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viernes, 27 de noviembre de 2020

COCO. PRECIOSA HISTORIA DE UNIÓN FAMILIAR, IMAGINATIVA Y COHERENTE

COCO de Lee Unkrich y Adrián Molina - 2017 - ("Coco")

"Coco" es, tal como dicen tantos, una de las mejores películas de Pixar de los últimos tiempos, en los que la compañía animada lo cierto es que, a pesar de habernos dado joyas como "Inside Out" o la para mi muy buena "Buscando a Dory", ha descuidado algo su calidad con inexplicables mediocridades (para su nivel habitual) como "El viaje de Arlo" y con bodriazos para sacar pasta del merchandising como la infame "Cars III". 

"Coco", inspirada en las tradiciones del Día de los Muertos de México, a las que homenajea, contiene la fórmula simple pero a la vez mágica de las películas de Pixar, la que han olvidado ligeramente en los últimos tiempos: una historia muy sencilla, con un mensaje conservador incluso, pero perfectamente explotada para gustar a todos los públicos y perfectamente desarrollada para enviar su mensaje sin caer en pasteladas y demagogias baratas, algo que ha sido más propio siempre de su "colega" Disney (no siempre, no siempre, es cierto).  

Si bien es cierto (y a mi me chirría) que el mensaje que transmite "Coco" es excesivamente conservador (desde el punto de vista de que, como "Inside Out", es una apología de la familia biológica y exclusivamente biológica -parece que de verdad Disney haya metido las garras en la producción más de lo que debería-), es cierto también que está expuesto de forma lúcida, sin dar moralinas, y con asuntos que pivotan a su alrededor que están también tratados con destreza y sin efectismos como la honestidad, la rebeldía (el contrapeso al mencionado de la familia biológica), la creación artística, la persecución de los sueños, la muerte, las decepciones vitales, el olvido o el peso del pasado. 

También es cierto que critica a las familias invasivas que tratan de controlar a sus miembros con tradiciones absurdas y tiránicas que lastran sus ilusiones y carreras. Al César lo que es del César: no todo es conservadurismo.

Todo esto está en la película sazonado con humor, aventuras, una ambientación fantástica, una animación como siempre maravillosa y un drama que sobre todo está tratado con delicadeza y emotividad. 

"Coco" nos regala algunas de las escenas más preciosas del último cine animado norteamericano, escenas que ponen los pelos de punta y que verdaderamente tocan nuestra sensibilidad sin hacerlo de forma forzada. 

Es cierto que tiene algún fallo, en especial en lo referente a lagunas de guión y algunas cosas evidentes en su trama que podrían haberse manejado mejor para que la "intriga" fuese algo más afilada. Sin embargo, se le perdona. 

La penúltima película de Pixar hasta la fecha nos devuelve una vez más lo mejor de la compañía. A ver si nos dejamos ya de secuelas de "Cars" hechas como churros para vender mochilas y estuches y de mediocridades para pasar la gorra y nos centramos más en la animación de calidad.

viernes, 25 de octubre de 2019

BUSCANDO A NEMO. LA MADUREZ DEFINITIVA DEL ESTILO DE PIXAR


BUSCANDO A NEMO de Andrew Stanton y Lee Unkrich - 2003 - ("Finding Nemo")

Tal vez la película de madurez definitiva de Pixar, la que marcó las grandes pautas de trabajo del estudio en su primera etapa creadora sea "Buscando a Nemo"; lo afirmo sin menospreciar en absoluto a grandes obras anteriores ni a enormes filmes posteriores.

"Buscando a Nemo" conjuga a la perfección el sabor de la aventura animada clásica con un humor ya plenamente adulto (cargado de ironía, a veces surrealista, a veces tierno) y con una trama que es apta para el disfrute de cualquier edad. 


Sí, películas como "Toy Story" y su secuela o "Bichos" o "Monstruos S.A." ya tenían esta "marca de la casa", pero en esta obra estas características aparecen más potenciadas que nunca.

Tenemos acción, tenemos comedia, tenemos diálogos chispeantes, tenemos una parte incluso de drama perfectamente integrada en el conjunto (la introducción del filme pone los pelos de punta en toda su pasmosa sencillez) y tenemos también gags absolutamente memorables y, por supuesto, un mensaje a favor del buen trato a los animales que aboga por la no utilización de peces como mascotas (mensaje que se une a otros ya esperables como los que apuestan por la amistad, la fraternidad, la colaboración entre razas diferentes, la responsabilidad...).


