martes, 18 de junio de 2019

EL PAN DE LA GUERRA. EL INFIERNO DE LAS MUJERES EN EL AFGANISTÁN TALIBÁN


Si no han visto "El secreto del Libro de Kells" y "La canción del mar", de Tomm Moore… ¡Ya están tardando! Bromas aparte, son dos películas animadas irlandesas, realizadas en estilos “tradicionales” (que también está bien variar de tanto 3D genérico), sobre leyendas célticas actualizadas muy, pero que muy recomendables (y preciosas).

Pero hoy hablamos de "El Pan de la Guerra", de la directora Nora Twomey, también del país del trébol y de la cerveza negra, que co-dirigió con Moore la mencionada "El secreto del Libro de Kells" y que ahora se sale del estilo de su debut para regalarlos una película sobrecogedora sobre el Afganistán ocupado por los talibanes. Sí, otra más, pero esta vez animada y con un estilo muy propio.


Paruana es una niña de once años que vive en Kabul y que, cuando su padre es arrestado sin razón (simplemente por haber sido profesor en el pasado, porque los profesores según los talibanes “enseñaban cosas inútiles”), se ve obligada a mantener ella sola a su familia, compuesta por su madre, su hermana y un hermanito de tres años.

¿Qué ocurre? Pues que una mujer en aquel Afganistán no podía salir de casa sin su padre, o hermano, o marido, o hijo, o primo, o tío, o sobrino… Así que Paruana tiene que cortarse el pelo y disfrazarse de chico para poder hacer algo tan básico como ir al mercado a comprar comida.


"El Pan de la Guerra" es un drama social e histórico (está ambientado en el Afganistán inmediatamente anterior a la invasión de los USA) que no solamente es feminista, sino también antibelicista. 

Denuncia la situación que padecen miles de mujeres en montones de países que todavía viven presas de dictaduras religiosas y los horrores de estos sistemas, violentos, aleatorios, injustos, demenciales, pero también el hecho en sí de la guerra, ejemplificado en una nación que ha sufrido las invasiones y las opresiones de cientos de culturas que la han dejado siempre destrozada, desde la de Alejandro Magno hasta la de los soviéticos o la de los norteamericanos.


La animación es maravillosa, en especial la de la historia alegórica, realizada con “recortes”, y su llamada a la esperanza a pesar de todo el horror es lúcida, coherente y realista.

Nora Twomey no pretende hundirnos, sino afirmar que hay espacio para la lucha y para cambiar las cosas y que las personas, incluso el a priori peor talibán, son capaces de sacar fuerzas de flaqueza y piedad y solidaridad en los peores momentos. No se la pierdan, por favor.


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