martes, 28 de diciembre de 2021

LAS DOS TORRES. EL LIBRO DE TRANSICIÓN Y EL MÁS FLOJO DE LA TRILOGÍA

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS: LAS DOS TORRES de J.R.R. Tolkien - 1954 - ("The Lord of the Rings: The two towers")

"Las dos torres", que incluye los volúmenes III y IV de la saga de "El Señor de los Anillos", me parecido siempre, con sus méritos, el más irregular de los tres libros que componen esta trilogía.

El primero de los volúmenes, que originalmente, cuando Tolkien pensaba en ponerle a cada uno de los seis libros un nombre se iba a llamar "La traición de Isengard", recoge de un lado la aventura de Aragorn, Gimli y Legolas tras la separación de la Comunidad del Anillo y su colaboración con los Jinetes de Rohan en la guerra contra Saruman y, de otro, el encuentro de Merry y Pippin con el pueblo de los ents. Esto, muy a grandes, grandísimos rasgos.

El segundo, que iba a ser llamado "El viaje de los Portadores del Anillo" o "El Anillo va hacia el este" (Tolkien siempre barajó ambos), narra cómo Frodo y Sam se van introduciendo poco a poco en las sombrías profundidades de Mordor (y los diversos encuentros que tienen allí o en sus alrededores).

Las dos partes de "Las dos torres" son radicalmente diferentes: la primera conjuga la aventura con las escenas de batalla y la segunda es un relato de aventuras, valga la redundancia, pero de un estilo bastante diferente: es un viaje oscuro, agobiante y terrorífico a la desesperación. 

Las dos ocurren a la vez, aunque a veces la estructura temporal puede llegar a ser confusa porque ambas están separadas (tampoco sabemos cómo habría sido todo si Tolkien, por ejemplo, las hubiese estructurado en base a saltar de personaje a personaje en cada capítulo).

En esta segunda novela de "El Señor de los Anillos" creo que al gran autor de fantasía se le va un poco la mano tanto en las descripciones como en los diálogos como en la extensión de los episodios. 

El estilo de Tolkien es el que es: es descriptivo, es exaltado, es romántico y, a veces, es acumulativo. Sin embargo, aquí abusa de todo ello, algo que pienso que no ocurre, por lo menos a estos niveles, en "La Comunidad del Anillo". 

Los capítulos se alargan demasiado, pienso, y la acción a menudo es interrumpida por poemas, cánticos o historias que no siempre vienen a cuento (estamos en un mundo que se ha de desarrollar conforme la trama avanza, sí, y que es además riquísimo, pero creo que hay otras formas más ágiles de hacer esto).

Mientras, los diálogos se vuelven afectados y engolados hasta el exceso, especialmente en el primer volumen y en todas las escenas que se desarrollan en las tierras de Rohan. A veces, los personajes, en escenas de conversaciones que son completamente cotidianas, están incluso declamando arengas enteras. Ni siquiera en un mundo de héroes élficos y enanos alguien puede hablar así.

Por otra parte, el maniqueísmo se vuelve aquí también muy, muy acusado, y este maniqueísmo viene de la mano de esa exaltación de la nobleza, de la realeza y de la sangre azul que está en tantas obras de Tolkien. 

Especialmente, en la mencionada trama de Rohan llaman la atención caracteres que, si bien tienen carisma, son planos hasta el mero estereotipo: reyes bondadosos pero engañados, vasallos y familiares fieles a ellos incluso cuando los están denigrando y el culmen de todo, que es un personaje como Grima Lengua de Serpiente, que es vil hasta en su mismo nombre (Grima Wormtongue en el original). 

Esto, por suerte, queda subsanado en el segundo volumen con Faramir y especialmente con Gollum. Ambos son personajes mucho más interesantes y con más aristas y el segundo se erige aquí prácticamente como el mejor de toda la saga junto con Boromir: un ser consumido, atormentado, reducido a la pura miseria y enloquecido por años y años de soledad, paranoia y miedo que tiene dilemas inesperados.

También en este segundo volumen hay momentos en los que emerge el mejor Tolkien, el que se sumerge en el lado oscuro del cuento de hadas clásico para regalarnos escenas que lindan una vez más con el puro terror.

La soledad constante de Frodo y Sam, el viaje cansadísimo e interminable a Mordor, el agobio de la desprotección total y del tener que estar constantemente vigilando a Gollum y en especial el estremecedor capítulo de Ella-Laraña son ejemplos claros de que "El Señor de los Anillos" tiene también su parte oscura, y bien oscura.

No obstante, en el primer tomo de "Las dos torres" hay también momentos excelentes, como el desarrollo pleno de la amistad de Gimli y Legolas y, sobre todo, la que creo que es la mejor batalla de toda la saga: la impresionante Batalla del Abismo de Helm.

"Las dos torres" es el libro de transición (de transición pero lleno de hechos básicos) al final de este largo periplo épico. Mañana me toca cerrarlo y comentar "El retorno del Rey", donde creo que Tolkien levanta de nuevo las alas.

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