Con “La venganza de los Sith” concluye por fin el aborrecible despropósito de la trilogía precuela del universo de “Star Wars”.
Termina en ella Anakin de pasarse al lado oscuro de La Fuerza, muere Amidala, el Imperio se hace con el poder y acaba con la República, los Jedis son exterminados en su gran mayoría, Yoda y Obi-Wan Kenobi se exilian en planetas inhóspitos y nacen Luke y Leia Skywalker.
Tengo que reconocer que el panorama mejora un poco con respecto a las bazofias de “La amenaza fantasma” y de “El ataque de los clones”.
El colofón de este tríptico por lo menos alcanza un cierto grado de dignidad. Sigue estando dirigido con notable torpeza, su vulgar estética sigue estando cimientada en la mera acumulación de elementos y siguen resultando sus vacíos efectos especiales los protagonistas absolutos de su trama, lineal y simplona.
Sin embargo, el hecho de que por fin encontremos un enlace verdaderamente interesante con la vieja trilogía hace que todo se siga con mayor interés.
Anakin de una puñetera vez comienza a mostrar “algo” de emotividad y de hondura, Obi-Wan y Yoda ya se asustan ante él, Amidala le teme por fin aunque le ame con locura y el futuro Emperador Palpatine comienza a influenciarle definitivamente para atraerle a su bando.
La historia se sigue con una cierta amenidad y el esperado combate final entre maestro y discípulo por fin tiene lugar (con la excelente “Duel of fates” de John Williams de fondo, por supuesto), mientras que su desenlace, abierto a “una nueva esperanza”, consigue calar un mínimo en el espectador, aunque hay que decir que tampoco es nada difícil, ya que si uno disfrutó con las referidas primeras tres películas es fácil que, por lo menos, sienta curiosidad al comprobar cómo quedan éstas enlazadas con las tres "segundas".
“La venganza de los Sith” no es ya un filme definitivamente bochornoso, aunque sigue resultando anodino. Le salvan mucho (por no decir en su totalidad) las conexiones con “La Guerra de las Galaxias”: creo que si se le quitan dichas conexiones la película no pasa de ser olvidable, a pesar de su ambientación más oscura (oscura pero sin personalidad ninguna), de algunas excelentes escenas (la transformación definitiva del destrozado Anakin en el mítico Darth Vader, con ecos a Frankenstein, es verdaderamente genial) y de aislados momentos de acción que se muestran solventes (como la batalla estelar inicial o la lucha de Yoda contra Palpatine).
Queda en este “Episodio III” la profunda huella de los desbarajustes hechos en los dos anteriores, además de bastantes e indignantes chapuzas en el guión, donde por desgracia siguen proliferando los momentos de pura vergüenza: la idiota muerte del Conde Dooku nada más comenzar el filme (más idiota que la de Darth Maul), la aparición gratuita de Chewbacca (persiste la manía de meter con calzador personajes de la anterior trilogía), el despreciable recurso de pésimo guionista por el que se les borran los recuerdos a C3-PO y a R2-D2 (¿También se los borras a Darth Vader, a Obi-Wan y a Yoda, tito Lucas, tío listo?) y la peor de todas: la conversión de Anakin al lado oscuro en dos segundos (de risa o de llanto, como quieran tomárselo).
“La venganza de los Sith” se puede ver mejor que sus antecesoras, pero no pasa de ser una cinta que no ha caído en otro pozo sin fondo gracias, como he repetido antes, a las esperadas conexiones con “La Guerra de las Galaxias”, “El Imperio contraataca” y “El Retorno del Jedi”.
Tristes episodios I, II y III. Nunca deberían haberse rodado (por lo menos en estas horribles condiciones y por este director en bajísima forma –por no decir en total decadencia-).
Lo que le agradezco a esta mala trilogía es que por lo menos intentó crear algo nuevo, pese a los malos resultados como pelis, no lo que hacen ahora, un refrito tras otro.
ResponderEliminarUn saludo