DIOSES DE EGIPTO de Alex Proyas - 2016 - ("Gods of Egypt")
Que Alex Proyas estaba entrando en una etapa de franca decadencia lo veíamos venir desde la poco explotada "Yo, robot", y la fallidísima "Señales del futuro", que empezaba bien pero que tiraba todo por la borda con su horroroso final, no hizo sino confirmarlo.
Eso sí, nunca nos llegamos a esperar algo tan increíblemente decadente como "Dioses de Egipto", su última película hasta la fecha. En serio, es que este bodrio infumable es auténtico terror.
Todo va de aventuras en el Antiguo Egipto al que hace referencia el título, en el que los dioses se enfrentan entre ellos ayudados por los humanos y unos en el nombre del bien y otros en el nombre del mal. La cosa es que los dioses de marras tienen armaduras al más puro estilo Caballeros del Zodiaco (si nos apuramos para mal al más puro estilo Power Rangers) y se dan de hostias volando y lanzándose hechizos chorras. Uffff. Ya todo en el prólogo da bastante mal rollo.
Y lo que llega es peor, mucho peor, infinitamente peor, de lo peor de lo peor. Más de dos horas (es que encima la película es larguita) de una trama estúpida y aburridísima se nos ponen por delante y nos vamos tragando, uno a uno, diálogos vergonzantes (pero no se imaginan cuánto), momentos chorras y sin gracia, un humor de pura diarrea, un drama de una puerilidad impasible, unos personajes lamentables y una historia patética donde las cosas van pasando por la cara según le va dando a Proyas y a su equipo para ir justificando los efectos especiales, dioses, monstruos y trampas que se les van ocurriendo meter.
Encima, las escenas de acción no son buenas, y los escenarios son un emplaste sin imaginación de lugares comunes de barroquismo tontorrón.
Mientras estas infamias ocurren, les vamos dando patadas sin piedad a los libros de Historia y nos pasamos a todo el Antiguo Egipto con su fascinante mitología incluida por el forro con "maravillas" como esfinges que cuentan chistes o un dios de la sabiduría que habla como un rapero.
Ah, y está también por ahí un inexplicable Nikolaj Coster-Waldau que nadie sabe qué hace y un Gerard Butler haciendo de villano que da verdaderas ganitas de llorar.
En fin, todo este teatro de serie B de postín es más que un desastre: es uno de los peores despropósitos del cine americano de los últimos tiempos. Incomprensible que esta basura venga del director de "Spirits of the Air, Gremlins of the Clouds", "El Cuervo" y "Dark City". Me gustaría pensar que esto ha sido un patón muy grande pero que va a ser solamente uno, y que Alex Proyas hará en el futuro algo que se parezca por lo menos a las imaginativas obras de su primera etapa. Veremos, porque su devaluación definitiva como buen director está a la vuelta de la esquina.





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