viernes, 16 de agosto de 2019

EL ALMANAQUE DE MI PADRE. LA RECONCILIACIÓN CON EL PASADO


"El almanaque de mi padre" no es la primera obra que destacó de Jiro Taniguchi, que la publicó en 1994, cuando llevaba ya una amplia y reconocida carrera a sus espaldas, pero sí que es, tal vez, la que le hizo famoso del todo fuera de Japón.

Cuenta el propio autor que, tras trasladarse a Tokyo para dedicarse al manga desde Tottori, su pueblo natal, tenía una vida tan ajetreada y divertida en la gran ciudad que pasaron quince años sin que volviese para nada.


Él no estaba enfrentado con su padre, como el protagonista de este cómic: simplemente, no había vuelto en más de una década por pura dejadez, porque el viaje era largo desde la capital y porque lo había ido posponiendo por simple vagancia.

Cuando lo hizo por fin, encontró a su familia y a sus amigos muy poco cambiados, y le recibieron como si hubiesen estado con él el día anterior. Esto le llevó a pensar que se había portado mal con sus padres y con sus seres queridos.


Este hecho le causó mucha impresión y decidió crear "El almanaque de mi padre" y ambientarla en la propia Tottori, que hoy en día ya es una ciudad de 200.000 habitantes, a cuyos parajes homenajea (sus dunas marítimas y las ruinas de su castillo son muy famosas en Japón).

"El almanaque de mi padre" es puro Jiro Taniguchi. En él aparecen asuntos presentes en otras obras suyas como "Barrio Lejano" o "Los años dulces". Yoichi, un joven diseñador y fotógrafo, vuelve desde Tokyo a Tottori para asistir al entierro de su padre, con el que llevaba décadas sin apenas hablarse, extremadamente distanciado.


En el lugar, se reencuentra con su infancia y con su adolescencia, con el dolor y con la ternura, y con sus familiares. Durante el velatorio, todos juntos reconstruyen su propia historia y sus recuerdos, completados y transformados, van adquiriendo una nueva dimensión.

Taniguchi, por medio de unos personajes perfectamente construidos, narra una historia poética y melancólica sobre las trampas del pasado y de la memoria, sobre la falta de comunicación y sobre el paso del tiempo y la llegada de la muerte.


Bucea, con una delicadeza magistral, en cómo un hecho puede ser vivido de una forma o de otra radicalmente diferente según cada persona, en cómo los traumas de la infancia nos pueden marcar para toda la vida no sólo a nosotros, sino también a los que nos rodean.

Alrededor, dan la vuelta asuntos como la solidaridad, la reconciliación, el abandono, la frustración vital, el perdón y el arrepentimiento. También, el casi eterno del cambio de Japón desde los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y apuntes sobre una sociedad que todavía hoy sigue siendo bastante machista.


"El almanaque de mi padre" me hace llorar. Me salta las lágrimas. Creo que Jiro Taniguchi hizo una obra maestra absoluta, que cala en el lector, que toca el alma. Todos hemos tenido percances con nuestros seres queridos, y creo que todos podemos identificarnos en ambos lados de la balanza de la historia (tanto en el del padre como en el del hijo).

El dibujo es soberbio. El detalle de los personajes, el mimo de los escenarios. Se nota que el autor quiere homenajear a su pueblo, al que estuvo tanto tiempo sin volver. Es una delicia pasear por sus páginas y disfrutar del "tempo" redondo con el que narra esta preciosa historia de reconciliación con la vida.

Poco más puedo decir de esta maravilla que es "El almanaque de mi padre" salvo que lo lean. Les pondrá los pelos de punta, se lo aseguro.


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