miércoles, 23 de enero de 2019

UNIVERSO CINEMATOGRÁFICO MARVEL. LOS VENGADORES: LA ERA DE ULTRÓN


"Los Vengadores: La Era de Ultrón" me decepcionó. Me decepcionó por el gran nivel de su antecesora y porque termina al nivel, valga la redundancia, de una gran parte de las películas "de superhéroe en solitario" del Universo Cinematográfico de Marvel: un nivel aceptable, de entretenimiento solvente, pero nada más.

En la primera "Los Vengadores" Joss Whedon clavó la aventura perfecta: la dosis justa de esta mencionada aventura, de drama, de comedia y de mensaje (y el mensaje no era ñoño ni moralista barato).

Esta segunda película es como he dicho entretenida, pero nada más, y además tiene algunas escenas en las que se cuela el rollazo de siempre de la persecución cansina del Sueño Americano. 


Por otra parte, los nuevos personajes no terminan de ser redondos: ni los protagonistas que llegan al grupo ni el villano de turno.

Empecemos por los primeros: los Vengadores que como he dicho se unen al grupo en esta secuela no tienen un carisma especialmente destacado. La Bruja Escarlata y Mercurio (en realidad hijos del mutante Magneto, villano por antonomasia de los X-Men -aquí por el conocido problema de derechos no se dice nada de ello y por ahora no creo que se diga-) no llenan la pantalla con sus acciones: su drama es solvente y tiene sentido, pero no emociona, y se unen demasiado deprisa al bando de los "buenos" dejando sus motivaciones iniciales de lado de una manera un tanto cutre y precipitada.


Por otra parte, Visión está mal desarrollado: es verdaderamente difícil que un profano en los cómics de Marvel se entere bien de por qué surge este personaje y a cuento de qué viene su carácter. Por ello, es realmente olvidable, por muy bien que lo interprete Paul Bettany. 

Finalmente, Ultrón tampoco cumple: es un villano que daba para mucho, pero que termina siendo bastante "de opereta". Sus motivaciones están cortadas a tajos: no especifica su plan de "regeneración", y no es creíble que quiera aplicarlo porque su desarrollo anterior es apenas un apunte que no nos da razones suficientes de sus actuaciones. Y amigos, cuando el villano de una historia de superhéroes falla, mal asunto: el villano aquí es tan importante y a veces más que el protagonista o los protagonistas.


El filme, además de estos fallos, tiene algunas escenas como he dicho que glorifican el rollazo de siempre del Sueñecito Americano: la de la granja se lleva la palma.

Resulta que Ojo de Halcón vive ahora en plena naturaleza con una familia perfecta y esto les produce melancolía a los otros Vengadores. Es un ejemplo el chaval porque sigue el camino del mencionado Sueño Americano. Pues vaya. Esto, en 2015, creo que está ya muy superado, y me decepciona que salga en una película de los Vengadores, por muy ultrapatriotas y muy Marvel que sean todos.


Y después queda el diálogo de la Viuda Negra con Hulk en el que por ser estéril se compara con él diciendo que ella también es un monstruo. Apología de la natalidad y del tener hijos como el fin de toda existencia a tutiplén. Decepcionante por partida doble, y además bastante machista.

Las escenas de acción de "Los Vengadores: La Era de Ultrón" no están mal. Cumplen de sobra, en espectacularidad e inventiva (y el combate de Ironman y Hulk es especialmente bueno, pienso) y, sin embargo, no emocionan como las de la primera parte (y, además, hay un protagonismo de Tony Stark preponderante de forma descarada en todas ellas que ya llega a molestar -leches, que tienes más de diez personajes para explotar, no abuses de lo mismo, por muy enrollado y molón que sea Robert Downey Jr.-).


El humor se torna además repetitivo y el drama está cogido con pinzas en algunas partes de una trama algo errática y poco equilibrada (no convencen las reacciones de Mercurio y Hulk, la historia de amor entre éste y la Viuda Negra, el poco protagonismo del Capitán América, de Thor o de Nick Furia...).

Es una pena, pero la segunda parte de "Los Vengadores" es entretenida y ya. ¿Suficiente? A estas alturas no. Por suerte, la tercera rompería moldes de nuevo, y bien rotos.


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