"Mad Max II. El guerrero de la carretera", la continuación de la ultraexitosa "Mad Max. Salvajes de la autopista", fue la película que verdaderamente representó el futuro post-apocalíptico que se popularizó tanto en los años ochenta y más allá gracias a esta saga.
En la primera cinta de la serie, el mundo estaba sumido en el caos y en la violencia pero la civilización se mantenía más o menos todavía a flote: en éste, ha ocurrido alguna catástrofe nuclear y las ciudades están abandonadas, los hombres luchan entre ellos como tribus salvajes y los bienes básicos escasean en un desierto lleno de ruinas y de carreteras peligrosas.
"Mad Max II. El guerrero de la carretera" supero en las taquillas a su antecesora, fue la película australiana más cara de su tiempo y cosechó un éxito sin precedentes en todo el mundo.
George Miller volvió a estar en la dirección y Mel Gibson repitió el papel con idéntico carisma y su fama siguió ascendiendo (y a partir de aquí pudo dar el salto en condiciones a Hollywood).
También en esta secuela quedó instaurado el Mad Max más conocido en líneas generales: el guerrero frío y taciturno, que parece preocuparse ya sólo por él mismo, en contraposición con el policía en busca de justicia y venganza de la primera parte.
Posteriormente, en las dos siguientes películas, se iría humanizando y demostrando que en realidad sí que se preocupaba de las personas débiles que sufrían la opresión de los fuertes y por, en última instancia, tratar de hacer el bien.
Las escenas de acción de este filme, realizadas sin efectos especiales y verdaderamente espectaculares e imaginativas, marcaron a generaciones enteras (y en ellas se ha inspirado muchísimo la cuarta y reciente entrega de la saga).
Quedó una vez más colgado por desgracia el argumento, bastante simple y flojito, con villanos con no demasiado carisma y con personajes poco desarrollados (el propio Mad Max no tiene mucho despliegue de trama).
Es un error del filme, pero, sin embargo, a pesar de todo el conjunto funciona como cóctel explosivo de acción y, además, su ambientación punk, sexualmente ambigua y sexy incluso, es una delicia total y absoluta y está clarísima su influencia en miles de películas posteriores y en cómics, videojuegos o novelas.
Para mi la mejor de la saga con diferencia. Una película muy especial, con un tono desalentador, geniales secuencias de acción.
ResponderEliminarUn saludo