EL GUARDIÁN DEL VERGEL de Cormac McCarthy - 1965 - ("The Orchard Keeper")
"El guardián del vergel" es la primera novela del norteamericano Cormac McCarthy. La publicó en 1965 y con ella empezó, poco a poco, su fulgurante carrera en el mundo literario.
Encontramos en este debut muchas de las constantes que estarían presentes en sus obras posteriores. Está ambientada en su querida y siempre recurrente Norteamérica profunda, en una localidad pequeña de algún lugar de Tennessee, y en el periodo de entreguerras.
La mencionada Norteamérica profunda es un personaje más de la novela, y las acciones de los personajes humanos están unidas de forma indisoluble al paisaje y a sus efectos. Estamos en un mundo violento, en el borde de la ciudad y el campo, donde seres marginados de todo pelaje llevan vidas a veces al límite.
McCarthy escribe de lo que conoce bien: de la vida de los desheredados, de los pobres, de los que vagan de un lado a otro perdidos sin encontrar su lugar en el mundo. Habla de falta de oportunidades, de fatalidad, de brutalidad, de azar escabroso, de violencia atávica, pero también de bellos sentimientos como la amistad.
Su estilo es abigarrado. Bebe de Faulkner (se nota que su sombra sureña es alargada). Recarga descripciones buscando que se puedan tocar. Mezcla flujos de acción y pensamiento. Y, y esto es una de sus señas personales, elimina los guiones de atribución de diálogo (pero lo hace con soltura y coherencia: no es un impedimento para la lectura en absoluto).
La trama es conscientemente errática: es un conjunto de trozos de vida. Varios personajes se van cruzando entre pueblos y caminos, y la sociedad de los USA profundos de ese tiempo queda retratada en un fresco riquísimo, agudo.
Los protagonistas viven como he dicho en los márgenes de la sociedad, y por obligación. Abandonados por el gobierno y por la vida, son supervivientes, rateros, ermitaños. Pasan necesidades y luchan.
"El guardián del vergel" no es una novela perfecta. McCarthy está puliendo en ella todavía su estilo y su desenlace es algo confuso. Pero ya apunta maneras de gran escritor y ya va abriendo el camino de las maravillas que todavía estaban por llegar.
Encontramos en este debut muchas de las constantes que estarían presentes en sus obras posteriores. Está ambientada en su querida y siempre recurrente Norteamérica profunda, en una localidad pequeña de algún lugar de Tennessee, y en el periodo de entreguerras.
La mencionada Norteamérica profunda es un personaje más de la novela, y las acciones de los personajes humanos están unidas de forma indisoluble al paisaje y a sus efectos. Estamos en un mundo violento, en el borde de la ciudad y el campo, donde seres marginados de todo pelaje llevan vidas a veces al límite.
McCarthy escribe de lo que conoce bien: de la vida de los desheredados, de los pobres, de los que vagan de un lado a otro perdidos sin encontrar su lugar en el mundo. Habla de falta de oportunidades, de fatalidad, de brutalidad, de azar escabroso, de violencia atávica, pero también de bellos sentimientos como la amistad.
Su estilo es abigarrado. Bebe de Faulkner (se nota que su sombra sureña es alargada). Recarga descripciones buscando que se puedan tocar. Mezcla flujos de acción y pensamiento. Y, y esto es una de sus señas personales, elimina los guiones de atribución de diálogo (pero lo hace con soltura y coherencia: no es un impedimento para la lectura en absoluto).
La trama es conscientemente errática: es un conjunto de trozos de vida. Varios personajes se van cruzando entre pueblos y caminos, y la sociedad de los USA profundos de ese tiempo queda retratada en un fresco riquísimo, agudo.
Los protagonistas viven como he dicho en los márgenes de la sociedad, y por obligación. Abandonados por el gobierno y por la vida, son supervivientes, rateros, ermitaños. Pasan necesidades y luchan.
"El guardián del vergel" no es una novela perfecta. McCarthy está puliendo en ella todavía su estilo y su desenlace es algo confuso. Pero ya apunta maneras de gran escritor y ya va abriendo el camino de las maravillas que todavía estaban por llegar.
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