jueves, 14 de julio de 2022

WHIPLASH. UN RETRATO TERRIBLE Y BRUTAL DE LA COMPETENCIA EN EL MUNDO DEL JAZZ

WHIPLASH de Damien Chazelle - 2014 - ("Whiplash")

Hubo un tiempo en el que al jazz le llamaron "La música del Diablo". Este estilo, "creado por los negros", fue un símbolo de rebeldía, de romper las reglas, de sugerir sexualidad, de jugar con la música como nunca antes se había jugado. 

Hoy, tal y como se ve en "Whiplash", el jazz se ha convertido, por lo menos en parte, en algo acomodado, elitista, que se enseña en escuelas de música molonas de ciudades molonas como Nueva York. El sistema lo ha neutralizado y se lo ha comido, como le pasó más tarde al movimiento hippie o al punk. 

Damien Chazelle, antes de ser cineasta, intentó ser baterista de jazz y se topó con un profesor obsesivo y excesivamente estricto que sirvió de inspiración para este, su segundo filme tras "Guy and Madeleine on a Park Bench". Previamente, ya había rodado un corto titulado de la misma manera. 

"Whiplash" es un retrato brutal, sin concesiones, terrible, de esas escuelas en las que la competencia es sádica y desleal por todo lo alto, de esos alumnos enfermizamente dedicados a su disciplina y de esos profesores delirantemente severos y subidos que les hacen la vida imposible. 

"Whiplash" viene a ser el "Cisne Negro" del mundo del jazz profesional, y es una de las películas más maravillosas que nos dejó 2014. Se puede interpretar como una suerte de nueva versión de la "Caza del Sueño Americano", sólo que ahora esta caza es esnob y se camufla en el supuesto amor al arte. La sociedad capitalista lo termina pervirtiendo todo, y algo como el jazz, que es "hacer música en compañía", se convierte en una nueva "Carrera de ratas" por llegar al triunfo social.

Damien Chazelle entrega una película cargada de ritmo, con una estética preciosa, con una banda sonora inolvidable (tenía que ser así, claro) y con una trama inteligente, sentida, descorazonadora y crítica con el mundo del arte (finalmente de cualquier arte) "oficial" y competitivo.

Hay algo sin lo que la película, de todas formas, no habría sido lo que es: las interpretaciones, absolutamente soberbias, de su dúo protagonista. Milles Teller y J.K. Simmons están, simplemente, brillantes. Pero brillantes por todo lo alto: tendrían que haber recibido más premios de los que ya han recibido. 

Ambos, como alumno y profesor, se terminan solapando hasta dejar ver a unos individuos sin escrúpulos, locos por el jazz de pero forma insana, capaces de todo por triunfar (esto incluye no tener familia, pareja ni amigos) y que no son más que distintas caras de la misma moneda. En especial J.K. Simmons es un portento de la actuación y entrega un papel memorable. "Whiplash", con un desenlace además de infarto, es una joya, una obra maestra. No se la pierdan.

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