martes, 25 de agosto de 2020

EL LIBRO DE LA SELVA. UN DISNEY LOCO Y VITALISTA A RITMO DE JAZZ

Walt Disney murió en 1966, durante la realización de su genial versión de "El Libro de la Selva", que fue la última de las películas de su estudio que produjo y supervisó personalmente. 

La compañía que creó junto a su hermano Roy ha seguido adelante y, definitivamente, y a pesar de haber tenido épocas más flojas, fue y todavía es un referente a nivel mundial de la animación. 

La obra de Rudyard Kipling en la que este absolutamente imprescindible filme se basa es una simple excusa para entregar una aventura de acción completamente loca donde el dramatismo original pasa a ser un mero apunte en pos de la pura comedia a ritmo de jazz. 

Tomarse excesivas licencias a la hora de adaptar una obra suele ser polémico (aunque esta obra vaya dirigida a los niños), pero hay en ocasiones en las que incluso se agradece, porque "El Libro de la Selva" es todo un soplo de aire fresco en una filmografía donde hasta este momento (y aunque la cosa estaba cambiando ya por suerte) habían abundado las películas de corte romántico y las didácticas. 

Aún teniendo un mensaje finalmente machista en su epílogo (y es que seguimos en 1967, no nos engañemos), "El Libro de la Selva" es una película completamente desprejuiciada que predica por la ideología del "Vive y deja vivir" encarnada por el inolvidable oso Baloo.

Este personaje, uno de los míticos de la factoría de Disney nada más nacer e icono fulminante, es presentado como un vagabundo y un vago redomado, como un vividor que se dedica a pasárselo bien (madre mía, si es que hasta hace un baile que sugiere una masturbación... yo por lo menos lo veo así) entregándose a placeres como el mencionado y como las grandes comilonas seguidas de esplendorosas siestas. 

El mensaje del filme, pienso, es extremadamente positivo, sobre todo teniendo en cuenta las cosas que el estudio de Walt había hecho anteriormente, donde primaba, especialmente en su primera época, la transmisión de miedo dirigida a los niños que se portaban mal o la clasista y machista apología del "Sentar la cabeza". 

Otros mensajes positivos de Baloo son la convivencia en paz con la naturaleza y con los demás, el respeto y el "no hacer la guerra". 

Se contrapone el oso, humorísticamente también en escenas muy irónicas, a la pantera Bagheera, gruñona y que representa la obsesión por la responsabilidad (a pesar de ser otro personaje intrínsecamente bondadoso).

"El Libro de la Selva", además de los mencionados Baloo y Bagheera, presenta a una de las galerías de caracteres más divertidas y míticas del estudio Disney: el niño de la jungla Mowgli es otro icono de la compañía, así como los geniales animales Kaa (la serpiente), el Rey Louie (un mono que quiere ser humano para bailar jazz... simplemente inolvidable), el Coronel Hathi y sus elefantes, los locos buitres (cada uno con un acento diferente en la versión en español) o el villano de la función, el tigre Shere Khan, configuran un mundo de seres fantástico. 

Por supuesto, queda la animación, al nivel de la casa, y los realistas y coloridos escenarios y, también, las escenas de acción, que beben directamente del gag clásico para hacer reir al espectador con delirantes y desternillantes golpes y persecuciones animadas por un humor bastante irónico y fino. 

"El Libro de la Selva" es un clásico indiscutible de la animación mundial. Después de las también fantásticas "101 Dálmatas" y "Merlín el encantador" certifica plenamente la entrada de Disney en una nueva época.

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