Si hay un autor contemporáneo que ha sabido retratar el mundo de los inmigrantes, ese ha sido V.S. Naipaul, Premio Nobel de Literatura en 2001.
Prácticamente toda su obra versa sobre ellos, sobre las personas que han tenido que abandonar sus hogares y sus orígenes o que ya directamente vinieron al mundo sin estos orígenes.
Él sabe bien de lo que habla. Nació en Trinidad y Tobago, de familia de inmigrantes de la India (sus abuelos se instalaron en el país caribeño a finales del siglo XIX). Con un pie en cada cultura, se dedicó desde su juventud hasta su muerte en 2018, a los 85 años, a viajar por todo el mundo.
En un estilo sencillo y directo, narrativo, de toque periodístico, escribió infinidad de novelas, ensayos y libros de viajes en los que analizaba la inmigración y el colonialismo centrándose en las historias cotidianas de las personas que habían sido expulsadas de sus ámbitos originales de una forma u otra.
Su obra está llena de refugiados, de desarraigados, de hombres y mujeres que pertenecen a una cultura que desde hace generaciones ya no ocupa su lugar habitual, de familias que olvidan el idioma y la religión de sus ancestros. En todos los continentes y en infinidad de países.
Los personajes de V.S. Naipaul suelen ser alienados de toda clase y condición y suelen vivir sometidos a ambientes o bien directamente hostiles o bien asfixiantes, aburridos, sin ningún tipo de aliciente vital o de salida de futuro salvo la de la mediocridad.
Una de sus obras más conocidas es "Un recodo en el río", de 1979. En ella, quedan sintetizadas las constantes que se habían repetido en sus escritos hasta aquel momento y que se repetirían en el futuro en gran parte de ellos.
Se ha hablado mucho, en todos los ámbitos artísticos, de la inmigración de África a Europa, o de Sudamérica a Norteamérica, o incluso de África a Asia. Sin embargo, no es tan habitual encontrar obras que hablen de la inmigración de asiáticos o de europeos hacia la mencionada África.
El protagonista de esta novela es Salim, un joven de origen indio y musulmán que abandona el país costero en el que creció (probablemente Kenia) para instalarse en otro del interior (casi con total seguridad la actual República Democrática del Congo, conocida como Zaire desde 1971 hasta 1997).
Salim es el ejemplo perfecto del habitual personaje de Naipaul: ya nació en un país que originalmente no era el suyo, pues sus ancestros venían de la India y habían pasado por Arabia, y ya se sentía desubicado antes de internarse en las tierras congoleñas.
Es un joven que no es ni hindú ni musulmán, ni asiático ni africano, ni keniata ni congoleño. No pertenece a ninguna parte, y se instala en una pequeña ciudad que está en el recodo de un río, para montar su tienda allí, en un país que supuestamente le va a dar muchas oportunidades.
Con él viene Metty, un chico que nació en su familia y que es descendiente de antiguos esclavos. Es curioso cómo la esclavitud que se practicaba desde siempre en África ha ido mutando, desde el siglo XX, en una suerte de relación de dependencia inversa: Metty no es ya un siervo de la familia de Salim, pero se ha criado en ella y le exige una protección y un sustento que él ha de darle sí o sí.
En pocas novelas se ha retratado cómo el fin de la mencionada esclavitud se convierte en esta curiosa relación en la que el descendiente de los viejos amos es el que ha de servir al descendiente de los viejos esclavos para no decepcionar a su familia.
Metty, como Salim, también es un personaje sin origen y totalmente desubicado. Y el lugar al que ambos llegan es para colmo un lugar que sale del colonialismo para internarse en una dictadura.
Los belgas abandonan el Congo y se hace con el poder Mobutu Sese Seko, un militar que sería presidente por la fuerza desde 1965 hasta 1997 y que instauraría un régimen absolutista, arcaizante, basado en el control del ejército, en la violencia y en el robo centralista de la capital que sumiría al país en décadas de injusticias, atrasos y brutalidades.
Mobutu Sese Seko es llamado aquí "el Gran Hombre", y su gobierno autoritario, personalista, castrense, analfabeto, es profundamente criticado por Naipaul tanto o más que el colonialismo belga, que dejó un país abandonado a su suerte en la violencia y la pobreza tras haberlo tiranizado y esquilmado sin miramientos.
La ciudad sin nombre de la novela es un lugar destrozado, donde nada funciona nunca bien, aplastado por un calor asfixiante, lleno de basura y de gente en la pura miseria. Aquí, también chocan dos mundos: los restos de lo que queda del colonialismo europeo y la sociedad tribal que se esconde más allá de la selva. Una vez más, estamos en una tierra de nadie total con Naipaul.
Las andanzas de Salim y de Metty son frustrantes en todo momento. Viven en una casa vieja y sucia de lo que les da una tienda destartalada. No encuentran futuro en su país de acogida, y además son inmigrantes: son ciudadanos de segunda.
Alrededor de ellos pivotan una serie de personajes igualmente desarraigados: desde Indar, un viejo amigo de Salim educado en Europa que trata de ser un esnob y que no es más que un desgraciado, hasta Ferdinand, un joven local que vive a caballo entre su tribu ancestral y el mundo moderno al que quiere pertenecer, pasando por Shoba y Mahesh, un matrimonio indio que monta una hamburguesería de franquicia en el lugar para tratar de ascender socialmente.
Hay dos entre todos ellos que destacan especialmente sin embargo: Raymond e Yvette. Esencialmente, porque son europeos, y porque no es nada común encontrar, en general, retratos de europeos que se han instalado en África en la literatura moderna (o por lo menos, es mucho más común encontrar el retrato contrario, el del africano que se instala en Europa).
Raymond es uno de los "hombres del dictador". Le asesoró cuando era joven y éste le ha colocado como intelectual propagandístico a su servicio. Sin embargo, en realidad no le hace ningún caso: lo relega a una ciudad de provincias para que recopile sus discursos y lo condena al silencio total y absoluto.
Su mujer, Yvette, mucho más joven que él, es otra europea en tierra africana. Obligada por una sociedad pacata y machista a ser su "pareja florero", se dedica a llevar una vida ociosa pero llena de frustración a su lado mientras él es cada vez más olvidado e ignorado por el Gran Hombre.
Todos juntos comparten un ambiente de hastío vital y social, de desesperanza y mediocridad, simbolizado en la ciudad que les acoge, que como he descrito es un polvorín que está constantemente a punto de estallar.
"Un recodo en el río" es una de las más grandes novelas sobre el colonialismo y el post-colonialismo y una de las mejores de su autor. Es cruda y sin concesiones, es dura y deprimente, es terrorífica en algunos de sus pasajes y es lúcida hasta lo desolador.
En 1979, V.S. Naipaul predijo en su ficción gran parte de lo que iba a acontecer en la futura República Democrática del Congo. Su desgraciada historia de sangre y terror la conocemos de sobra.
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