MERIDIANO DE SANGRE de Cormac McCarthy - 1985 - ("Blood Meridian or the Evening Redness in the West")
Muchos escritores americanos se pasan la vida tratando de escribir su "gran novela americana". Muchos escritores que no son americanos, también. Hay muchas definiciones de lo que debería ser eso de "gran novela americana". Independientemente de cuáles sean, "Meridiano de sangre" entra en esta categoría.
Cormac McCarthy saltó a la gran fama cuando los incombustibles hermanos Coen adaptaron su novela "No es país para viejos". Luego, llegó "La carretera", y su correspondiente versión cinematográfica. Y de repente se convirtió en un escritor de best-sellers y hasta sonó su nombre (y sigue sonando) para el Nobel.
Ya era muy reconocido antes de todo esto. "Meridiano de sangre", de 1985, tenía miles de seguidores, y lo mismo se podía decir de su espléndida "Trilogía de la frontera" (cuyo primer volumen, "Todos los hermosos caballos", había sido adaptado ya al cine en el año 2000 por Billy Bob Thornton).
En su obra, ambientada muchas veces en la frontera entre México y los Estados Unidos, abundan los personajes al límite, presas de un destino fatalista y de un mundo violento, que se mueven en la naturaleza indómita y que viven alejados de las normas de la civilización. Ya sea en el pasado, o en el presente.
"Meridiano de sangre" es un western. Un western de altura. De mucha altura. Barroco, con pasajes crípticos y metáforas sugerentes, es también un libro cargado de acción frenética. Es, por momentos, pura casquería. Es el salvaje oeste tal y como debió de ser.
McCarthy explora la violencia atávica de los USA, sus inicios, los que marcarían su posterior culto al capitalismo agresivo, a la supervivencia. Un grupo de bandidos y mercenarios, dirigidos por dos bestias llamados Glanton y Juez Holden, cruzan entre los mencionados USA y México realizando primero misiones gubernamentales y luego matanzas indiscriminadas y descaradas.
Un chaval narra la trama. El chaval no tiene nombre. Y es testigo de toda la brutalidad de un mundo que se descompone, de una cultura que se asienta peligrosamente sobre la aceptación resignada de la ley de la jungla.
El Juez Holden, uno de los personajes más míticos de la historia de la literatura americana, una suerte de homenaje a Moby Dick, una suerte de dios malévolo, aleatorio y cruel, deshumanizado y carismático, es el ávatar de esta violencia. Un carácter enigmático, pura metáfora, abierto a todo tipo de interpretaciones y del todo inolvidable, de pesadilla y a la vez extraordinariamente atractivo.
El paisaje, descrito por McCarthy como una especie de desierto lunar, como una planeta infernal, es el otro protagonista. En todos sus libros lo es, pero aquí es un círculo de Dante natural: también es pura metáfora del vagar por un purgatorio interminable.
Alabada apasionadamente por Harold Bloom y considerada una de las novelas más influyentes del pasado siglo, "Meridiano de sangre" es un delicioso e impresionante viaje al horror en el que se fundó la historia de la gran potencia mundial que hoy hace y deshace a su antojo en todo el planeta.
Cormac McCarthy saltó a la gran fama cuando los incombustibles hermanos Coen adaptaron su novela "No es país para viejos". Luego, llegó "La carretera", y su correspondiente versión cinematográfica. Y de repente se convirtió en un escritor de best-sellers y hasta sonó su nombre (y sigue sonando) para el Nobel.
Ya era muy reconocido antes de todo esto. "Meridiano de sangre", de 1985, tenía miles de seguidores, y lo mismo se podía decir de su espléndida "Trilogía de la frontera" (cuyo primer volumen, "Todos los hermosos caballos", había sido adaptado ya al cine en el año 2000 por Billy Bob Thornton).
En su obra, ambientada muchas veces en la frontera entre México y los Estados Unidos, abundan los personajes al límite, presas de un destino fatalista y de un mundo violento, que se mueven en la naturaleza indómita y que viven alejados de las normas de la civilización. Ya sea en el pasado, o en el presente.
"Meridiano de sangre" es un western. Un western de altura. De mucha altura. Barroco, con pasajes crípticos y metáforas sugerentes, es también un libro cargado de acción frenética. Es, por momentos, pura casquería. Es el salvaje oeste tal y como debió de ser.
McCarthy explora la violencia atávica de los USA, sus inicios, los que marcarían su posterior culto al capitalismo agresivo, a la supervivencia. Un grupo de bandidos y mercenarios, dirigidos por dos bestias llamados Glanton y Juez Holden, cruzan entre los mencionados USA y México realizando primero misiones gubernamentales y luego matanzas indiscriminadas y descaradas.
Un chaval narra la trama. El chaval no tiene nombre. Y es testigo de toda la brutalidad de un mundo que se descompone, de una cultura que se asienta peligrosamente sobre la aceptación resignada de la ley de la jungla.
El Juez Holden, uno de los personajes más míticos de la historia de la literatura americana, una suerte de homenaje a Moby Dick, una suerte de dios malévolo, aleatorio y cruel, deshumanizado y carismático, es el ávatar de esta violencia. Un carácter enigmático, pura metáfora, abierto a todo tipo de interpretaciones y del todo inolvidable, de pesadilla y a la vez extraordinariamente atractivo.
El paisaje, descrito por McCarthy como una especie de desierto lunar, como una planeta infernal, es el otro protagonista. En todos sus libros lo es, pero aquí es un círculo de Dante natural: también es pura metáfora del vagar por un purgatorio interminable.
Alabada apasionadamente por Harold Bloom y considerada una de las novelas más influyentes del pasado siglo, "Meridiano de sangre" es un delicioso e impresionante viaje al horror en el que se fundó la historia de la gran potencia mundial que hoy hace y deshace a su antojo en todo el planeta.
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