Después del enorme éxito de “Batman”, Tim Burton comenzó a ser reconocido como uno de los directores más originales de su momento y, después de la maravilla de "Eduardo Manostijeras", retomó al hombre murciélago para realizar una excelente segunda entrega de sus aventuras que, en mi opinión, supera a la primera.
Repite en "Batman Returns" todo lo mejor de aquella con nuevos elementos. En especial, despuntan dos de los mejores villanos que ha tenido Batman en todas sus franquicias: el Pingüino, interpretado por un genial Danny DeVito, y Catwoman, a la que daría vida una inolvidable Michelle Pfeiffer.
Gotham siguió siendo un lugar inhóspito y negro, y esta vez estaba nevada como en un cuento tétrico, decimonónico, de Navidad.
En todos los aspectos “Batman Returns” resultó ser una cinta mucho más redonda que “Batman”. Subsanó uno de los principales fallos de su antecesora: el personaje del protagonista. Bruce Wayne ya sí que tenía el carisma y el desarrollo interior suficientes como para hacerle sombra a sus enemigos, y Catwoman, insinuante, sigilosa y salvaje, embutida en reluciente cuero, es otra criatura de la noche como él, solitaria, sedienta de odio.
La relación entre ambos, de amor y de odio, fluctuante, enriquece a “Batman Returns” presentado un conflicto romántico trágico que en “Batman” no existía.
El tercer monstruo en discordia, el Pingüino, es capaz de igualar en mi opinión en carisma al propio Joker de Jack Nicholson. Burton se basó para recrearlo en los habituales “malvados” de las novelas de Charles Dickens: esperpénticos, retorcidos y extravagantes y también algo infantiles y muy patéticos.
Es, además de esto, físicamente calcado al doctor Caligari de la obra clave del expresionismo alemán “El Gabinete del Doctor Caligari” (mientras que Eduardo Manostijeras era calcado a su sirviente asesino Cesare, de la misma película).
Por supuesto, también esconde el Pingüino un pasado de tristeza que le impulsa a actuar como actúa: a luchar por su reconocimiento en una sociedad que le dio de lado y, además, por su venganza.
El único personaje realmente malo en todos los aspectos del filme viene interpretado por un no menos genial Christopher Walken: Max Shreck (claro homenaje al “Nosferatu” de Murnau, filme que Burton adora y cuya influencia es más que palpable en su obra).
“Batman Returns”, a pesar de que siguió sin contentar por completo a muchos fans del personaje por el hecho de que el comisario Gordon volviese a ser una mera anécdota y de que Harvey Dent ya ni siquiera apareciese (lo haría en la bochornosa "Batman Forever" ya como Dos Caras) es una genial película de acción cargada de imaginación.
Tras ella, y al parecer observando que su Batman recibía más críticas que nunca por ser "demasiado oscuro para el público infantil y juvenil", Burton renunciaría a realizar la tercera entrega de la saga: “Batman Forever”, de la que se encargaría Joel Schumacher con los horrendos resultados que ya conocemos.
Repite en "Batman Returns" todo lo mejor de aquella con nuevos elementos. En especial, despuntan dos de los mejores villanos que ha tenido Batman en todas sus franquicias: el Pingüino, interpretado por un genial Danny DeVito, y Catwoman, a la que daría vida una inolvidable Michelle Pfeiffer.
Gotham siguió siendo un lugar inhóspito y negro, y esta vez estaba nevada como en un cuento tétrico, decimonónico, de Navidad.
En todos los aspectos “Batman Returns” resultó ser una cinta mucho más redonda que “Batman”. Subsanó uno de los principales fallos de su antecesora: el personaje del protagonista. Bruce Wayne ya sí que tenía el carisma y el desarrollo interior suficientes como para hacerle sombra a sus enemigos, y Catwoman, insinuante, sigilosa y salvaje, embutida en reluciente cuero, es otra criatura de la noche como él, solitaria, sedienta de odio.
La relación entre ambos, de amor y de odio, fluctuante, enriquece a “Batman Returns” presentado un conflicto romántico trágico que en “Batman” no existía.
El tercer monstruo en discordia, el Pingüino, es capaz de igualar en mi opinión en carisma al propio Joker de Jack Nicholson. Burton se basó para recrearlo en los habituales “malvados” de las novelas de Charles Dickens: esperpénticos, retorcidos y extravagantes y también algo infantiles y muy patéticos.
Es, además de esto, físicamente calcado al doctor Caligari de la obra clave del expresionismo alemán “El Gabinete del Doctor Caligari” (mientras que Eduardo Manostijeras era calcado a su sirviente asesino Cesare, de la misma película).
Por supuesto, también esconde el Pingüino un pasado de tristeza que le impulsa a actuar como actúa: a luchar por su reconocimiento en una sociedad que le dio de lado y, además, por su venganza.
El único personaje realmente malo en todos los aspectos del filme viene interpretado por un no menos genial Christopher Walken: Max Shreck (claro homenaje al “Nosferatu” de Murnau, filme que Burton adora y cuya influencia es más que palpable en su obra).
Tras ella, y al parecer observando que su Batman recibía más críticas que nunca por ser "demasiado oscuro para el público infantil y juvenil", Burton renunciaría a realizar la tercera entrega de la saga: “Batman Forever”, de la que se encargaría Joel Schumacher con los horrendos resultados que ya conocemos.
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