GRINDHOUSE. DEATH PROOF de Quentin Tarantino - 2007 - ("Grindhouse. Death Proof")
Si “Planet Terror” era un homenaje a las películas clásicas de zombies, “Death Proof”, la aportación de Quentin Tarantino a “Grindhouse”, lo es al slasher, aunque de manera muy particular.
Menos descerebrada (excepto tal vez en su desenlace), más pausada, con más y mejores diálogos y con una dirección más cuidada en líneas generales, ésta segunda película del conjunto narra la historia de un asesino en serie de jovencitas (un simplemente soberbio Kurt Rusell) cuya arma es… su coche, una terrible máquina de correr y de matar, asesino en serie que es, según se dice en el filme, un viejo especialista de cine curtido en mil escenas peligrosas (responde como El Especialista Mike).
Es un hombre socarrón, cínico, inhumano y tremendamente machista… Que va a encontrarse en su camino con tres mujeres que le van a dar una lección. ¿No os recuerda a algo? Por supuesto: “Death Proof” es un homenaje también al cine de Russ Meyers, en el que grandes mujeronas o jovencitas aparentemente tiernas acaban con hombres como él y terminan superándolo en brutalidad tras darle una lección feminista.
Las referencias no terminan sin embargo aquí: hay un homenaje más; el homenaje a los mencionados especialistas de cine. El Especialista Mike dice serlo, pero Zoe Bell, una de las tres chicas a las que él ataca y que le devuelven el cumplido, es una auténtica maestra de este arriesgado y poco reconocido oficio (con trabajos en la misma “Planet Terror”, en “Kill Bill”, en “Poseidón” o en la serie “Xena. La princesa guerrera”) que se interpreta a sí misma y que protagoniza una de las mejores escenas del filme, la de la primera carrera final.
Quedan además las referencias clásicas y habituales en las producciones de Tarantino a la cultura norteamericana y a sus propias películas, algún toque de divertido metacine y una persecución que se asemeja a la de la gran “Bullit”.
El resto ya se lo imaginan: conversaciones muy ágiles que van desde lo inteligente y lo irónico hasta lo absurdo y lo zafio, un despiadado humor negro y una violencia vistosa descarnada y terrible que estalla en el momento menos esperado rompiendo una tensa calma.
Hay que reconocer además que Tarantino es siempre un excelente director: su más que buen hacer se siente en cada plano, rodado con ilusión y primor, y especialmente en las escenas de acción de la cinta, que son pocas pero tremendamente efectivas y que gozan de un ritmo a veces frenético y de una imaginación y un pulso dramático que ya quisieran muchos otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario