"Delicatessen" fue un genial soplo de aire fresco en el cine francés de principios de los años noventa. Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro, dos artistas entonces poco conocidos pero llenos de buenas ideas, inauguraron su carrera con un cuento de hadas oscuro tremendamente imaginativo en lo argumental y en lo visual que fue y aún es muy imitado.
En una Francia que acaba de salir de alguna suerte de apocalipsis o de desastre natural o humano no especificado, una comunidad de vecinos liderada por un carnicero brutal se dedica a matar a los nuevos inquilinos del piso para comérselos ante la falta de alimento que aseguran que hay en el exterior, en donde viven "trogloditas" comedores de verduras y legumbres (que son usadas como dinero).
Sin embargo, el nuevo visitante, un soñador payaso interpretado por el habitual de los directores Dominique Pinon (genial este actor aquí) les va a poner las cosas muy difíciles y, además, se va a enamorar de la hija del carnicero, que para colmo le corresponde (y eso es, por supuesto, la guerra).
"Delicatessen" no tiene un guión especialmente redondo y en algún que otro momento se vuelve incluso predecible, pero sí que se gana a los espectadores con su buen hacer tras todas sus escenas y con su aspecto visual.
En la película se da la mano lo entrañable con lo macabro sin fisuras y el conjunto, trabajado con buen ritmo y remarcado por una multitud de personajes estrambóticos muy personales, lleva al espectador a su desenlace con fluidez e interés.
Hay además romance, aventuras y un humor negrísimo (pero negro de verdad) con cierto toque surrealista y un final de fondo optimista y cargado de buenos sentimientos que guarda un mensaje vegetariano (así lo veo yo por lo menos).
La escenografía, de toques "retro" y fieramente francesa, es fantástica, así como el vestuario y los complementos de todos los personajes y la ambientación de luces y sombras y humo que lo envuelve todo.
"Delicatessen", que inauguraba la carrera fulgurante en la ficción de Jean-Pierre Jeunet (Marc Caro sin embargo no tuvo tanta suerte cuando los dos se separaron) es un clásico inolvidable del cine francés.
En una Francia que acaba de salir de alguna suerte de apocalipsis o de desastre natural o humano no especificado, una comunidad de vecinos liderada por un carnicero brutal se dedica a matar a los nuevos inquilinos del piso para comérselos ante la falta de alimento que aseguran que hay en el exterior, en donde viven "trogloditas" comedores de verduras y legumbres (que son usadas como dinero).
Sin embargo, el nuevo visitante, un soñador payaso interpretado por el habitual de los directores Dominique Pinon (genial este actor aquí) les va a poner las cosas muy difíciles y, además, se va a enamorar de la hija del carnicero, que para colmo le corresponde (y eso es, por supuesto, la guerra).
"Delicatessen" no tiene un guión especialmente redondo y en algún que otro momento se vuelve incluso predecible, pero sí que se gana a los espectadores con su buen hacer tras todas sus escenas y con su aspecto visual.
En la película se da la mano lo entrañable con lo macabro sin fisuras y el conjunto, trabajado con buen ritmo y remarcado por una multitud de personajes estrambóticos muy personales, lleva al espectador a su desenlace con fluidez e interés.
Hay además romance, aventuras y un humor negrísimo (pero negro de verdad) con cierto toque surrealista y un final de fondo optimista y cargado de buenos sentimientos que guarda un mensaje vegetariano (así lo veo yo por lo menos).
La escenografía, de toques "retro" y fieramente francesa, es fantástica, así como el vestuario y los complementos de todos los personajes y la ambientación de luces y sombras y humo que lo envuelve todo.
"Delicatessen", que inauguraba la carrera fulgurante en la ficción de Jean-Pierre Jeunet (Marc Caro sin embargo no tuvo tanta suerte cuando los dos se separaron) es un clásico inolvidable del cine francés.
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