viernes, 29 de marzo de 2019

CARPANTA. "EN LA ESPAÑA DE FRANCO, NADIE PASA HAMBRE"


Siempre me ha sorprendido la infravalorada capacidad que tuvieron los autores de cómic del franquismo para meterle pullas al sistema y salirse, muchas veces, con la suya.

Unos más que otros, pero casi todos en alguna obra, retrataron, por medio de su costumbrismo humorístico aparentemente inofensivo, la sociedad en la que les tocó vivir con un ojo ya no agudo, sino sorprendentemente agudísimo.

Lo hizo Vázquez con "Las hermanas Gilda", dos solteronas sexualmente reprimidas que se pasaban la vida peleando, o Roberto Segura con "Rigoberto Picaporte, solterón de mucho porte", un tipo mediocre y frustrado que trataba de conquistar sin éxito a una mujer de una clase más acomodada.


El propio Francisco Ibáñez retrató también, ya en democracia, en la segunda mitad de los años ochenta, a los jóvenes parados de la Movida en "Chica, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo".

Creo que uno de los autores de esta generación que más brutal fue en este aspecto es Josep Escobar i Saliente, que firmaba como Escobar y que creó a los míticos gemelos "Zipi y Zape", dos niños "malos" e incomprendidos que eran valupleados sin parar por los adultos y sus reglas represivas y que eran una representación de la marginación que sufrían los chicos que fracasaban en los estudios por parte de sus propias familias.


También fue autor de las historias de "Petra", una criada de pueblo que vivía en la ciudad aplastada por su clasista señora, o "Toby", un perro que más de una vez salvaba la papeleta a su inepto dueño y que sin embargo no era valorado por éste.

Su obra más mordaz, dura y negra es sin embargo, pienso, "Carpanta". Un tipo pobre, desastrado, sin afeitar, con ropa vieja y sombrero y un cierto aire de Charlot castizo que siempre estaba muerto de hambre y que en cada historieta trataba simplemente de comer, de llevarse algo a la boca.


Algo a priori tan tonto e inocente escondía mucho más de lo que parecía. Carpanta, publicada por primera vez en 1947 en la revista "Pulgarcito", fue un éxito instantáneo y se coronó como uno de los personajes clave del cómic español: llegó a tener una serie de actores en los años sesenta y su propia revista, "Super Carpanta". Llegó incluso a seguir siendo tremendamente famoso ya tras la Transición.

"Carpanta", según la RAE, significa "hambre atroz". Y eso es lo que pasa este personaje día a día. Trata de comer pero nunca lo consigue porque vive en la miseria, debajo de un puente, y sólo cada cierto tiempo tiene empleos esporádicos, alocados y mal pagados.

Carpanta se da además de bruces con la profunda insolidaridad de la sociedad de su momento. Los personajes secundarios de estas tiras son viles y egoístas, desconsiderados y manipuladores.


El mejor amigo de Carpanta es Protasio. Y vaya un mejor amigo: es un tipo orondo, pícaro, en mejor situación que Carpanta y que aunque sabe cómo vive él nunca le da nada ni le ayuda sin esperar algo a cambio; ni le invita siquiera a comer.

Luego, está Valeria, que está enamorada de Carpanta y, a su vez, Protasio lo está de ella. Pero Carpanta, que no quiere compromisos, le da largas una y otra vez y ella lo trata de seducir con comida, preparándole guisos suculentos, pero siempre con condiciones.


Aún siendo cómico, el sustrato de "Carpanta" es siniestro. Con sus gags basados en el "slapstick", retrata a una sociedad terrible y a unos personajes despreciables. 

Curiosamente, a la censura franquista se le escapó todo menos una cosa: la palabra "hambre" fue cambiada por "apetito" porque, según decían, "en la España de Franco nadie pasa hambre". Fue prácticamente lo único que Escobar tuvo que ablandar. El resto, es historia y un ejemplo de cómo metérsela al sistema en sus propias narices.


3 comentarios:

  1. Gracias por tu entrada. La verdad es que nunca había prestado demasiada atención a este personaje y desconocía este aspecto de crítica social.

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  2. De siempre me ha encantado Zipi y Zape y las historietas de Carpanta, aunque la verdad es que lo pasaba bastante mal cuando el pobre no conseguía comer. Gracias por el análisis y por descubrirme la crítica social que conlleva un cómic, en apariencia, inocente.

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