martes, 26 de enero de 2021

LICENCIA PARA MATAR. EL BOND VENGATIVO Y VIOLENTO INJUSTAMENTE OLVIDADO

LICENCIA PARA MATAR de John Glenn - 1989 - ("Licence to kill")

Si "007: Alta Tensión" fue un experimento muy irregular, "Licencia para matar", la última película de la franquicia de los Broccoli que dirigió John Glenn, fue el excelente filme que sentó las bases definitivas de lo que fue el efímero James Bond de Timothy Dalton, el Bond violento, brutal, hierático y vengativo que acababa de manera bestial con sus enemigos y que, por desgracia, no fue más allá de esta película (Daniel Craig recogió el testigo mucho tiempo después). 

El agente 007 está verdaderamente desconocido en esta cinta en la que, para vengar el asesinato y la violación de la mujer de Felix Leiter y la tortura de éste, elimina de manera completamente despiadada a los responsables y se pone en contra de su propio jefe M y de su país, que le exige que se dedique a otra misión. 

Timothy Dalton, ya plenamente cómodo en su papel, borda a este Bond y, literalmente, se come la pantalla en la que es una de las mejores interpretaciones del espía británico de EON. 

Lo mismo se puede decir de su enemigo de turno, el gran Robert Davi, que da vida magistralmente a Franz Sánchez, un señor de la droga tan brutal como el protagonista del filme y que se erige como uno de los villanos más despreciables y odiosos de la historia del agente, villano algo olvidado que ha de ser constántemente reivindicado y que está al mismo nivel de terrible carisma de otros como el Dr. No, Goldfinger, Blofeld, Scaramanga o Tiburón (sólo que éste ya no es un megalómano o un asesino pulp, sino un mafioso con los pies en la realidad -es lo que ganan los antagonistas de la desgraciadamente cortísima etapa de Timothy Dalton-).

Por otro lado, los secundarios tampoco desmerecen de los dos personajes principales: Felix Leiter, de nuevo David Hedison (extrañamente el Leiter de "Vive y deja morir" -recordemos que hasta la fecha siempre había estado interpretado por diferentes actores en cada filme-), por fin goza del protagonismo que se merecía; el que es el mejor amigo (y casi único) de Bond es brutalmente torturado por Sánchez y su mujer es violada y asesinada en el mismo día de la boda de ambos, por lo que la misión principal de 007 en este filme no es otra que la de vengarles a los dos, para lo cual va a hacer absolutamente todo lo que está en su mano, incluida la utilización de cualquier método sádico. 

Lo mismo se puede decir de Q y de Moneypenny, que se erigen como los aliados del protagonista en esta ocasión, aliados que, después de tantos años de trabajar con él, son incapaces de no ayudarle en su venganza a pesar de que ha desobedecido las órdenes de M (que le comprende pero que no puede hacer nada por su causa salvo desearle suerte) y de que se ha convertido en un proscrito dentro del Servicio Secreto Británico. 

Por último, Carey Lowell, la chica Bond de turno, es, de nuevo, otra mujer independiente que colabora con el agente y que le ayuda en su vendetta de una manera activa, mientras que los numerosos secuaces de Sánchez (entre los que está un jovencísimo Benicio del Toro) se suelen alejar de lo estrambótico para retratar a simples mafiosos repugnantes y crudos.

Las escenas de acción también son destacadas, especialmente la persecución final y la venganza de Bond, mientras que la violencia en el filme supera la vista en todos los anteriores, y con creces (y eso que en su día "007 contra Dr. No" fue acusada de violenta). 

La esposa de Felix Leiter es como he dicho violada y asesinada y a él un tiburón le devora una pierna, Sánchez le arranca el corazón a uno de sus enemigos, uno de sus secuades muere en una cámara de descompresión, James Bond ejecuta sus venganzas a sangre fría... Entre otras cuantas cosas totalmente nuevas en la saga.

Queda en el filme ya un poco fuera de lugar la exótica base pulp (con mago fraudulento incluido) en la que Sánchez ejecuta sus conspiraciones, pero es lo único que desentona del sobrio y violentísimo conjunto. 


"Licencia para matar" es una maravilla que, por desgracia, no sirvió para que Timothy Dalton (que tenía un contrato para por lo menos un filme más con los Bróccoli) continuase siendo el protagonista de la franquicia estrella de EON: fue un fracaso comercial y, hasta casi seis años después, la saga, que estuvo a punto de darse por cerrada de forma definitiva, no pudo reactivarse (lo hizo con "Goldeneye" y con Pierce Brosnan haciendo de 007). 

Es tremendamente triste e injusto que precisamente dos de los mejores Bond de la historia (George Lazenby y Dalton) y dos de sus películas ("007 al Servicio Secreto de Su Majestad" y "Licencia para matar") fuesen tan mal valorados en su día. Por suerte, hoy ambos (y los filmes mencionados) han sido reivindicados y alzados al estatus del culto.

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