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lunes, 4 de julio de 2022

LA SOMBRA DEL BUITRE. EL HOWARD HISTÓRICO QUE PRESENTÓ A RED SONJA

LA SOMBRA DEL BUITRE de Robert E. Howard - 1934 - ("The Shadow of the Vulture")

Red Sonja, asociada siempre a Conan, es uno de los personajes creados por Robert E. Howard que más cambiaron en su paso de los relatos pulp al cómic. De hecho, la Red Sonja del cuento que hoy comento no se parece en absolutamente nada a la que tuvimos en las viñetas, por lo menos en su concepción.

"La sombra del buitre", publicado en la revista "The Magic Carpet", dedicada al mencionado pulp, en enero de 1934, es uno de los relatos "realistas" del autor: no hay magia ni poderes extraños, y se ambienta en un escenario histórico; el del Sitio de Viena de 1529.

Robert E. Howard se basa en el hecho real para narrarlo, apoyándose en lo que verdaderamente ocurrió, y contar la "intrahistoria" de varios de sus protagonistas, algunos reales y otros ficticios.

En el referido Sitio de Viena el sultán Solimán el Magnífico, líder del Imperio Otomano, intentó tomar la ciudad, lo cual, de haberlo conseguido, le habría abierto una gran puerta a Europa y a sus demás reinos cristianos. No lo logró porque, aunque su ejército era superior al de los defensores (compuesto por los habitantes del lugar y por tropas extranjeras como mercenarios alemanas y arcabuceros españoles), las condiciones climáticas fueron terribles (lluvia, inundaciones, nieve y un frío atroz) y el sultán se vio obligado a retirarse humillado tras montones de desastrosos intentos de cruzar sus murallas impenetrables.

Red Sonja (Sonia la Roja de Rogatino) es una guerrera del bando de los vieneses que es experta en armas de todo tipo y que es valiente, brutal, sarcástica e incansable. Es un prototipo de personaje muy diferente al que se daba a menudo en el pulp y en la propia obra de Howard, dominada por este tipo de caracteres fuertes e independientes pero casi siempre en versión masculina.

El otro protagonista del relato es Gottfried von Kalmbach, un caballero germano de la Orden de San Juan caótico y borracho que sirve de cierto contrapunto cómico de Sonja y que establece una relación con ella bastante interesante y divertida (sin que por ello deje de ser también un gran luchador). 

El antagonista principal es el propio sultán Suleimán el Magnífico, que es convertido en un villano con ciertos tópicos pero muy bien desarrollado y prisionero de la inmensa soberbia que este tipo de líderes divinos de pueblos enteros solían tener en estos tiempos.

"La sombra del buitre" me parece uno de los mejores relatos de Robert E. Howard: su estilo nervudo y descriptivo, lleno de potencia, está aquí más pulido que nunca. La representación histórica es riquísima, los desarrollos de las batallas son esplendorosos, las escenas de acción imaginativas y frenéticas, los diálogos fantásticos y chispeantes y el cierto humor de los protagonistas es el justo y adecuado.

Tenemos, por supuesto, aventuras por un tubo, además de las batallas, y conspiraciones palaciegas, y persecuciones, y secundarios con carisma y un desenlace que es un ejemplo de cómo elaborar una excelente escena de patetismo y de soberbia humillada.

Red Sonja fue tomada en 1973 por Roy Thomas y por Barry Windsor-Smith y transformada de forma radical para ser convertida en una bárbara en bikini que, como la especie de contrapartida de Conan que ya conocemos, protagonizaría con él o en solitario muchísimos cómics míticos.

Pero la real, la original, fue la de "La sombra del buitre", un cuento histórico magnífico de un Robert E. Howard menos conocido que no puedo dejar de recomendar porque creo que es, como he dicho, una de sus mejores obras cortas y merece una revalorización.

viernes, 11 de junio de 2021

CORMAC. REY DE LOS MARES. EL PIRATA GAÉLICO OLVIDADO DE ROBERT E. HOWARD

CORMAC. REY DE LOS MARES de Robert E. Howard - 1973 - ("Tigers of the Sea")

Cuando hablamos de Robert E. Howard, nos vienen a la cabeza sus personajes más famosos. Especialmente, el bárbaro Conan. También, Kull de Atlantis, Red Sonja o el cazador de demonios puritano Solomon Kane (cuyos relatos he comentado en esta etiqueta).

Howard, en su corta vida, creó sin embargo muchos más caracteres. Cormac Mac Art es uno de los menos conocidos. Y, ciertamente, también es uno cuyos relatos son menos destacados. 

Cormac Mac Art (o Cormac Mac Airt) fue un personaje histórico que ha tenido también trazas de leyenda: fue Rey Supremo de Irlanda y famoso por ser un gobernante honesto y generoso.

Robert E. Howard dejó cuatro relatos suyos, dispares, incompletos algunos (que fueron terminados por Richard L. Tierney para su recopilación en el libro "Tigers of the Sea" de 1973). No fue un personaje en el que tuviese mucho tiempo de trabajar, aunque en él hay elementos claramente "howardianos".


