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martes, 7 de enero de 2020
MAELSTRÖM. VILLENEUVE RETRATA UNA GRAN LACRA DE HOY: LA DEPRESIÓN
Aunque tenía elementos dramáticos y hasta alguno que otro turbio, "Un 32 de agosto en la tierra", el primer filme de Dennis Villeneuve, no era un drama "total", como ya sí lo era el segundo, "Maelström", y como lo serían ya todos los posteriores del cineasta canadiense.
Una excelente Marie-Joseé Croze da vida a una mujer que ha triunfado social y laboralmente (jefa de tres grandes boutiques) que tiene un accidente (de coche una vez más, como en el debut de su creador) que cambia su vida para siempre, tanto en aspectos malos como en aspectos buenos.
Villeneuve estudia en su segundo filme el azar y sus efectos sobre nuestras vidas, cómo la pura casualidad nos puede cambiar y cómo de cada cosa positiva puede surgir una negativa y viceversa.
El flujo mismo de la existencia, existencia que en el mundo moderno viene irremisiblemente marcada por las adicciones, el otro gran asunto del filme: la protagonista se refugia de sus traumas, de las exigencias de su ambiente social y de su culpabilidad, en substancias como el alcohol o las drogas.
Alrededor de esto está planeando el amor, visto como redentor y también como elemento condenatorio, y la fatalidad más inesperada.
Dennis Villeneuve narra su filme, muy breve (no llega a la hora y media de metraje) y perfectamente comprimido para poder contar todo lo que es necesario contar, apoyándose en la "voz en off" de un pez que está a punto de ser decapitado y troceado por un pescador.
Pienso, al contrario que otros críticos, que este recurso visual y narrativo no viene mucho a cuento y que estropea ligeramente la atmósfera de drama realista y sobrio del resto del filme, aunque lo cierto es que también veo loable el riesgo que el director asume a la hora de colocar este recurso (y, además, es un cineasta al que le gustan bastante los simbolismos y las metáforas, aunque no todas las que ha usado en su carrera le han quedado siempre claras).
La atmósfera del filme es aséptica, fría, onírica por momentos, y el estilo narrativo es suave, minimalista a veces. El plano cerrado da al drama el significado preciso sin caer en efectismos y consigue meter al espectador en la acción y en la atmósfera agobiante, opresiva, que retrata la depresión profunda por la que pasa la protagonista.
Los actores y las actrices están excelentemente dirigidos por Villeneuve, que cierra otra película ciertamente muy personal.
Posteriormente, iría acercándose al thriller social que le ha hecho famoso. Es curioso pero tras "Maelström" el canadiense estaría ocho años sin ponerse de nuevo tras una cámara en un largometraje. En 2009 volvió por suerte a las salas por todo lo alto con la excelente "Polytechnique".
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