miércoles, 4 de marzo de 2020

LOS NIÑOS LOBO. MAMORU HOSODA LLEGA AL MINIMALISMO


"Summer Wars", sin ser un mal filme, me parece hasta este momento el más flojo de los creados por Mamoru Hosoda en plena libertad. Tras él llegó sin embargo "Los niños lobo", una fábula moderna sobre la identidad absolutamente maravillosa en la que el realismo se mezcla con la magia para narrar la historia de una familia un tanto particular con dos hijos un tanto particulares.

Hosoda contrapone dos mundos a los que compara constantemente: la ciudad y el campo. La primera es segura para los humanos pero inhóspita para los animales, y el segundo es absolutamente todo lo contrario: seguro para los animales (y no del todo) pero inhóspito para los humanos.


Los seres que habitan entre ambos mundos son los que pueden surcarlos con más facilidad y los que están condenados de una forma u otra a una difícil situación de incomprensión y soledad.

En un Japón donde las mencionadas ciudades son auténticas megalópolis de cemento y cristal (no solamente la gigantesca Tokyo es así), el mencionado campo todavía tiene lugares vírgenes donde la naturaleza indómita es un dios y donde las leyendas ancestrales se hacen realidad.


"Los niños lobo" explora la relación del ser humano con la naturaleza y con los animales (y también con su parte animal, que no se ha extinguido), la mentada búsqueda de la identidad y de un camino para seguir en la vida, el equilibrio entre el avanzar y el conservar las raíces, la libertad y el respeto a las opciones vitales de otros, el desarraigo y el especismo y, también, asuntos ecologistas que critican la brutalidad del hombre con la naturaleza.

El tono de la obra, alejado del de la mencionada "Summer Wars" y de los de "La chica que saltaba a través del tiempo" o "El niño y la bestia", es como he dicho intimista, reflexivo, minimalista por momentos, melancólico, pero sin renunciar al humor, a las escenas de acción (comedidas) y al drama de base clásica. Es, tal vez, la obra de Hosoda más cercana a su última película en estilo, "Mirai, mi hermana pequeña".


Los diálogos están llenos de lucidez y los personajes son absolutamente entrañables y deliciosos (no sólo los principales, los secundarios también consiguen llegar al espectador sin problemas).

Sí que no me satisface del todo el desenlace del filme: lo considero algo machista, y aunque es cierto que no conozco a fondo la cultura japonesa y que puede que lo esté mirando con ojos occidentales... Soy occidental, y así es como lo veo (y me consta por gente que lo conoce bien y que ha vivido allí que Japón hoy en día tiene muchas costumbres todavía insultantemente machistas).

Esto no lastra de todas formas una obra maravillosa. No se pierdan "Los niños lobo". Preciosa en lo visual y en lo argumental.


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