ha estrellado en el Tíbet del que no hay supervivientes, aunque su cuerpo no se ha encontrado. Tintín irá a buscarlo porque cree que está vivo en un viaje al confín de la naturaleza acompañado de, por supuesto, el Capitán Haddock.
Se establecen dos líneas en este retrato de la amistad: la de Tintín y Tchang y la de Haddock y Tintín (Haddock acompaña a su amigo hasta el final y afrontando todas las consecuencias aunque cree que Tchang no ha sobrevivido).
Es ésta la única historia de Tintín sin ningún villano (en "El Tesoro de Rackham el Rojo" aparecía brevemente uno de los Hermanos Pájaro) y en ella se explora además del asunto de la amistad la percepción extrasensorial o el sexto sentido humano, que viene relacionado o por lo menos muy cercano a la mística del budismo en su vertiente tibetana. El propio Dalai Lama elogió el álbum y le otorgó el premio Luz de la Verdad.
Los personajes nuevos de esta aventura eran el alpinista experto Tarkey, carismático como pocos y que tendrá un papel básico y ejemplarizante en la historia, y el Yeti, figura monstruosa y trágica que usó Hergé para hablar también de la soledad (y que supuestamente volvía en el álbum inacabado "Tintín y el Arte Alfa").
"Tintín en el Tíbet" es como he dicho una obra maestra y tiene todas las constantes de la saga perfectamente equilibradas en una historia de catarsis, de fraternidad, de fe y de sacrificio y solidaridad que pone los pelos de punta. Es el álbum más emocional de toda su serie y, además, tiene un dibujo absolutamente espectacular. El Tíbet de este cómic es tan bello y amenazante, tan realista, que se puede sentir su frío en cada página.
Aventura, humor, drama y una nueva incursión en la fantasía y en lo sobrenatural, en lo legendario y en lo místico, hacen de "Tintín en el Tíbet" un clásico imprescindible del cómic belga y de todo Tintín. Inolvidable.





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