lunes, 8 de abril de 2019

LOS OTROS BATMAN VI. BATMAN BEGINS, DE CHRISTOPHER NOLAN


Ocho años transcurrieron desde que (menos mal) Joel Schumacher abandonara la saga de Batman. Nadie volvió a tocar al personaje hasta el año 2005, cuando un fascinante reinicio llegó a las salas de la mano de la consolidada promesa Christopher Nolan, que había alcanzado la fama de manera fulminante con la genial “Memento”. 

Él por suerte sabía que los superhéroes son personajes que a menudo, y en contra de una prejuiciosa creencia generalizada, van más allá del concepto que habitualmente se tiene de ellos: el concepto del héroe infantil y maniqueo que Schumacher recuperó, concepto que él descartó de nuevo en “Batman Begins” para volver al estilo con el que Burton había creado escuela.


Batman, ahora un soberbio Christian Bale que por momentos llega a dar verdadero miedo, volvería a ser el super”héroe” humano que autores como Frank Miller, Alan Moore o Grant Morrison supieron reivindicar.

“Batman Begins” es una historia basada en algunas de las que estos creadores contaron y con la que cambiaron para siempre al personaje y todo su complejo mundo.

Nolan se apartó de la saga que conforman las anteriores películas para reiniciarla en una génesis del universo del hombre murciélago y de sus amigos y enemigos.


En ella es Batman por vez primera el verdadero y absoluto protagonista de la narración, sin ningún villano a su lado que le eclipse (aunque los villanos de esta entrega tengan un carisma excepcional).

Nolan ya ha tratado el miedo en otras obras suyas: “Memento” e “Insomnio” consiguen hacer reflexionar sobre este sentimiento, y “Batman Begins” no es una excepción. Bruce Wayne tiene miedo a los murciélagos, un miedo atroz, un terror irracional provocado por un susto infantil que le dejó marcado junto al trauma de ver a sus padres ser asesinados.

Aprende a enfrentarse a este miedo, a bañarse en él (inolvidable la escena de este baño de murciélagos en la caverna) y, posteriormente, a controlarlo para luchar contra sí mismo y contra el mal.


Por otra parte, la película plantea el complejo, contradictorio y polémico dilema de la lucha entre dos conceptos de justicia bien distintos: la de Batman, horrorizado por su pasado y que por momentos no llega a distinguir entre justicia y venganza pero que, finalmente, se aleja del camino de la Ley del Talión y del propio interés para servir, simplemente, al ser humano, y la de su maestro y posterior enemigo Ra’s al Ghul, que cree que la maldad ha de ser limpiada con fuego (genial Liam Neeson como uno de los villanos más importantes de la saga después del eterno Joker).


La trama de “Batman Begins” se centra en ambos personajes con especial detenimiento, aunque, casi, podríamos calificarla de trama coral. Una inmensa galería de personajes se abre ante el espectador, y todos tienen un protagonismo decisivo, desde la amiga de infancia de Wayne y futura abogada luchadora hasta el desquiciado Espantapájaros pasando por el mayordomo Alfred o por el Comisario Gordon (al que por fin se le hace justicia).

Todos están desarrollados como si de personajes principales se tratase, y todos tienen su momento de gloria y su escena decisiva (el trabajo de guión de Nolan y David S. Goyer es realmente grandioso). Están, además, interpretados por un elenco soberbio de principio a fin: Michael Caine, Katie Holmes, Morgan Freeman, Gary Oldman, Cillian Murphy, Rutger Hauer y Tom Wilkinson, nada más y nada menos.


La representación de Gotham vuelve al tenebrismo de Burton, pero otorgándole una mirada completamente realista. La ciudad sirve de símbolo de la decadencia de ella misma y del camino de la oscuridad que domina a su protector: en sus inicios aparece como una megalópolis luminosa, moderna, cuidada y limpia, y posteriormente se va oscureciendo hasta quedar apartada entre nieblas.

Es, a su vez, el tratamiento de la historia igualmente realista: Batman es un ser humano que se somete a un duro entrenamiento y que adquiere su condición de superhéroe gracias a éste y a un equipo especial que adquiere con su inmensa fortuna. 


No hay trucos ni fantasías (dentro de la propia fantasía que supone el trasfondo del héroe), todo está explicado y fundamentado en una “realidad” posible.

El filme mantiene, además, un ritmo excelente que nunca decae y que consigue que dos horas y media de metraje se pasen en un vuelo. Por si fuera poco, sus escenas de acción están meticulosamente dosificadas y tratadas con la espectacularidad justa y necesaria que requieren.

“Batman Begins” es un ejemplo que muchos directores deberían seguir a la hora de tratar a los superhéroes de una forma digna.


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