La galería de personajes de "Buscando a Nemo" es, por otra parte, inolvidable (como las otras galerías de personajes de Pixar, claro).

Todos representan a tipos humanos perfectamente reconocibles y cautivan tanto a los niños como a los adultos y, en especial, uno se convirtió por méritos propios en el más mítico del filme y en un icono de la compañía: el del pez cirujano Doris, entrañable, divertidísimo y absolutamente delirante en su amnesia constante y en su vagar sin sentido por las aguas.

Desde luego que este personaje se ha transformado en un símbolo de la falta de memoria y de las personas olvidadizas.


Por supuesto, el aspecto visual de la película no se puede olvidar: es precioso, sencillamente precioso; las escenas del mar (al parecer los animadores tomaron clases de buceo para poder ver un arrecife desde todos sus ángulos y huecos) son completamente soberbias en su realista y hermoso diseño, mientras que la animación es un prodigio de representación de los movimientos de los animales a los que el filme retrata.

"Buscando a Nemo" es un clásico instantáneo, una película que alegra cualquier día triste y que nunca se cansa nadie de disfrutar. Su segunda parte, de la que hablaré mañana, fue también genial.


lunes, 26 de agosto de 2019

MONSTRUOS S.A. UNA METÁFORA DEL MERCADO DEL MIEDO AJENO


Junto al de los juguetes con vida de la saga de "Toy Story", el de "Monstruos S.A." es uno de los mejores mundos que la compañía de Pixar ha creado nunca.

Estuvo dirigida por Pete Docter, que posteriormente se encargaría de maravillas como "Up" y "Del revés", Lee Unkrich, que haría lo propio con "Buscando a Nemo", "Toy Story III" y "Coco", y David Silverman, formado en "Los Simpson" y que dirigiría su película grande en 2007.


Este inolvidable filme propone una reinvención total en clave de comedia seria del "trabajo" de esos famosos y temidos monstruos que a todos nos asustaron cuando éramos pequeños y que temíamos que se escondiesen en el armario o debajo de la cama: estos monstruos en realidad tienen miedo a los niños y se ganan el pan "jugándose" sus vidas para traer a su mundo la energía que necesita para funcionar, que proviene precisamente de los gritos de estos niños.

"Monstruos S.A." es una clásica historia de valores humanos como la amistad y la confianza (motores de la trama) o la integridad pero que también propone una crítica a un mundo que se sustenta en la mentira y en la corrupción y que vive del miedo ajeno para poder obtener ganancias.


Demuestra esto una vez más que, aunque no en todas sus películas, en muchas de ellas Pixar ofrece mensajes tanto para los niños como para los adultos (en "Monstruos S.A." creo que queda clarísima la "suavizada" -evidentemente- pero seria visión de un mercado que se nutre del sufrimiento -¿El de las armas? ¿El de la droga? ¿El del periodismo alarmista? Ahí queda la metáfora...-).

Por supuesto, la animación es fantástica y tanto los personajes como los escenarios están cargados de buen hacer y de inventiva: es una delicia observar la gran cantidad de imaginativos monstruos que pasean por el filme.


La pareja protagonista, la niña Boo o los villanos de la función quedan para la historia de Pixar como algunos de sus personajes más carismáticos. 

Y no hay que olvidar el humor paródico pero tremendamente inteligente (marca de la casa, para niños y adultos, ya saben) que desprende "Monstruos S.A.", que además tiene escenas de acción absolutamente geniales (especialmente, esa inolvidable batalla final en el laberinto de las puertas es vibrante y divertidísima y debería tener un lugar de honor en las mejores antologías de escenas de este tipo). Otro triunfo de Pixar. Mañana, su precuela.


miércoles, 3 de julio de 2019

CICLO TOY STORY III: LA NOSTALGIA DE LO PERDIDO


Pocas películas consiguen hacer que se me salten las lágrimas, y una de estas pocas es "Toy Story III", que, llegada once años después de la segunda parte y quince de la primera, sabe reciclarse a la perfección para ofrecer una nueva cinta de aventuras y un homenaje nostálgico y muy sentido dedicado a todas las generaciones que crecieron con el avance de los estudios de Pixar.

