UNA MUJER DE PARÍS de Charles Chaplin - 1923 - ("A woman of Paris: A drama of fate")
A partir de 1923, Charles Chaplin empezó a lanzar sus obras a través de la United Artists, y a partir también de esta fecha todas fueron ya, excepto el mediometraje "El peregrino", películas largas, como "El chico", con la que inauguré el ciclo de sus largometrajes en este blog.
Tuvo un inicio algo titubeante al pasarse al largometraje definitivamente con la creación que hoy tratamos, "Una mujer de París", pero luego ya llegaron, una tras otra, todas sus obras maestras.
En este filme que nos ocupa, Chaplin no actuaba, solamente dirigía, y esto estaba convenientemente dicho en su introducción.
Fue su primer drama (luego rodaría otros) y fue un fracaso de taquilla relativo, porque el público quería verlo a él y ver sus gags y se encontraron con una obra tal vez demasiado seria.
"Una mujer de París", sin ser tampoco redonda, mantiene elementos interesantes en una carrera marcada esencialmente por la comedia.
Es un filme en el que yo por lo menos veo claros apuntes feministas: una mujer es repudiada por su padre y cree que también por su novio y, en busca de libertad, se entrega a una vida de hedonismo y bohemia en París siendo la mantenida de un amante rico.
La dualidad está servida, y creo que esta es la base de gran parte de la crítica del filme: a una mujer para ser independiente solamente le queda en la sociedad de ese momento ser la querida de alguien con dinero.
Edna Purviance, en el que sería su último papel con el director, da vida muy bien a una joven que quiere ser libre pero que a la vez es clasista (que no puede soportar que un mendigo se quede con un simple collar de los que ellas tiene a miles) y que se enfrenta al dilema de elegir entre la comodidad de la riqueza y la sencillez del amor verdadero (el que la sociedad impide precisamente, aunque critique al otro).
Chaplin alterna momentos geniales, como los de las fiestas bohemias parisinas (en los que se sugiere incluso, fuera de plano, un strip-tease -en el año 1923-), y otros menos conseguidos como algunos melodramáticos algo ñoños.
El desenlace tira por tierra un poco todo el conjunto: demasiado moralista, demasiada propaganda religiosa, demasiada felicidad metida con calzador. Es la época, claro.
Sin embargo, ya encontramos en "Una mujer de París" algunos de los elementos de agudeza social que el director nos regalaría en sus posteriores obras.
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