martes, 22 de octubre de 2024

EL GRAN SHOWMAN. UNA ODA AMERICANA QUE BLANQUEA A UN PERSONAJE TERRIBLE

EL GRAN SHOWMAN de Michael Gracey - 2017 - ("The Greatest Showman")

El australiano Michael Gracey se estrenó como director con "El Gran Showman", un musical sobre los inicios en el mundo del espectáculo de P.T. Barnum, un famoso empresario y artista circense que llegó también a estar metido en política y que en los USA es bastante conocido en la cultura popular (mucho menos fuera de ellos). 

La obra sería, sin paños calientes, un auténtico truño si no fuese por sus escenas musicales. Porque es plana, maniquea, más simple que una botella y exaltadora del Sueño Americano y de la cultura del "hombre hecho a sí mismo" de siempre. Y además, no profundiza nada, pero nada de nada, en el personaje principal, que aparece como un pobre más que supera su ambiente social de miseria y triunfa y, tras tropezar y caerse al haber dado de lado a su familia y a sus amigos, se levanta otra vez para volver a triunfar. 

Eso que le ocurre a una persona de cada mil o más, para muchos americanitos es la norma: si te esfuerzas, consigues tus sueños, y punto, y no importa un pito nada más, y si eres pobre es que no te lo has currado. 

Por supuesto, los capítulos más oscuros de Barnum ni se investigan siquiera, ni se proponen. Yo no conozco demasiado de este hombre, al que llaman algunos el "inventor del espectáculo actual", pero sí sé que era un mentiroso y un estafador y que llegó a exhibir a una esclava de ochenta años que había comprado en su show.

Luego, la trama de la película tampoco es que ayude mucho, porque es una sucesión de hechos narrados seguidos, como en una cadena de montaje, con bastantes lagunas argumentales en la que todo ocurre atropelladamente, sin trazar siquiera algo de la psicología de los personajes, sin prestar atención a sus evoluciones y cambios, sin desarrollar a los secundarios más allá de varias pinceladas cutres y adiós muy buenas.

En fin, que esto es un rollazo patatero de la peor calaña y de la peor demagogia. Ahora bien, como musical cumple, y eso le impide llegar a ser a "El Gran Showman" el bodrio infame que podría haber sido.

Hay algo que salva mucho, muchísimo, a la película: Hugh Jackman. Es un actor que se esfuerza, que lo pone todo de su parte, que le echa ilusión a casi cualquier papel que haga. Da gusto verlo, da gusto escucharlo cantar, da gusto admirarlo bailar. Muy, muy bien. Y luego, las canciones y las actuaciones están muy potables. No son maravillosas, no son el culmen de la imaginación coreográfica, pero son resultonas y bonitas, y algunos números, como el de Zac Efron y Zendaya o el primero ambientado en el bar consiguen caer verdaderamente bien. 

Las mencionadas canciones están elegidas para gustar: entran a la primera, a todo tipo de público; van a saco a agradar al espectador. En fin, tampoco es malo. Y la ambientación es buena, así como la caracterización. 

"El Gran Showman" es agradable de ver, es entretenida, no es molesta, pero es muy poco exigente como drama y como musical y es una oda infumable al Sueño Americano de siempre. No es crucificable por su espectáculo visual, pero su trama gris y sesgada, su rancio ideario y su falsedad a la hora de retratar a un personaje histórico que era detestable no le dejan ir más allá de ser un divertimento bien rodado y ya.

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