Y es que en la tercera aventura de los juguetes de John Lasseter ya se respira, desde el inicio, una suerte de "mal rollo" o de tristeza: Andy se encamina hacia la mayoría de edad, se va a marchar a la universidad y sus juguetes han sido condenados al olvido y, además, notablemente diezmados (el único pero que le pongo a la película es que faltan personajes clave de la saga como Bo Peep -aunque esta por lo menos sería recuperada para la cuarta entrega-).


Hay una escena que es simplemente soberbia: la madre de Andy entra en el cuarto de su hijo y casi se echa a llorar al ver lo rápido que ha pasado el tiempo. 

En este panorama, Woody, Buzz Lightyear y sus amigos (los eternos Jessie, Sr. Patata, Slinky, Rex, Hamm...) van a vivir su última aventura para recuperar a su amigo de juegos o, por lo menos, para demostrarle que están ahí y que siempre van a estar para él.

"Toy Story III", aunque tenga un final feliz y aunque cuente con el humor de siempre, es una historia claramente crepuscular que me atrevería a decir que está más orientada a los adultos que a los niños.


Su tono es más serio, más crudo incluso, y la situación que pasan los juguetes abandonados en la guardería crea un mal rollo verdaderamente efectivo.

Por otra parte, los nuevos villanos son posiblemente los más complejos de toda la saga, incluida la cuarta entrega (víctimas del abandono y del miedo, se volvieron perversos y corruptos).

Destaca por encima de todos el "malo malísimo" Lotso, el oso de peluche, toda una explosión de carisma y, también, el desternillante Kent de Barbie, pusilánime y miedoso y mangoneado por Lotso.


Y bueno, el final de esta película es, sencillamente, genial: pone los pelos de punta y llama directamente a los niños que todos hemos dejado de ser de una forma u otra.

Quedan, por supuesto, las fabulosas escenas de acción y la animación, absolutamente maravillosa. "Toy Story III" fue el colofón que esta saga se merecía, sin duda. Y ahora, ha llegado una cuarta parte que no desmerece en absoluto de ella y de la que hablaré mañana.


martes, 2 de julio de 2019

CICLO TOY STORY II: EL PERFECTO RETORNO


Planeada en un principio, al parecer, como secuela directa al mercado del videoclub, "Toy Story II", que por suerte fue llevada al cine, vuelve a tener todos los elementos de la primera entrega, y mejorados incluso: aunque ya no es una sorpresa, su humor es todavía más inteligente, su animación más perfecta y sus escenas de acción más delirantes y divertidas.

John Lasseter repite tras la dirección junto a Lee Unkrich (que debuta en el largo en Pixar con esta película y que dirigiría su tercera entrega) y Ash Brannon (que también debuta en el largo en el estudio y que posteriormente dirigió "Locos por el surf").


La película, con los personajes ya sobradamente presentados en la primera parte, se dedica a desarrollarlos más y a entregar más aventuras y más gags, que en esta ocasión vienen dedicados en gran parte al cine clásico de ciencia ficción (los hay que parodian a "2001. Una odisea del espacio", a "Star Wars", a "El Planeta de los Simios", a "Godzilla"...).

Los nuevos personajes, por otra parte, están cuidadísimos y vuelven a ser una explosión de carisma y, además, enriquecen todavía más el mundo de los juguetes y en especial el de Woody: Jessie y su caballo son su complemento perfecto y los dos villanos, Stinky Pete y el Emperador Zurg, parodias ambos del malvado cuatrero típico de los westerns y de una suerte de Darth Vader respectivamente, son inmejorables.


Queda además, por supuesto, la fábula que ya vimos en el filme de 1995: la fábula sobre el abandono y sobre los temores de los juguetes, cuya vida pierde todo el sentido cuando no están cerca de los niños o las niñas a los que aman. La metáfora es, como en toda la saga, bastante ambigua, pero también es bastante abierta, y creo que eso es lo que se busca: la identificación clara y directa.


Estas emociones, una vez más, están tratadas con una coherencia y una madurez sin par que hacen que los mencionados juguetes sean humanísimos, que todos podamos identificarnos con ellos sin ningún problema.

"Toy Story II" es todo un ejemplo de lo que debe ser una buena secuela: más y mejor en todos los aspectos. Y por suerte el nivel seguiría en alza en sus siguientes dos entregas.