sábado, 26 de junio de 2021

CAPITÁN BRITANIA DE ALAN MOORE. LOS MÁS GRANDES TAMBIÉN TIENEN OBRAS MENORES

CAPITÁN BRITANIA de Alan Moore y Alan Davis - De 1981 a 1984 - ("Captain Britania")

Del Capitán Britania hay escritos ríos de tinta, y además yo tengo que decir, antes de nada, que no soy lo que se dice un experto en este personaje. 

Sí, para poner en rápida situación, comentaré que fue creado por el gran Chris Claremont y el dibujante Herb Trimpe. Era una especie de "Capitán América Británico": un producto comercial con el que Marvel pretendía atraer a sus cómics al público inglés.

Claremont dejó pronto la serie y esta pasó a Gary Frierich, que desarrolló su mundo, mientras que Trimpe pasó el lápiz a su vez a otros como John Buscema o Fred Kida.

Posteriormente, sería un entonces poco conocido autor inglés llamado Alan Davis el que tomaría el relevo del dibujo. Rediseñaría al personaje junto al escritor Dave Thorpe y ambos lo encarrilarían en la que dicen que es una de sus mejores primeras etapas (yo, por desgracia, no la he podido leer aún).

Alan Davis crearía con sus lápices mundos espectaculares, bellos, dinámicos, con personajes llenos de carisma. Empezaba aquí una de las grandes carreras en el dibujo del cómic inglés.

Sin embargo, él y Dave Thorpe acabaron teniendo serias disputas en su trabajo y éste último fue sustituido por otro autor que entonces estaba despuntando y que también era inglés. Se llamaba Alan Moore. 

Tengo que decir algo antes de seguir: creo que su etapa en el Capitán Britania no es de las mejores obras del creador de "Watchmen" y "From Hell". Muchos no estarán de acuerdo conmigo, pero es lo que pienso. Creo que, en general, esta obra es bastante menor que todo lo que Moore hizo posteriormente e incluso que otras creaciones más cercanas en el tiempo como "Miracleman" o los comienzos de "V de Vendetta".

Y no pasa nada, oigan. Ni a todo el mundo le pueden gustar las mismas cosas, ni todos los autores, por muy grandes que sean, son siempre infalibles y entregan siempre obras magnas. Y más, cuando están en sus inicios y ocupados con el germen de otros cómics mejores.

La etapa de Alan Moore en el Capitán Britania empezó en 1981 y terminó en 1984, cuando otro gran autor, Jamie Delano, lo sustituyó hasta 1986. Tiene méritos y tiene defectos. Voy a comentarlos.

Méritos: Moore explora aquí ya algunos de los temas que serían habituales en obras posteriores suyas. Su ideología anarquista encuentra mil maneras de tirar a diana contra el entonces gobierno de Margaret Thatcher, marcado por las políticas conservadoras, represivas y destructoras de derechos.

El Capitán Britania se moverá por universos diferentes que mostrarán diferentes caras de lo que podría haber sido Inglaterra. Encontramos dictaduras, persecuciones, pobreza, brutalidad policial, terrorismo de estado y hasta campos de concentración.

Todo esto, de todas maneras, se ve complementado con otros mundos de imaginación desbordante. Moore destapa sus esencias y vamos a tener desde robots letales hasta aventuras espaciales pasando por seres fantásticos de todo pelaje y villanos cargados de inventiva.

Vamos ahora con los defectos: tengo que decir, a mi pesar, que toda la etapa tiene un guión muy errático. Es cierto que Moore era todavía bastante primerizo y que además todo su trabajo estaba algo lastrado por el particular formato de entonces del cómic británico de Marvel, pero la verdad es que todo corre que se las pela, que el guión da giros muy bruscos y a veces gratuitos, que los personajes evolucionan a trompicones y que las excusas de los multiversos demasiadas veces sirven para hacer borrón y cuenta nueva cuando algo parece que ha salido solamente regular y directamente mal.

Insisto: estamos en la primera mitad de los años ochenta. No ha llegado "Watchmen". Ni "From Hell". Ni siquiera "V de Vendetta" o "La cosa del pantano" están plenamente encarriladas.

Mañana hablaré de la breve etapa de Delano, que se encargó de arreglar un poco el desaguisado que dejó aquí Alan Moore. ¡Ningún autor, ni siquiera los más grandes, se libran de tener obras menores o menos redondas!

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