EL TEMPLO DEL SOL de Hergé - De 1946 a 1948 - ("Le temple du Soleil")
Con "El templo del Sol" se cierra el arco que comenzó con "Las siete bolas de cristal" en un cómic igual de fascinante que ahora se vuelca, tras el misterio y el terror de la primera parte, en la pura aventura. ¡Y qué aventura! Junto con "Tintín en el Tíbet" este álbum es el más aventurero, valga la redundancia, de toda la saga.
Éxito instantáneo, como habitualmente, "El templo del Sol" fue ya realizado después del fin de la ocupación nazi de Bélgica, aunque todavía la sátira social de otros cómics anteriores a "El cangrejo de las pinzas" de oro no volvió (no tardaría en hacerlo de todas formas).
Hergé, de nuevo asistido por Edgar P. Jacobs, se documentó ampliamente sobre la cultura de los incas y sobre el Perú de su momento y de décadas anteriores para construir un ambiente riquísimo, lleno de detalles y con un dibujo espléndido. Únicamente tuvo un fallo gordo que ha sido muy criticado siempre: el mítico final de la historia posiblemente no habría podido ocurrir de tal manera porque los incas tenían amplios conocimientos sobre astronomía. Fue un fallo eurocentrista y paternalista que se le ha echado siempre en cara a Hergé y a este cómic.
Dejando esto a un lado, estamos ante una epopeya frenética por encontrar al profesor Tornasol que no nos deja parar un segundo, que cambia de escenarios constantemente (toda la riqueza paisajística de Perú está esplendorosamente representada), que aún así deja unos cuantos misterios por resolver todavía (perfectamente integrados) y que presenta a uno de los secundarios más míticos de Tintín: el joven Zorrino, el guía de este periplo.
Hay una ambigüedad curiosa en el retrato de los incas de "El templo del Sol": si bien por una parte son mostrados como una sociedad vieja y teocrática, producto de regímenes rancios del pasado y basada en la superstición y el miedo de la magia, por otra Tintín firma con ella una suerte de "paz" al respetarla finalmente. El crítico Jean-Marie Apostolidès señala que hay un claro enfrentamiento aquí entre lo sagrado y lo secular y que irónicamente el Tintín de sus inicios habría aprobado un sistema político como el de estos incas.
Publicada ya en la revista Tintín, "El templo del Sol" fue como he dicho otro exitazo instantáneo pero vino marcado en lo personal para Hergé por otra etapa muy difícil: él y Edgar P. Jacobs se separaron tras una discusión. Según leo, Hergé había tenido celos del también éxito inmediato del cómic más mítico de éste, "Las aventuras de Blake y Mortimer", y había rechazado que él fuera acreditado como co-creador de las nuevas historias de Tintín.
Además, en junio de 1947 Hergé desapareció, abrumado por el estrés y por la depresión que llevaba arrastrando de todas estas malas rachas, y estuvo descansando en la ciudad suiza de Gland. En la revista Tintín anunciaron que se iba a tomar un descanso. Volvió, pero a principios del año siguiente desapareció de nuevo y se fue una vez más a esta Gland, donde según el biógrafo Pierre Assouline tuvo una aventura extramatrimonial con una mujer casada como él. El consejo editorial de la revista lo amenazó seriamente con dar "El templo del Sol" a otros autores para que lo terminasen y Hergé acabó volviendo.
Por razones desconocidas, Hergé pensó en esta época en irse a vivir a Argentina, según leo. Según leo también, nunca llegó a mudarse, y nunca se supieron las razones finales.
"El templo del Sol" fue adaptada bastantes años después, en 1969, por Belvision Studios como película animada: fue el primer largometraje de animación, valga la redundancia, basado en una historia del reportero de Hergé.





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