viernes, 8 de marzo de 2019

VENOM. UNA FELONÍA FÍLMICA QUE DESCIENDE A LOS NIVELES DE CATWOMAN


VENOM de Ruben Fleischer - 2018 - ("Venom")

La película de Venom en solitario ha ido arrastrando su sombra por los estudios desde aquel desastroso "Spider-Man III" de Sam Raimi, cuando se barajó como posible spin-off de la saga.

Pero la saga, valga la redundancia, acabó cancelada, reiniciada de mala manera con "The Amazing Spider-Man" y de nuevo cancelada (también de mala manera) tras "The Amazing Spider-Man: El Poder de Electro", y el Hombre Araña, definitivamente, pasó al Universo Cinematográfico de Marvel en "Capitán América: Civil War".


Pero, según leo, Sony quiere hacer ahora su propio Universo Marvel, y como el baile de derechos lo permite, se saca de la manga esta película protagonizada por el simbionte en exclusiva, en un universo en el que está él solo, y nos quedamos todos tan panchos.

Sí, efectivamente, es una maniobra bastante parecida a aquella de Catwoman de cuyo recuerdo no quiero acordarme.

Aquí, como he dicho, Venom está solo, sin Spider-Man, sin superhéroes, sin supervillanos, sin prácticamente nada que recuerde al mundo Marvel de marras. Vaya, que ha venido a pasar la gorra. Y encima, con descaro.


Porque esta aberración es, en su género, lo peor que he visto desde la mencionada Catwoman (aunque ahí anda cerca también la última de los Cuatro Fantásticos, otro reinicio para estrujar derechos que tal baila).

Tom Hardy está terrible, para empezar. En serio: terrible. Su papel es lamentable, bochornoso, de vergüenza ajena. Su Eddie Brock no produce ni risa: sólo pena. Mucho le tuvieron que pagar para que aceptase dar vida a semejante espantajo.

Pero los secundarios no se quedan atrás. Especialmente Riz Ahmed duele con su horrendo villano de opereta (un Carlton Drake penoso, muy, muy, muy penoso). Michelle Williams tiene un cierto pase: está un poquito menos ridícula, a pesar de que su papel es otra chorrada.


Luego, tenemos el guión. Si es que se le puede llamar así. La trama es una colección de gilipolleces de infarto, con una introducción larga y pesada, con un cuerpo de persecuciones interminables que no van a ninguna parte, con gags sonrojantes, con giros colocados al tun tun.

Venom es un simbionte molón y enrrollado que hace chistes para sacar algo de tajada de la sombra de Deadpool y que también hace cosas maravillosas como revelar sus puntos débiles a los humanos en toda su cara o cambiar de bando porque “en su planeta él es una especie de pringao” (sí, con estas palabras lo dice, señoras y señores).


Y quedan ahí los diálogos: horripilantes. Y el simplismo de un ecologismo barato y de una crítica contra el neoliberalismo de manual desarrollados por un niño de doce años. Y el hecho de que el filme trata de ir de violento y oscuro cuando no se ve ni una sola gota de sangre.

En serio: esto es un desastre. Pero uno de los gordos: un disparate infame, una felonía. Una mierda pinchada en un palo, siendo bruto. Y esta vez me voy a permitir serlo, porque la bazofia lo merece. Huyan de ella como de la peste.

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