M. Night Shyamalan empieza una etapa de notable decadencia artística con "La joven del agua" en 2006. No es ésta todavía una película horrorosa como sí lo es la inexplicable "Airbender", por ejemplo, pero sí que, en comparación con sus anteriores creaciones, es verdaderamente mediocre.
Es cierto que un director y guionista no siempre está en la forma perfecta, y también lo es que la cuatrilogía que conforman "El Sexto Sentido", "El Protegido", "Señales" y "El Bosque" es absolutamente gloriosa y, posiblemente por eso, hasta la llegada de "La visita" y sobre todo de "Múltiple", que supone la resurrección total, por fin, de este creador, sus películas de esta etapa de altibajos constantes fueron denostadas sin piedad tanto por la crítica como por el público.
"La joven del agua" es un cuento urbano con muy buenas intenciones pero bastante fallido. Shyamalan se inventa una bonita mitología de seres de fábula primigenios relacionados con los seres humanos pero no la desarrolla bien.
Tampoco lo hace esta vez con los personajes: son demasiados y demasiado tópicos. Ni con la trama: consiste simplemente en ir descubriendo poco a poco qué vecino tiene qué poder, y poco más. Y encima, los vecinos de marras no son un dechado de profundidad, como he dicho.
Tiene también algunas pretensiones de corte crítico social que prometen y que finalmente se quedan en nada y algunas frases y momentos que abusan ligeramente de lo azucarado.
En el punto fuerte, su humor es divertido, y personajes como el crítico de cine (al que Shyamalan echa su propio maldeojo de venganza) tienen su gracia.
También los actores y las actrices de "La joven del agua" están muy entregados, sobre todo los protagonistas principales, Paul Giamatti y Bryce Dallas Howard, y los diseños de los seres de leyenda del director, que se reserva un papel un tanto ombliguista por cierto, tienen su carisma, pero tampoco son un dechado de imaginación.
"La joven del agua" es en conjunto un bonito cuento urbano que quiere llegar a epopeya y naufraga estrepitosamente en el camino. Es un quiero y no puedo total y absoluto, y el primer patón sonado de su director, al que también posiblemente, haciéndole justicia, se le haya exigido más inventiva que a otros debido a sus fulminantes primeras películas.
No es esta una cinta horrible, repito, pero las comparaciones son odiosas y en algunos momentos parece más un drama fantástico de un Ron Howard devaluado que un filme de alguien como M. Night Shyamalan.
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