Cormac Mac Art 
es un guerrero gaélico fuerte, idealizado, brutal, pero también honorable y que da un gran valor a valores, valga la redundancia, como la amistad o la honestidad. Vive aventuras con un grupo de piratas daneses capitaneados por su amigo Wulfhere y en su camino se encuentra desde pictos a vikingos pasando por jutos o bretones.

La ambientación es la del Norte de Europa relativamente posterior a la caída de Roma (en especial, tierras anglosajonas, gaélicas y escandinavas). Es un mundo brutal y machista, donde la vieja civilización latina ha dado paso a un retorno a la violencia sin reglas de antaño (aunque también a unos valores primigenios que a veces son sencillos, lógicos y justos dentro de su mundo de fuerza y lucha).

Robert E. Howard combinó su amplio conocimiento de la historia, con hechos y lugares y pueblos reales, con invenciones propias del pulp más genuino que entran en la fantasía, en la mitología y hasta en el terror.

En todas las historias de este personaje algo olvidado brilla el estilo enérgico y frenético de este escritor. Los caracteres tienen potencia y se describen en pinceladas llenas de garra y las escenas de acción son eso mismo: frenéticas. Pura diversión y puro delirio de violencia y batallas y aventuras.

El primero de sus relatos se llama "Los Tigres del Mar", y en sus páginas Cormac Mac Art y sus amigos daneses han de salvar a una princesa bretona. Todo empieza pausado y todo termina en un festival de sangre y mamporros con historia de amor de por medio.

La segunda, "Espadas del Mar del Norte", es muy similar a la primera. Tanto, que a veces parecen ambas una misma historia que tira por una variante diferente. Otra dama a la que salvar y otra intriga entre pueblos que acaba en batalla enloquecida. Divertida, pero, como he dicho, excesivamente parecida a la anterior.

"La noche del lobo" me resulta el mejor de los cuatro cuentos que han quedado de este personaje, que ahora se infiltrará en pleno territorio enemigo para asistir a la batalla entre dos pueblos enfrentados: los vikingos y los pictos. Muy loca, muy violenta, llena de luchas y con un gran combate entre ejércitos varios.

"El templo de la abominación" cierra la corta colección y me parece muy entretenido y, sobre todo, un soplo de aire fresco: es el más diferente de todos los relatos. Ahora nos sumergimos en la plena aventura y en el terror incluso para entrar con Mac Art y sus amigos en un templo maldito en ruinas en el que encontrarán algo monstruoso.

Esta historia enlaza con la mitología de Howard: su célebre Kull es mencionado y comprobamos que, si bien los otros tres cuentos son "históricos" (vean bien las comillas), éste mete ya al personaje en el terreno fantástico y lo introduce en su mundo interconectado.


Cormac Mac Art
 no es la mejor creación, valga la redundancia, del creador de Conan y Solomon Kane, y sus relatos desde luego tampoco son un dechado ni de originalidad ni de maestría a la pluma comparados con otras obras suyas (en parte, su accidentada historia tiene la culpa, y el hecho de que tuviesen algunos que ser acabados por Tierney). 

Sin embargo, sí que dan fe de la evolución de una de las tramas menos conocidas de Robert E. Howard. Para completistas y para personas que busquen un rato de desprejuiciada diversión. Fue, por cierto, esta serie adaptada al cómic por Roy Thomas y E.R. Cruz, en 1990.

domingo, 3 de febrero de 2019

SOLOMON KANE. LA DESCAFEINADA PELÍCULA


La película de Solomon Kane, que cumple ya una década, fue bastante decepcionante. No era un horror, pero tampoco una maravilla, y tenía un problema que los seguidores de Robert E. Howard no perdonaron: su Solomon Kane era muy diferente al de sus relatos.

El guerrero puritano estaba bien interpretado por James Purefoy, un gran actor que le aportaba carisma, pero era mucho menos duro y brutal que el original.

Los dos se enfrentan sin temblar a toda fuerza del mal para defender a los débiles, pero éste Solomon Kane era menos oscuro y más heroico, y su aventura estaba más centrada en lo épico que en lo terrorífico o en el duelo con lo extraño.


Se le otorgaba un pasado atormentado y se le daba un objetivo: redimirse ayudando a los necesitados de una vida de pecados sanguinarios.

No lo veo mal, porque Howard murió demasiado pronto como para poder dárselo y esto ayuda a empatizar más con el personaje.



Sin embargo, y aunque inicialmente la película es violenta y su ambientación oscura cumple y mantiene bien la atmósfera "pulp", pierde mucho fuelle y se transforma en la clásica historia de lucha del bien contra el mal que ya nos sabemos todos de memoria. Además, su desenlace es bastante tópico.

El antagonista, al que se le ve venir a leguas, tampoco ayuda, y el emplaste feo de efectos especiales con el que resuelven al demonio final chirría bastante, incluso en 2009 (ya había efectos especiales muchísimo mejores aquel año no tan lejano).


Tampoco Kane viaja en ningún momento a la mítica y extraña África de los relatos, y su inolvidable amigo el mago N'Longa no aparece, y se le echa de menos porque es un personaje básico que con sus poderes le ayuda a lidiar con la magia negra que no comprende.

Pese a sus fallos evidentes, "Solomon Kane" es esencialmente entretenida, pero, desde luego, está muy lejos de lo que se esperaba en una adaptación de un personaje mucho más sombrío y despiadado. Habrá que esperar a otra mejor (si la hay, que por ahora no lo parece).


sábado, 2 de febrero de 2019

SOLOMON KANE. AVENTURAS POLÉMICAS EN UNA ÁFRICA FANTÁSTICA


Es cierto, o en parte por lo menos, que Robert E. Howard ha sido bastante fagocitado por su mítico bárbaro Conan.

Aún siendo también muy famosos, personajes suyos como la guerrera Red Sonja, el rey picto Bran Mak Morn, el rey Kull de Atlantis, el detective Steve Harrison, el aventurero Kirby O’Donnell o el pistolero El Borak permanecen, por desgracia, algo olvidados.

Uno de estos caracteres es Solomon Kane, del que Howard, que se quitó la vida con solamente treinta años, dejó un total de ocho relatos (en España, por cierto, magnificamente editados por Valdemar).


Este guerrero puritano del siglo XVII viene a ser un trasunto más de los clásicos personajes del autor: extremadamente fuerte y resistente, a veces casi invencible, y que sale adelante en un mundo violento de fuerzas monstruosas.

Sus aventuras, de capa y espada, son rocambolescas y románticas, cargadas de acción, de villanos terribles y de secundarios entrañables.

Hoy, Solomon Kane, como otros tantos héroes de la ficción del pasado siglo, es revisado con lupa.


No es para menos, porque sus historias, muchas de ellas desarrolladas en África, son desde luego racistas. Lo son. Como lo es, por ejemplo, el álbum "Tintín en el Congo", del primer Hergé.

¿Hay que censurarlas? ¡Por supuesto que no! Hay que mirarlas con un ojo crítico y comprender que pertenecen a otra época, y aprender de ellas y de nuestra evolución cultural y social. Como a todo arte. Como a toda disciplina. El primer relato de Solomon Kane es de 1928 y el último de 1932. El contexto se pueden imaginar cuál es.


Solomon Kane es un guerrero puritano solitario que vaga por el mundo deshaciendo entuertos y acabando con toda clase de malvados y monstruos.

Tenemos desde asesinos sin escrúpulos hasta demonios pasando por esclavistas árabes, espectros, arpías o extraños y originales sucedáneos de vampiros. Sus aventuras comienzan en Europa, y terminan en las profundidades de África.

Howard se inventa ambos continentes: los dos están pasados por un filtro fantástico, legendario, conscientemente desprejuiciado. En especial, el africano, una tierra de terrores constantes, de magia negra y de restos de civilizaciones caídas.


Por supuesto, Solomon Kane puede con todo esto y más. Y aquí es donde están las partes más polémicas de sus relatos: los africanos son prácticamente todos negros primitivos que viven en la ignorancia y en la superstición, en tribus apartadas y brutales, que a pesar de llevar siglos y siglos residiendo en su continente, han sido incapaces de domarlo y tienen que esperar a que venga Kane, el hombre blanco europeo (y anglosajón, claro), a sacarles las castañas del fuego.

Sí, recuerda todo enormemente al mencionado "Tintín en el Congo", en el que Tintín y su perro Milou (todavía no habían conocido al capitán Haddock o al profesor Tornasol) viajan por el país ayudando a unos congoleños desastrosos, corruptos, oscurantistas, analfabetos o directamente imbéciles que se dedican a estrellar trenes por pura incompetencia o a adorar a cualquier ídolo animal de pacotilla como el propio Milou.


Estos retratos prejuiciosos y vergonzantes son parte de nuestra historia, y es bello poder disponer de ella para analizarla y aprender de nuestro pasado.

Tengo que mencionar, de todas formas, que el principal secundario de la serie de Solomon Kane es un negro africano: N’Longa.

Y es totalmente diferente al resto: es un mago muy poderoso, es capaz de cambiar su alma de cuerpo, es extremadamente inteligente y posee secretos de otros mundos con los que salva la papeleta a Kane en más de una ocasión.


Sí, extraña la ambigüedad de Howard a la hora de crear a este curioso personaje que se sale de la norma de su contexto racista.

Dejando esto a un lado, todas las pequeñas aventuras de Solomon Kane son extraordinariamente divertidas. 


Dinámicas como sólo el creador de Conan sabe hacerlas, cargadas de acción, de peripecias muy locas, de diálogos divertidos, de personajes delirantes, de tópicos bien colocados y de parajes evocadores.

En 2009, Solomon Kane tuvo su película, pero fue tremendamente decepcionante. Aún siendo encarnado por el gran James Purefoy, la cinta era una aventurita sin pretensiones con demonios de tres al cuarto, sin demasiada violencia y no demasiado oscura que no le hizo justicia al guerrero puritano de Howard. Una pena. Otra vez será (esperemos).