sábado, 21 de septiembre de 2019

EL REGRESO DEL SEÑOR DE LA NOCHE. Y FRANK MILLER REVOLUCIONÓ A BATMAN


No sé qué le ha ido ocurriendo a Frank Miller en los últimos años. Ya no es solamente que sus temas hayan derivado hacia repeticiones de conceptos que a veces rozan ideologías muy radicales, sino que sus historias han perdido inventiva y hasta sus personales dibujos han perdido calidad.

Puede que sea muy radical yo afirmando esto, y tal vez injusto, pero es que, ciertamente, es lo que veo en una grandísima parte de su última creación, de su última década.


Siempre nos quedarán, de todas formas, sus maravillas de los ochenta y los noventa. Porque hay algo indiscutible: sea como sea hoy en día, Frank Miller es uno de los grandes innovadores del cómic de superhéroes y de más allá de la historia.

"El regreso del Señor de la Noche", de 1986, una de las obras más influyentes de este género y en concreto de la franquicia de Batman, sigue ahí maravillándonos y recordándonos lo que este autor fue capaz de hacer décadas atrás.


Ya empezó años antes a cambiar el concepto del superhéroe clásico con sus sagas de Daredevil, pero fue en esta aventura del Hombre Murciélago desgajada de la continuidad de DC donde terminó de coronarse como uno de los grandes de su momento.

Junto con "La broma asesina" de Alan Moore, "El regreso del Señor de la Noche" fue el cómic que inspiró a Tim Burton para su versión más oscura y violenta de las aventuras de Batman: sus dos películas son claramente deudoras del concepto de estas aventuras.


Frank Miller se encarga del dibujo, y Lynn Varley, que fue su mujer, del color. Junto al entintado de Klaus Janson, queda configurada una estética conscientemente tosca, realista y a la vez perfectamente encuadrada en el canon visual de un superhéroe; una estética extremadamente personal e instransferible.

Porque Miller, aunque hoy haya perdido calidad, ha sido siempre uno de los dibujantes más inimitables del cómic. Y aquí, destapa sus mejores esencias, amén de una composición de encuadre clavada, un ritmo redondo y un dinamismo ágil y cargado a la vez de potencia.


Es una delicia leer "El regreso del Señor de la Noche": perderse en cada una de las páginas y disfrutar de su tempo es un placer inmenso. Y, también, lo es disfrutar de su trama.

Este cómic, apartado como he dicho de la continuidad habitual de la saga del personaje, presenta unos años ochenta ucrónicos en los que ha triunfado la violencia, el caos callejero y la idiotez de las masas, permanentemente pegadas a la televisión.

En este mundo, Bruce Wayne lleva ya tiempo retirado y, con cincuenta años sobradamente cumplidos, ha de volver a enfundarse su traje y coger sus armas para salvar a una Gotham que va al desastre total.


Frank Miller recicla de forma genial todo el universo de Batman para entregar una aventura crepuscular completamente nueva pero fiel a su esencia y a la de todo el universo de DC.

Toca en ella muchísimos asuntos, desde la violencia hasta la corrupción pasando por el terrorismo (el terrorismo de Estado también), la demagogia política y de los medios de comunicación, la falta de oportunidades para los jóvenes o la indefensión del ciudadano medio (y hay uno que se repite bastante: la pérdida del seguro médico de los pobres, o su imposibilidad de acceder a el; noto mucha concienciación de Miller a este respecto en este cómic).


En medio de todo este ambiente de decadencia, un asunto domina a los demás y echa raíces en ellos: la necesidad, a veces, de hacer justicia del ciudadano común, representado en el propio Batman, que tiene los medios para poder hacerla de su parte.

Tema polémico donde los haya, muy americano, muy del gusto de Miller, aquí está bien tratado: el gobierno de Gotham y de los USA es, cuando no inútil, directamente corrupto, y a Bruce Wayne y a los que le siguen no les queda otra que actuar o ser consumidos por la vorágine de su tiempo.


Queda además abierto el debate en las numerosas inserciones de viñetas que retratan a los medios de comunicación: constantemente, se opina de Batman y de sus acciones. Unos le condenan, y otros le alaban en la televisión: para unos es un héroe y para otros un villano más. El lector no lo tiene fácil, aunque ya sabemos de qué lado se decanta finalmente Miller.

El otro gran asunto del cómic es el patriotismo, que es utilizado por los poderosos para tratar a la gente como a completos imbéciles.


El retrato del presidente de los Estados Unidos que hace Miller es impagable: un paleto creído que afirma tranquilamente que llevar la Casa Blanca es como llevar un rancho. Ni siquiera el mismo Superman se libra de esta espiral de inutilidad e ineptitud que termina derivando en tiranía.

Y, por supuesto, y porque estamos en los años ochenta, hay una referencia al terror nuclear propio de la década. Referencia que termina siendo motor final de la serie, y de forma muy acertada.


Miller trata de mantener siempre un tono creíble en esta obra: Bruce Wayne ya no es un tipo de treinta y pico de años y es vapuleado por sus enemigos, aunque saca fuerzas de flaqueza y usa bien lo que siempre se le ha dado mejor: el ingenio.

Frank Miller recicla también a sus principales personajes. Dos Caras vuelve a las andadas, y también el eterno Joker, y por supuesto Catwoman y el comisario Gordon (que tiene algunos toques machistas que sorprenden pero que le colocan al nivel humano que imagino que el autor buscaba).


También lo hace con sus compañeros de universo: desde Superman a Flecha Verde pasando por menciones a Wonder Woman o a Linterna Verde.

Y, también, tenemos a un nuevo Robin que es del todo inolvidable y a unos villanos también nuevos, la banda de los Mutantes, que sirven para reflexionar sobre los movimientos sociales que acaban en el caos y la demagogia.


Sólo le pongo un pero a "El regreso del Señor de la Noche": su último número, el cuarto, corre que se las pela. El final es genial y mítico, ojo, pero algunos personajes como Alfred o el mencionado comisario Gordon se quedan cerrados de forma algo apresurada.

En conjunto, esta mini-serie es una obra maestra. Indiscutible, original y rompedora en todos los aspectos. Todavía hoy sigue sorprendiendo.

Este cómic ha tenido hasta ahora dos secuelas. Las dos, muy, muy discutidas, y que no han tenido ni la calidad ni el éxito de su antecesora. De ellas hablaré en otro momento.


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