miércoles, 8 de enero de 2020

CENICIENTA. EL ESTUDIO DE WALT DISNEY SUPERA SU PRIMERA GRAN CRISIS


Con "La Cenicienta" el estudio de Walt Disney sale a principios de los años cincuenta de su crisis de la época de las películas propagandísticas y las "películas-paquete" para entregar una de sus más grandes obras y para reponerse de aquellos mencionados filmes de segunda fila. 

El esquema vuelve a ser el mismo de sus inicios: adaptar un cuento clásico en el que prima la victoria del bien sobre el mal y del amor verdadero sobre el amor de conveniencia pero en el que también la ideología del Sueño Americano está bien presente y remarcada, cómo no viniendo del estudio del que viene.


No olvidemos que Cenicienta, a pesar de ser siempre humilde y bondadosa, pasa de la pobreza a la riqueza más delirante, al estatus social más alto posible -ser princesa- y por supuesto a "sentar la cabeza" y a darle hijos a su suegro, un rey que lo único que quiere es tener muchos nietos y que de una vez su hijo "siente la cabeza" antes de que "se le pase el arroz".

Y además no hay que olvidar el machismo indignante que la cinta guarda: todas las mujeres aspiran a casarse con el príncipe de turno y a nada más; no hay cosas más allá de esta hipotética boda y sólo hay que estar guapa las 24 horas del día para quedar bien ante el hombre de turno (de clase alta, por supuesto, ya lo he dicho).


Mensajes como estos aparte, la película, animada maravillosamente (se rodó un 90% de imagen real antes de comenzar los dibujos), con unos escenarios esplendorosos y con una banda sonora que ha quedado para los anales, es un encanto en todos los aspectos y su trama condensa en apenas 72 minutos momentos míticos de romance, humor, musical e incluso toques de aventura protagonizado por los animales del filme (por supuesto, y esto sí es muy positivo, Cenicienta es amiga de los animales y los trata con la dignidad que se merecen: Walt Disney siempre incluía estos mensajes en sus filmes).


La galería de personajes es sencillamente inolvidable: a la Cenicienta, encantadora y nada cargante para ser un personaje ciertamente de corte "ñoño", hay que añadir unos ratones que ponen la nota de comedia sin tampoco resultar pesados y reiterativos, un Hada Madrina divertidísima que se convirtió en un inono cultural de forma instantánea, unas hermastras convenientemente irritantes y una madrastra que se erige como una de las mejores villanas de la historia de Disney: fría, calculadora y sobre todo hipócrita, muy hipócrita. 

Machista y clasista por una parte pero con mensajes que pregonan la bondad y la humildad y la igualdad de los humanos y los animales, "La Cenicienta", con toda esa ambigüedad ideológica, es una maravilla del cine de animación si le podemos perdonar el contexto del que viene.


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