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miércoles, 15 de enero de 2020

MACBETH SEGÚN ORSON WELLES. UNA OBRA MAESTRA ALUCINÓGENA HECHA CON 4 DUROS


Es digna de elogiar la valentía y la excelencia artística de Orson Welles, que se pasó media vida luchando contra productores artísticamente desalmados para poder rodar las películas que quería, y que encima logró, en bastantes ocasiones por suerte, entregar grandes obras maestras a pesar de todo.

Una de estas es su versión de la inmortal obra de William Shakespeare "Macbeth" de 1948, que se vió obligado a recrear en apenas un mes y en un set de rodaje ínfimo, reducidísimo, destartalado y que no era más, realmente, que los restos de un set de otra película que en ese momento estaban disponibles y casi abandonados.


Muy discutida (para unos, entre los que me encuentro, es genial, y para otros es fallida), esta versión de la historia del asesino del rey escocés me parece única y cargada de personalidad.

Visualmente está muy limitada, es cierto, pero creo que en este caso eso más que perjudicarle le otorga una personalidad única.

Orson Welles era un maestro, y era capaz de hacer una buena película sin apenas presupuesto: eso queda aquí plenamente demostrado.


Este "Macbeth" es un Macbeth oscuro, sucio, decadente, cutre y realista, pero a la vez onírico, pesadillesco. El ambiente del filme es seco, brutal, deprimente incluso, casi primigenio, y remite a una Edad Media de ensoñación alejada de cualquier esplendor hollywoodiense de grandes castillos y armaduras brillantes.

El "Macbeth" del director de "Ciudadano Kane" es único, les guste o no a sus detractores, y visualmente es una maravilla y todo un ejemplo de cómo hacer algo personal con cuatro duros.


No destaca solo en lo visual, claro: Welles sabe dirigir una obra que capta perfectamente la idea y la esencia del texto shakesperiano y que la retrata con cariño y respeto.

La mencionada dirección es perfecta, agobiante y retorcida, grandilocuente como suele ser todo en Welles pero sin dar gato por liebre.


Los actores están todos fantásticos, y el propio director, que para variar se reserva el papel de protagonista, entrega un Macbeth soberbio, que suda tormento, que tiembla ante los dilemas morales y que sufre como nadie.

El clásico papel colosalista, de individuo oscuro que a él tanto le gustaba, megalómano, ególatra y "ombliguista" como era, pero que tan bien hacía siempre.

El "Macbeth" de 1948 de este genio es una de sus grandes piezas y una de las mejores adaptaciones de una obra de Shakespeare a la gran pantalla.