viernes, 13 de marzo de 2020

TERMINATOR. EMPIEZA LA LEYENDA Y LA CARRERA DE JAMES CAMERON


TERMINATOR de James Cameron - 1984 - ("The Terminator")

James Cameron soñó una vez, estando enfermo con fiebre, con un robot asesino prácticamente indestructible que le perseguía para matarle de forma incansable.

Inspirado por esta pesadilla, por varias ideas del gran escritor Harlan Ellison (que no se acreditaron hasta mucho tiempo después) y por algún episodio de la mítica serie de los años sesenta "Más allá del límite", escribió un guión que vendió por un dólar con la condición de que le dejaran dirigirlo con libertad, que era lo que buscaba tras el escarmiento de la horrorosa "Piraña II. Vampiros del mar", su primera película y de la que él reniega.


Lo que surgió de este guión fue "Terminator" (en su día llamada "The Terminator"), una de las más grandes obras maestras de la ciencia ficción y una de las películas clave de la década de los ochenta.

"Terminator" propuso en su momento una horrible pesadilla tecnológica que enfrentaba al hombre más indefenso contra la más despiadada de las máquinas de matar.


Con una acción frenética, una violencia brutal y una trama de terror con retazos de cierto lirismo, James Cameron rodó un estremecedor cruce entre road-movie de persecución, western crepuscular y relato de ciencia ficción que marcó una época y que le lanzó a él y a Arnold Schwarzeneger (el mítico Terminator en uno de sus grandes papeles -dada miedo con su inexpresividad y conseguía parecer una verdadera máquina-) a la fama mundial (aunque el segundo ya había protagonizado la también genial "Conan, el Bárbaro").

La película seguía las andanzas de Kyle Reese y de Sarah Connor (los olvidados Michael Biehn y Linda Hamilton, que hacen muy buen papel) en su eterna huida del mencionado androide, huida que es un prodigio de ritmo, de tensión y de nervio y, también, de efectos especiales, lo cual es extremadamente loable teniendo en cuenta que el filme no tuvo un gran presupuesto.


Para los anales ha quedado de hecho el fascinante y mil veces imitado diseño del esqueleto metátlico del Terminator, realizado en metal (valga la redundancia) y animado por medio de un mando y stop-motion.

Cinco secuelas (una grande y cuatro mediocres o directamente malas), una serie de televisión ("Las crónicas de Sarah Connor") e interminable merchandising siguieron a través de las décadas a este fenómeno de masas que ya forma parte de la cultura popular norteamericana y que ayudó a configurar una década inimitable para el cine de acción y fantástico de los USA.


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