miércoles, 17 de marzo de 2021

EL PROCESO DE ORSON WELLES. EL PROBLEMA DE ADAPTAR A FRANZ KAFKA

EL PROCESO de Orson Welles - 1962 - ("Le procès")

Después de la maravillosa "Sed de mal", Orson Welles volvió al terreno de las adaptaciones literarias y se lanzó a adaptar, valga la redundancia, y de nuevo con capital europeo después de haber vuelto a tener los problemas de siempre con sus compatriotas a la hora de poner la pasta (ahora la producción era francesa), nada más y nada menos que a Franz Kafka. 

Terreno difícil, pantanoso, del que no salió demasiado limpio y bien parado, a pesar de las buenas intenciones y la ambición que desplegó en todo momento. 


"El proceso"
, la obra más importante del escritor checo junto a la mítica "La metamorfosis", es una obra muy difícil de pasar a la pantalla, como todo lo que escribió Kafka. 

Para empezar, está en gran parte inacabada. Para terminar, y en parte debido también a estar inconclusa, es bastante complicada de digerir porque es reiterativa y no está del todo pulida ni en estilo ni en desarrollo. Si queréis leer más sobre esta novela, en este blog la comenté (y en esta etiqueta la tenéis).

Orson Welles sigue más o menos el texto añadiendo toques personales y crea perfectamente su atmósfera de pesadumbre, de absurdo, de laberinto, de pesadilla onírica, su atmósfera "kafkiana" originaria. Sin embargo, se pasa en lo demás porque, al igual que la novela, su relato cinematográfico es lento, reiterativo, y largo, bastante largo. Le sobra por lo menos media hora, y se detiene demasiado en escenas estiradas. 

Que sí, que lo que buscaba sobre todo era crear esa atmósfera "kafkiana" mencionada. Pero no sabe imprimirle ritmo, y no es lo mismo el ritmo de una novela (además inacabada) que el de una película. 

Orson Welles, como siempre, pone toda la carne en el asador para crear un filme opresivo, delirante, oscuro y lóbrego, y para dirigir a unos actores que están muy bien (Anthony Perkins tuvo aquí otro momento de gloria que en general no es demasiado valorado dentro de su filmografía). 

Él mismo (Welles), por supuesto, se reserva otra vez su habitual papel ombliguista, mefistofélico, megalómano de siempre, y lo vuelve a hacer bien. 

"El proceso" es una película visualmente cuidadísima, con unos escenarios claustrofóbicos y de pura pesadilla que sabe representar bien eso que llamamos "lo kafkiano": un mundo con reglas absurdas, incomprensibles, con una burocracia que es un muro, con unos servidores de esta burocracia que son represores, y con un hombre solo enfrentando a este universo delirante, ambiguo, arbitrario, de doble moral, corrupto pero férreo a la vez. 

La exageración demencial de esos días burocráticos en los que nos tienen de una oficina a otra para hacer un simple papelito se convierte en el símbolo de una sociedad opresiva e inhumana donde el individuo es aplastado por la irracionalidad de un sistema que es todo menos justo, todo menos práctico y cómodo. 

Es una lástima que Welles pierda el sentido del ritmo y se pase metiéndole el turbo a la reiteración, consciente pero eso mismo, pasada de rosca. No obstante, siempre alabaré su osadía a la hora de adaptar a uno de los escritores más difíciles de llevar al cine que existen.

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