martes, 31 de diciembre de 2019

MIS MEJORES OBRAS DE 2019. Y... ¡FELICES AÑOS VEINTE!


Termina otro año, y empiezan los Felices Veinte. Que espero que sean felices. Sí, sí, sí.

Gracias a todas las personas que me siguen aquí, en mi Blog, y en mi Twitter y Facebook también, y gracias especiales a todas las personas que se han aventurado en mi carrera literaria, en la que he puesto otros cuantos ladrillos importantes a lo largo de estos meses.

Este 2020 espero mantener mi ritmo de reseñas y hasta implementarlo.

¡Un nuevo viaje comienza!

Y no me voy sin hacer mi lista anual de las obras que me han marcado más. Justa o injusta, es subjetiva, y soy consciente de que me dejo cosas atrás que merecían estar en estas filas.


MI LIBRO DEL AÑO: "El arcano y el jilguero" de Ferran Varela. Porque es una novela de fantasía oscura que, aparte de estar espléndidamente escrita, de crear un mundo único lleno de belleza y de posibilidades, nos coloca ante un dilema moral y ante una total escala de grises que pone patas arriba la literatura fantástica en nuestro país.


MI CÓMIC DEL AÑO: "The Boys". No es de este año, pero es uno de los que más me han marcado nunca. Una patada en la boca al Sueño Americano de Garth Ennis. Otra más. Mil temas sociales y políticos agitados en una coctelera de lucidez, brutalidad, irreverencia y poca vergüenza sin par. Como tiene que ser. 


MI SERIE DEL AÑO: "Juego de Tronos". Con su precipitado desenlace, con sus fallos, con sus ciertas decepciones, es una serie que se ha cerrado este año, no sin polémica, y que me ha dejado un gran vacío. La he visto dos veces y la veré una tercera y una cuarta. ¿Podrán sustituirla estos meses "The Witcher" o "The Mandalorian"?


MI PELÍCULA DEL AÑO: "Joker". Aquí me ha costado mucho, mucho, muchísimo decidirme. Porque hay maravillas por ahí como "Parásitos" o "Puñales por la espalda" que, tal vez, sean incluso mejor que este inesperado "What if?" que se ha marcado DC. Sin embargo, lo he elegido al final porque creo que es la película más sugestiva que se ha estrenado en una sala comercial en mucho, mucho tiempo. Que todavía, meses después de su estreno, haya gente fanática peleándose por las redes a cuento de si el Joker es un "revolucionario bolivariano piojoso" o un "incel blanco hetero opresor" merece todos los premios del mundo. 


MI DISCO DEL AÑO: "Ghosteen" de Nick Cave and The Bad Seeds. El gran músico perdió hace poco a su hijo adolescente y se marcó este discazo que pone los pelos de punta y que salta las lágrimas a puñetazos vitales. Una maravilla que te destruye en sus primeros temas y que te ayuda a seguir viviendo en los últimos. Una transmutación del dolor puro en arte precioso y perfecto.

¡FELIZ 2020! ¡COMENZAMOS OTRO PERIPLO!

lunes, 30 de diciembre de 2019

EL CAMINANTE. UN HAIKU VISUAL LLENO DE GRANDEZA COTIDIANA


Echo de menos a Jiro Taniguchi. Creo que murió demasiado pronto y que nos dejó sin un buen puñado de obras que todavía tenía que mostrarnos.

Pocos autores como él me emocionan tanto. Pocos, muy pocos, son capaces de extraer de la cotidianeidad más simple y pasmosa tanta poesía, tanto lirismo, tanto amor por la vida. Y de forma sencilla, sin forzar nada, sin apretar la poética o hacerla barata.


"El caminante" es una de sus mejores obras. Otra más. En ella, lleva su estilo hacia la simpleza del día a día más absoluta: se limita a contar los paseos que un hombre da, durante su tiempo libre, por su vecindario y un poco más allá. Y de ellos extrae lecciones de vida puras.

El protagonista es un tipo común, sin nada especial, de mediana edad, que vive con su mujer en una casa con jardín de un barrio que parece estar a las afueras de su ciudad. Su ciudad es una ciudad japonesa normal y corriente, de provincias, que no parece grande. Trabaja en una oficina y no sabemos mucho más de él salvo lo evidente: que le encanta caminar.


Taniguchi elabora capítulos cortos: uno por cada paseo. Sin apenas diálogo. Sin apenas explicaciones. Viñetas, viñetas y viñetas. Paseos, paseos y paseos. Y vida cotidiana. Y paz. Y unos dibujos impresionantes en los que se puede sentir el piar de los pájaros y el susurro del viento y el pitido lejano de los coches.

