Hay debuts fulminantes, pero hay algunos que son especialmente fulminantes. "Cabeza borradora", la espectacular primera película de David Lynch, es una de ellas.
Financiada en parte con la ayuda de familiares y amigos del director, tardó cuatro años en completarse y sentó las bases de lo que iba a ser el cine posterior (en gran parte) del creador de "Twin Peaks": un cine en el que predomina la metáfora visual y en el que la cotidianeidad es invadida por la oscuridad de otro mundo.
El mítico Jack Nance, uno de los actores fetiche del autor, protagoniza una historia abigarrada, cargada de símbolos, retorcida y desquiciante en la que un hombrecillo alienado y mediocre de una suerte de ciudad industrial de occidente (de la Norteamérica profunda más bien, escenario habitual de tantas obras de Lynch) es aplastado por el mundo que le rodea, que cobra vida en forma de metáforas físicas para escenificar todo su tormento, tormento que se confunde en su mente y en la del espectador.
Posiblemente una de las obras más puramente "lynchianas" sea ésta, la primera de todas. Sin embargo, también es una de las más "abiertas".
Mientras, lo confieso, cintas como "Carretera perdida" o "Inland Empire" para mi carecen de sentido (sí, reconozco abiertamente que no las entiendo, y hace mucho que renuncié a intentar entenderlas), "Cabeza borradora" me sugiere mil interpretaciones, y todas ellas claras y deliciosas.
El filme es, o por lo menos yo lo veo así, una clara metáfora de la alienación de las clases más pobres de las sociedades industriales.
El personaje, ya pobre y alienado a priori, deja embarazada a una chica y se convierte en padre de golpe y sin vocación.
A su pobreza se le une una vida sin salida en un hogar en el que no quiere estar, con una mujer a la que no quiere y con un hijo al que posiblemente tampoco quiere.
El bebé, por eso, es monstruoso. Por eso el ambiente es tan tétrico y tan oscuro. Por eso todos los que rodean al protagonista son freaks de vocación radicalmente feísta. Por eso su mente se sale de tiesto (en todos los sentidos).
Pobreza, alienación, hipocresía social, oscurantismo, religiosidad fanática, falta de comunicación, violencia, ignorancia... Todos estos asuntos están contenidos en "Cabeza borradora", una de las radiografías más impactantes y personales de la vida en la Norteamérica del Sueño Americano fracasado que nunca se han realizado.
El aspecto visual de la cinta es absolutamente espectacular. Si no, no habría sido lo que ha sido (ni la habrían copiado de mala manera tantos como la han copiado). El bebé monstruoso, la comida viviente y gimiente, la planta diabólica, la danzarina siniestra, los decorados depresivos, el blanco y negro bellísimo... Todo es una delicia, una joya visual, una soberbia maravilla de la representación simbólica.
"Cabeza borradora" es una película imprescindible, un debut espectacular y una de las mejores creaciones de David Lynch en todos los aspectos.
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