lunes, 18 de marzo de 2019

TRUE DETECTIVE I. LA REVELACIÓN


Que desde hace más de una década el mercado de las series está felizmente saturado de grandes creaciones (algunas, por desgracia, se quedan inconclusas debido a esta saturación y a la competencia feroz entre ellas) es un hecho claro. Clarísimo. Y viva este hecho.

"True Detective", creada por el escritor Nic Pizzolatto y dirigida por Cary Fukunaga, ha sido una de las grandes revelaciones de los últimos años sin ninguna duda. Con sólo ocho capítulos y autoconclusiva, se ha metido en el bolsillo y en el corazón a las audiencias de todo el mundo. Y no es para menos.


La calidad de este thriller es gigantesca en todos los aspectos. En el argumental, en el visual y en el actoral. Y todo junto crea una de las mejores historias filmadas de toda la historia (valga la redundancia).

En el terreno argumental tenemos una trama detectivesca sórdida, violenta, brutal, realista sin concesiones, que también, como toda buena trama negra, disecciona con un fino y agudo bisturí la sociedad de su momento: concretamente, volvemos a tener aquí a la socorrida e inhóspita y a la vez apasionante Norteamérica profunda de las últimas décadas.


Porque "True Detective" es mucho más que una historia de detectives: es una historia sobre la vocación, sobre la búsqueda de la verdad a toda costa, sobre la integridad más escrupulosa (y mal pagada en todos los sentidos) y sobre la lucha del bien contra el mal, de la luz contra la oscuridad. 

Alrededor de esta trama principal pivotan además otros asuntos como la amistad, la camaradería, la familia, los desencuentros generacionales, la corrupción, la religión, el fanatismo, la violencia, las frustraciones vitales, el machismo, la muerte, el paso del tiempo y también la pobreza que se ha creado con la crisis económica global que hemos vivido en los últimos tiempos.


Todo está animado con unos diálogos magistrales, maravillosos, de una lucidez cortante, inteligentes. Una delicia en todos los aspectos. Y también por unos personajes espléndidamente construidos sobre los que se cimientan todos los conflictos anteriormente citados.

La ambientación, como he dicho, es igualmente magistral: esa también mencionada Norteamérica profunda (en este caso las planicies costeras de Vermilion Parish, en Louisiana) es un personaje más, un símbolo de las luchas de los propios protagonistas y del ambiente estancado, corrupto y podrido en el que se mueven; decrépita y oscura y a la vez fascinante, llena de secretos y de lugares imposibles, esta Vermilion Parish posee una atmósfera que pone los pelos de punta y que, como he dicho, es una metáfora, y nada casual, de todo lo que acontece en la trama de "True Detective".


Sin embargo, nada habría sido esta excelente serie sin las absolutamente soberbias actuaciones de su pareja principal: Matthew McConaughey y Woody Harrelson. El primero demuestra la gigantesca capacidad interpretativa que siempre tuvo tras años y años de estar anclado en papeles poco o nada interesantes (muchas comedias románticas chorras y muchas películas de acción tontunas; todas olvidables y olvidadas) y entrega al mejor personaje; un detective visionario, mesiánico, que ya se ha ganado un lugar en el podio de los grandes personajes televisivos de la historia.


El segundo se puede lucir menos en su papel, pero igualmente borda al hombre víctima del propio machismo “testosterónico” de la sociedad en la que le ha tocado vivir y consigue momentos espléndidos y brillantes igualmente.

Sin McConaughey y Harrelson, sin su química espectacular, sin su carisma que se come la pantalla y la hace explotar, "True Detective" no habría sido tampoco lo que es: una obra maestra indiscutible. Sus discutidas segunda y tercera temporadas, mañana y el miércoles.


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