En las acciones más niminas hay un significado profundo, una belleza increíble. Adoptar a un perro abandonado. Ayudar a unos niños a recuperar su avión, atrancado en un árbol. Echarse a dormir una siesta improvisada debajo de un cerezo. Observar las pequeñas acciones de los gatos de los vecinos. Salir a caminar en la ciudad y acabar llegando a las lindes del campo. Ir a la playa a escuchar a las olas. 


"El caminante" es una colección preciosa de trozos de vida. Nos sentimos reconocidos en su personaje central, y descubrimos que toda ciudad, todo barrio, toda calle, es fascinante. La aventura de lo habitual está llena de posibilidades.

En un mundo acelerado, cada vez más acelerado incluso, donde no parece haber tiempo para simplemente detenerse y sentarse en un parque para ver pasar el tiempo, Jiro Taniguchi nos regala un "haiku visual" donde todo es reducido a la mínima expresión y, sin embargo, esta mínima expresión se hace gigante, universal.

No dejen de leer este manga. Una y otra vez, porque es además de esos que en cada relectura aportan algo nuevo, algún detalle que se nos escapó la vez anterior y que está cargado de significado. "El caminante" es una obra maestra pequeña e inmensa, preciosa y maravillosa.


sábado, 28 de diciembre de 2019

LOS CABALLEROS DEL ZODIACO: LA LEYENDA DEL SANTUARIO. BELLA ANIMACIÓN, TRAMA 0


"Saint Seiya" tiene inmumerables continuaciones, precuelas y productos derivados (y sigue todo abierto: su fandom es muy fiel y no cesan de ampliarse sus sagas).

En 2014, tuvo sin embargo una película "especial" llamada "Los Caballeros del Zodiaco: La leyenda del Santuario". No formaba parte de ninguna de sus series porque se trataba de un reinicio a lo grande para un solo largometraje. Por eso, por su carácter excepcional, la comento hoy aquí como complemento a mi reseña de ayer del primero de los mangas de Masami Kurumada.


Esta película vino dirigida por Keiichi Sato, un diseñador de "mechas" y animador que ha participado en numerosas series y películas, muchas de ellas obras de otros autores, en Japón. 

Se estrenó además en los cines, y no únicamente en los de su país: en algunas de las salas grandes de occidente estuvo también expuesta, aunque por poco tiempo. Película especial, ocasión especial.

"Los Caballeros del Zodiaco: La Leyenda del Santuario" es la sexta cinta larga de esta franquicia, aunque es la primera de todas realizada por animación en 3D y, además, está como he dicho fuera de la continuidad argumental del resto al narrar la historia de la primera de las sagas de la serie de nuevo, y con variantes.


Y es una pena, pero que decir con todo mi dolor que apesta. En todos los sentidos. A pesar de que su aspecto visual es precioso (las armaduras son una delicia en todos sus brillos y detalles), argumentalmente es un completo desastre de principio a fin.

No porque hayan tratado de resumir a lo bestia una saga bastante larga en una sola película de 95 minutos (que también, porque se han visto obligados a realizar elipsis brutales y a presentar a los personajes a lo loco e incluso a dejar a algunos sin desarrollar), sino porque la trama es lineal en el peor de los sentidos, los mencionados personajes son planísimos y algunos hasta ridículos, los diálogos son horrendos, desvirtúan a muchos de los citados personajes (y otros importantes del cómic es que ni aparecen) y cambian un montón de escenas y hechos originales (y no precisamente para bien).


El despropósito es terrible y vergonzante. Entre la colección de "perlas" de la película nos encontramos a unas armaduras transformables al más puro estilo de los "Power Rangers", a un Caballero del Fénix que no sirve para nada, a un secundario cómico infumable como es el criado de Atenea, a un Caballero de Aries con gafas (¿?¿?¿?), a un Caballero de Cáncer de vergüenza ajena que protagoniza un musical estúpido (la peor escena del filme sin ninguna duda), a un Caballero de Libra que ni siquiera aparece, a un templo de Géminis que se lo saltan a la torera, a un Caballero de Piscis que aparece un minuto (un minuto, no exagero) en toda la película o un combate final que parece una batalla de un "Final Fantasy" (con un Caballero de Géminis semi-mutante horroroso y un Caballero de Pegaso también mutado en un centauro de oro... para mear y no echar gota).


También tenemos escenas fabulosas como una en la que los Caballeros de Oro, ultrapoderosos, se van a acabar con una simple estatua de piedra y dejan a los pobres Caballeros de Bronce solos frente al malo malísimo de Géminis (y total, si al final sólo lucha Seiya...).

"Los Caballeros del Zodiaco: La Leyenda del Santuario" es un triste despropósito, una bazofia que se pasa por el forro toda una serie con bastante poco respeto y que ya viene defectuosa de fábrica, desde el mismo guión. 

