JARHEAD de Sam Mendes - 2005 - ("Jarhead")
En "Jarhead", su tercera película, Sam Mendes volvía a cambiar completamente de registro para experimentar con el género bélico y rodar la cinta que posiblemente y hasta la fecha mejor ha expuesto, por lo menos en los últimos años, la mediocre cotidianeidad de una guerra cualquiera, la cotidianeidad de esos soldados que apenas llegan a pisar el campo de batalla y que por ello se sienten decepcionados (no olviden además que estos provienen de la sociedad norteamericana, muy enfermita con todo esto del patrioterío y las guerras).
Un grupo de personajillos mediocres se alista en el ejército para llegar a ser grandes marines en la Guerra del Golfo. Todos guardan en su interior cascadas de violencia contenida que han de salir de alguna manera. Todos están obsesionados con el Sueño Americano de servir a la patria matando enemigos. Todos quieren disparar sus gatillos. Todos quieren sentir correr la sangre. Pero no hay nada en el desierto.
Esto no es una Guerra Mundial, no es Corea ni es Vietnam. Es, como he dicho, el Golfo Pérsico de las últimas décadas, y todo ha cambiado mucho desde entonces.
La guerra se desarrolla de otra manera, y a los sufridos patriotas no les da tiempo ni de cargar el arma por segunda vez. Todo pasa deprisa y sin novedades entre instrucciones, guardias, fiestas y deportes improvisados, y los jóvenes se frustran: nunca matarán a nadie, nunca saldrán de la mediocridad, nunca regresarán a los USA siendo unos ganadores.
No encontraremos en "Jarhead" grandes escenas de violencia o acción: sólo una eterna retaguardia y un combate decepcionante. Y es que, como he señalado, la guerra de "Jarhead" no es la de "Apocalipse Now" ni la de "Platoon", ni la de "Salvar al Soldado Ryan" o "Hermanos de sangre".
Mendes triunfa retratando lo que pocos han retratado tan bien hasta la fecha: la vulgaridad que se esconde hasta en los conflictos bélicos más implacables.
Los iraquíes mueren a destajo mientras su país es reducido a cenizas entre sus tiranos y los tiranos extranjeros, pero los norteamericanos no tanto: hay bajas, por supuesto, pero no hay épica, no hay grandes hazañas, no hay retornos gloriosos.
Políticamente el tercer filme de Mendes no se posiciona a favor ni en contra de ningún bando (descomprometimiento por el que fue criticado), pero sí que queda retratada a la perfección la absurda locura cotidiana de la guerra "entre bambalinas", y creo que va a ser mítica, con el tiempo (si no lo es ya) la escena en la que ese soldado loco por entrar en acción es frustrado en el último segundo por sus superiores, tras lo cual arranca a llorar histéricamente.
Sí, se ha librado de tener que matar a un hombre, se ha librado de ensuciarse las manos y de arriesgar su vida... Pero nunca será nadie.
Quedan además los excelentes actores que dan vida a estos "loosers" (encabezados por un genial Jake Gyllenhaal) y la esplendorosa fotografía de Roger Deakins que sumerge de lleno en esos paisajes desolados y bellamente infernales donde sólo mueren los iraquíes y casi nadie más. Una película magnífica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario