LOS PECES DE LA AMARGURA de Fernando Aramburu - 2006 - ("Los peces de la amargura")
Uno de los grandes y más polémicos hitos de la última literatura española ha sido "Patria" de Fernando Aramburu. Sin embargo, no es la primera vez que este escritor ha tratado el problema de su País Vasco natal en sus libros.
"Los peces de la amargura", de 2006, reúne diez relatos con este telón de fondo y, en gran, gran parte, es una suerte de ensayo de "Patria". Todos sus cuentos están unidos por un tema: los estragos que el terrorismo de ETA hace en las vidas de personas normales.
Su estilo directo, de cadencia suave, realista, preocupado por captar todos los detalles cotidianos más significativos (que son los que esconden a veces el "alma" de lo que realmente está ocurriendo) sirve para narrar historias desoladoras con personajes con una psicología muy bien desarrollada.
Unas son optimistas, y otras pesimistas. En algunas, hay esperanza: en otras, la más honda negrura. Aramburu quiere, pienso, abordar todos los campos, como en un caleidoscopio, de la situación que él mismo conoció como vasco (nació en San Sebastián y participó activamente en su vida cultural hasta que en 1985 se marchó a vivir a Alemania).
En "Los peces de la amargura", si bien este autor se posiciona claramente en contra del terrorismo y a favor de sus víctimas, también dibuja unos retratos personales que huyen del maniqueísmo y de los blancos y negros con una limpieza sin par.
En sus diez cuentos hay personas que sufren por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, y personas que son asesinadas muchas veces sin tener tiempo siquiera de saber por qué. Sin embargo, también hay personas que se han visto arrastradas por el fanatismo de su ambiente y que han acabado matando a otras, o en la cárcel, o cargando toda su vida con una culpa terrible.
Normalmente, todas ellas son personas comunes, de la clase trabajadora. Los políticos, los altos cargos, no son los que pagan los platos rotos: ellos casi siempre se libran, aunque muchas veces sean los que promueven y manejan la locura del odio.
Fernando Aramburu si algo tiene es empatía. Para con todos sus personajes, basados, claro está, en personas reales que se vieron en medio de este terrible conflicto en cualquiera de sus dos lados.
El otro gran protagonista de "Los peces de la amargura" es el paisaje. El País Vasco es retratado con todo su esplendor con una ambientación que muchas veces es la que describe el ánimo de las escenas o de los protagonistas.
Tenemos ciudades como Bilbao o San Sebastián, y tenemos también pequeños pueblos donde todo el mundo se conoce y donde el odio es todavía más encarnizado. Tenemos igualmente parajes naturales tan bellos como hostiles. Algún relato también tiene lugar fuera del País Vasco.
"Madres", el segundo, nos lleva a la asfixiante cotidianeidad de una mujer cuyo marido, guardia civil, está destinado en una pequeña localidad del País Vasco y cuya familia es amenazada.
El tercero, "Maritxu", nos habla de otra madre: de la de un etarra que está, en plena juventud, en la cárcel. Aramburu es capaz de retratar el otro lado de la balanza con como he señalado una empatía increíble mientras traza un retrato agudísimo de un elemento que a veces se olvida que está presente en tantos conflictos políticos: la hipocresía religiosa.
En "Lo mejor eran los pájaros" saltamos a un precioso cuento sobre otra madre más que le habla a su hijo sobre la tragedia de su familia, también marcada por un asesinato de ETA, y en "La colcha quemada" somos testigos de un episodio cotidiano de violencia en el que otra familia, que no se mete nunca en política, vive diariamente con miedo porque su vecino, el del piso de arriba, es precisamente político.
"Informe desde Creta", uno de los relatos más largos y también uno de los mejores, narra una bellísima historia de superación de la desgracia por medio del amor y de los buenos recuerdos, que son capaces de sustituir o por lo menos eclipsar a los malos. Maravillosa.
Igual de duro por lo menos es "Golpes en la puerta", en el que pasamos al "otro lado": un joven etarra cumple condena en prisión y está encerrado en un módulo especial de aislamiento, donde es torturado por sus vigilantes y donde recuerda su vida pasada, la que le ha llevado a este lugar terrible. Pelos de punta.
En "El hijo de todos los muertos" volvemos a la cotidianeidad para encontrarnos con otra historia más de una familia que sobrevive como puede, en un clima de odio político, a un oscuro secreto que su miembro más joven empieza a intuir y que sólo conocen su madre y sus abuelos.
La colección termina con "Después de las llamas", que tras tanto horror es, en parte, un relato casi humorístico. Casi, porque está lleno de contenido sutil. Dos hombres comparten habitación de hospital. A uno lo han herido: otro está enfermo de una causa natural. Entre ellos, aunque no lo parezca, hay una circunstancia común.
"Los peces de la amargura" es una joya de libro de cuentos. Bello y, especialmente, valiente. Muy, muy valiente. Y también muy necesario. Un canto contra el odio, contra el fanatismo y contra la violencia imprescindible.
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