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miércoles, 7 de junio de 2023

EL DRAGÓN ROJO. FANTÁSTICA (SEGUNDA) PRECUELA DE EL SILENCIO DE LOS CORDEROS

EL DRAGÓN ROJO de Brett Ratner - 2002 - ("Red Dragon")

Un año después del gran éxito de "Hannibal" se estrenó, para aprovechar el tirón de la saga al máximo, "El Dragón Rojo", la precuela de "El silencio de los corderos" que ya tuvo en 1986 su primera versión, "Hunter", dirigida por Michael Mann. 

Es curioso, pero Brett Ratner, un director para mí por lo menos en general mediocre y autor de cosas tan olvidables como la saga de "Hora punta", "Family Man" o "X-Men III. La decisión final", entregó una película fantástica, con un reparto en estado de gracia, con una trama excelentemente medida y llevada (con ritmo, fuerza y garra) y con una ambientación muy conseguida. 

Se vuelve a la fórmula de "El silencio de los corderos": Will Graham (ahora Edward Norton), el detective que atrapó a Hannibal Lecter (interpretado de nuevo y sin decepcionar por Anthony Hopkins), necesita la ayuda del caníbal psicópata para atrapar a otro loco (ahora un absolutamente genial y soberbio Ralph Fiennes que incluso se come al propio Hopkins) tal y como la necesitaría "en el futuro" la agente Clarice Starling. 

Se vuelve al juego de ironías, pretensiones intelectuales y ambigüedades entre los dos protagonistas y se recuperan los diálogos mordaces y las perversiones sugeridas; "Hannibal" era una buena película, pero había perdido esto en parte, una de las grandes características de la saga.

Acompañan además excelentes secundarios como Harvey Keitel, Emily Watson (espléndida, absolutamente espléndida) o el tristemente fallecido Philip Seymour Hoffman. 

Surgen las inevitables comparaciones también con "Hunter" y, aunque ni hay ni que decir que Michael Mann es uno de los mejores directores de hoy, "El dragón rojo" presenta una acción más potente y un drama más emotivo (la relación entre El Hada de los Dientes y Reba está aquí más desarrollada). 

Sin embargo, y lo he dicho también cuando hice la crítica de "Hunter", incide la versión de Mann mucho más en el hecho de que Will Graham es capaz de penetrar en la mente de los psicópatas porque él está más cerca de ellos de lo que cree. Esto aquí está más suavizado. Más políticamente correcto. Igualmente, "El dragón rojo" es una excelente precuela y una nueva entrega de la saga de Lecter más que apreciable.

miércoles, 6 de abril de 2022

X-MEN: LA DECISIÓN FINAL. MÁS ACCIÓN, MÁS MUTANTES, PEOR TRAMA, PEOR PELÍCULA

X-MEN: LA DECISIÓN FINAL de Brett Ratner - 2006 - ("X-Men: The Last Stand")

El paso de la saga de los mutantes de Marvel de manos de Bryan Singer a Brett Ratner fue un auténtico desastre que dejó la primera trilogía de estos personajes por los suelos.

Todo lo que Singer había construido lo tiró Ratner vilmente a la basura para presentar la típica y tópica película de acción con efectos especiales abusivos y, lo que es peor, con muchos, muchísimos personajes mal o pésimamente desarrollados.

Si Singer había desplegado un aspecto visual más serio y discreto para los X-Men pero manteniendo la esencia de los cómics, Ratner se lía a poner colorido, diseños hiperbólicos y escenas de acción pirotécnicas por todas partes. 

Si Singer se había centrado en el desarrollo de un grupo de personajes concretos, Ratner se lía a meter mutantes buenos y malos a lo bestia y sin ningún criterio (algunos tan estúpidos como un hombre que puede controlar su peso a su voluntad pero que prefiere ser la mayor parte del tiempo un sudoroso obeso mórbido... demencial) y a cargarse de forma estúpida a personajes clave de las dos anteriores entregas.


La historia de "X-Men III. La decisión final", basada en parte en la saga de la Fénix Oscura de los cómics, es un despropósito en el que todo avanza a trompicones y entre improvisaciones de momentos de acción forzados con unos diálogos horrorosos y con demasiadas escenas para la antología del disparate cinematográfico (sobre todo quedará para los anales ese momento en el que Magneto levanta el puente de día y, justo al siguiente plano, ya es de noche... imprescindible).

Como he dicho, la trama de esta tercera entrega de los X-Men es un horror en el que se suceden escenas salteadas y a veces atropelladas o directamente inconexas, lo cual de por sí deja a la película en muy mal lugar.


Sin embargo, tiene algo todavía más imperdonable: el poco o nulo respeto que se tiene por los personajes de las dos primeras entregas y también por los nuevos.

Puede que haya habido problemas con demasiados actores que no quisiesen repetir papel, pero es imperdonable que los saquen de la historia de tan mala manera como los sacan a casi todos. Para empezar, Cíclope muere a los veinte minutos de película. Sí, como lo oyen. Se lo cepillan de forma vulgar en dos segundos y el personaje queda completamente olvidado hasta que en los últimos cinco minutos le hacen un homenajito barato.


Esta manera de cargarse a uno de los caracteres clave de la saga nada más empezar el filme ya anticipa lo que vendría después, porque al Profesor Xavier también lo perdemos al rato y de forma igualmente salchichera (aunque por lo menos su muerte resulta dolorosa para los demás X-Men, porque del pobre Cíclope es que directamente pasan tres kilos todos sus amigos).

No acaba aquí la cosa, porque Mística también es despachada de buenas a primeras con otra excusa bastante tonta y Magneto también pasa tres kilos de ella como los X-Men pasan de Cíclope. Eso es un guión coherente, sí señor.

Pero la sangría de personajes sigue todavía más: al pobre Rondador Nocturno es que directamente ni le vemos; no está: simplemente no está, y nadie habla de él y nadie se acuerda de él y de lo que hizo en "X-Men II". Tremendo.


Los demás tampoco salen bien parados: Lobezno, Tormenta, Pícara y el Hombre de Hielo toman más protagonismo pero no se desarrollan nada, mientras que Magneto y Pyro se quedan en "los malos", y ya está; son "malos" porque son "malos", y punto.

Jean Grey tampoco dice nada: supuestamente es un ser atormentado, pero se dedica a destruir cosas y a aparecer y desaparecer sin mucho criterio y su relación con el malogrado Cíclope se la pasa por el forro.

Los que por otra parte apuntaban maneras en la segunda entrega como Kitty Pryde o Coloso se quedan también ahí, como comparsas de los X-Men sin apenas protagonismo, mientras que los nuevos seguidores del mencionado Magneto son mutantes de estilo punkarra con poderes aburridos y más planos que una tabla de planchar (ese Juggernaut que no es más que una bestia destructora e imbécil se lleva la palma).


Los nuevos X-Men "buenos" tampoco sirven, finalmente, para nada: Bestia tiene gracia al inicio del filme y está bien representado pero también está bastante desaprovechado, y de Ángel mejor ni hablamos porque, sencillamente, nadie sabe qué hace ahí: sale en tres escenas mal contadas, no tiene diálogo apenas, no pinta nada en la historia y ni siquiera llega a ponerse el traje de la escuela de Xavier con el que sale en el poster de la película. Si no hubiese salido, no habría importado nada; es más, sus apariciones gratuitas incluso descolocan.

En fin, esto es "X-Men III. La decisión final": más y peor, un puedo y no quiero, otra película penca de superhéroes que, desgraciadamente, se carga una trilogía que iba por buen camino.