HIJOS DE DUNE de Frank Herbert - 1976 - ("Children of Dune")
Con "Hijos de Dune" termina la primera trilogía de novelas de este universo de Frank Herbert (escribiría posteriormente otras tres más y luego, tras su muerte, su hijo Brian continuaría con su legado -con muchas más novelas y con muchas malas críticas-).
La saga, tengo que decirlo, se me ha empezado a resentir a partir de aquí. "Dune" fue un libro que cambió la ciencia ficción, y "El mesías de Dune", aún siendo menor, presentaba muchos aspectos novedosos dentro de su género que la hacían bastante interesante y muy única en su momento.
"Hijos de Dune" vuelve a tratar temas estimulantes. Amplía los que ya desarrollaba en las anteriores novelas y añade algunos nuevos.
Esencialmente, Herbert pone en la picota una vez más a las dictaduras personalistas y mesiánicas y a los fanatismos religiosos y continúa narrando la caída en la decadencia del imperio galáctico fundado por los Atreides, ya completamente podridos y enfrascados en luchas internas de toda clase.
También, se expande aquí uno de los asuntos centrales de "Dune" según Herbert: la dicotomía entre la búsqueda de la paz por parte de la humanidad y su deseo y constante necesidad de seguir avanzando en sus descubrimientos, lo cual la lleva a guerrear.
Igualmente, volvemos a tener un aviso ecológico muy potente y claro (uno de sus puntos más interesantes) contra la destrucción de la naturaleza por parte de los seres humanos, ejemplarmente retratado en la alegoría del planeta Arrakis, que precisamente al haber sido adecuado para ser más habitable con zonas verdes y con agua abundante empieza a perder poco a poco su ecosistema original de forma catastrófica (y con ello peligra la propia especia que el imperio necesita, metáfora entonces de nuestro petróleo).
Política y filosóficamente, "Hijos de Dune" es un libro muy interesante, repito. Lo es. Sin embargo, aquí al autor le falla la forma.
Por una parte, los personajes clásicos empiezan a repetirse en sus objetivos y comportamientos, mientras que muchos de ellos además son desfigurados de mala manera (lo que Herbert hace con Paul Atreides especialmente no tiene nombre). Los nuevos, en general, no tienen carisma potente para levantar el conjunto.
Por otra, la trama principal de esta tercera novela de la saga es un refrito de lo que hemos visto en las dos anteriores con elementos muy predecibles, con un cuerpo innecesariamente largo que pierde el ritmo y con un desenlace totalmente precipitado.
Todo huele a "deja vu" de la primera "Dune" con ciertos elementos variados. Ahora los Atreides están como he señalado en lucha entre ellos, y también los Corrino y los mismos Fremen. Esto es loable, porque Herbert se aleja del maniqueísmo para retratar un imperio ya completamente perdido en su soberbia y en su tiranía donde en cada familia y en cada tribu se conspira sin cesar.
Lo que tira la premisa por tierra es, como he dicho, que la intriga sea tan predecible (en serio, hay elementos que se averiguan a leguas), que los personajes hayan perdido tanta garra y que todo termine de golpe en un "pis pas" (tras montones de escenas de relleno llega un cierre apresurado en apenas un par de capítulos que lo deja todo bastante colgando).
Los diálogos no ayudan tampoco. Herbert es aquí más pedante y pretencioso que nunca, y cada una de sus conversaciones es una batalla dialéctica retorcida, falsamente misteriosa, para demostrar una intelectualidad que no siempre es tan compleja y tan refinada como pretende ser.
Es una lástima que en este tercer libro todo se tuerza de esta manera. Me ha costado bastante terminarlo en algunos pasajes incluso, tengo que decirlo, en los que estaba dando vueltas una y otra vez sobre el mismo aspecto de la trama.
"Hijos de Dune", que por cierto fue adaptada para la televisión entre 2000 y 2003 con sus dos compañeras de trilogía, originalmente cerraba esta saga. Sin embargo, cinco años después aparecería un cuarto libro ("Dios Emperador de Dune") que precedería a otros dos. A ver qué me encuentro en ellos.
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