Una pena, porque muchos soñábamos con tener una película "redonda" y actualizada con las aventuras de los héroes mitológicos más famosos del manga y lo que nos encontramos fue un desastre de principio a fin.


viernes, 27 de diciembre de 2019

SAINT SEIYA: EL MANGA. ¡YO HE VENIDO AQUÍ A DISEÑAR ARMADURAS!


A la hora de comentar el manga de "Saint Seiya", tengo en cuenda dos cosas. La primera, que es un cómic que me encanta, que disfruto muchísimo en casi todos sus arcos. La segunda, que es un cómic desastroso a nivel argumental.

Porque sí, su autor, Masami Kurumada, es un pésimo guionista. Lo digo a la vez que afirmo de nuevo que me gusta mucho esta obra suya. Porque también tengo que reconocer que dibuja unos personajes con mucho carisma y que, sobre todo, diseña unas armaduras con mucho carisma.


"Saint Seiya" es una de las series más vendidas de la historia de Japón. Exportada fuera de sus fronteras con un éxito fulminante, tiene adaptaciones a televisión, películas de todo pelaje, secuelas, precuelas, muñecos (miles), parodias, imitaciones.

Puede que su interminable merchandising haya hecho mucho. Los juguetes de Seiya y sus amigos son una delicia en cualquier estantería. Sus colecciones siguen moviéndose por todas partes hoy. Y lo hacen desde que en diciembre de 1985 empezase a publicarse el manga.


Masami Kurumada sigue realmente el esquema de toda serie épica. Llegan unos villanos y los protagonistas les vencen. Alguno de ellos se pasa al bando de los buenos. Luego, llegan otros villanos más fuertes y se repite la operación. Y así en diversas sagas. Nada que no hayamos visto. Es el esquema de "Dragon Ball", de "Rurouni Kenshin", de "El Puño de la Estrella del Norte", de "Sailor Moon", de "Naruto", de mil series japonesas más.

El problema es que Kurumada improvisa constantemente y de forma descarada. No tiene nada atado. Nunca. O prácticamente nunca. Da la impresión de que dibuja a la vez de arma su trama e incluso de que lo que le interesa realmente es diseñar armaduras y armaduras y más armaduras.

En "Saint Seiya" todo es una constante huida hacia adelante. Desde el número uno. Las incongruencias se amontonan, se solapan, se multiplican. Y él las resuelve casi siempre inventando algo nuevo de golpe.


Los personajes pasan de ser villanos a defensores del bien en segundos. La trama da giros que han salido de la nada y que a veces hasta dan risa de lo absurdos que son. Un simple humano expande su fuerza y derrota a un dios de buenas a primeras. Aparece un objeto mágico que salva la papeleta por la cara. Resucita un personaje gratuitamente que saca las castañas del fuego. Vuelve un familiar o amigo de alguien (del que no se ha dicho absolutamente nada hasta ese justo momento) para echar una mano decisiva.

Esta es la constante de este manga. Todo ello mientras los protagonistas apenas evolucionan: son casi todos cartones estereotipados que repiten su papel una y otra vez en cada combate (el caballero del Dragón siempre acaba sacrificando algún sentido, del del Cisne se acuerda de su madre y saca fuerzas de flaqueza, el de Andrómeda no quiere pelear pero ha de hacerlo, el del Fénix resucita mil veces).


Y a pesar de todo, la serie tiene mucho encanto. Es divertidísima. Se lee en un vuelo, y son 28 tomos. Aunque también tiene partes (en especial los primeros arcos y la saga de Hades) que resultan bastante repetitivas y que acaban cansando mucho.

El mensaje de "Saint Seiya" es positivo: trata de enseñar que con valentía y bondad se puede cambiar el mundo y que el mal siempre acaba perdiendo ante la honestidad, la humildad y la humanidad. El cosmos es el símbolo de todo esto: lo poseen todos los caballeros, y la armadura es un simple complemento que protege y ayuda pero que no resulta determinante en un combate final.


También es un manga pacifista. Esto es representado especialmente en el caballero de Andrómeda, que odia la violencia y detesta pelear y que trata siempre y a toda costa de solucionar los conflictos por medio del diálogo.

Por otra parte, estamos también ante un cómic claramente machista. Los caballeros, incluso cuando se enfrentan a mujeres que son más poderosas que ellos, repiten siempre la misma frase o alguna similar: "No te voy a hacer daño porque eres una mujer".


Es machista pero además es paternalista y contradictorio, ya que el personaje más fuerte de todos es precisamente una mujer, Atenea, y es sin embargo la mujer, valga la redundancia, a la que hay que proteger constantemente de toda clase de males.

Este manga empezó en 1985, y en un país como Japón. Creo que es importante conocer el contexto en el que se desarrolló y tener en cuenta la década en la que tuvo su "boom".


-LA SAGA DEL SANTUARIO

La primera saga es la más extensa de las tres del manga, sobre todo porque dentro de ella guarda varios arcos argumentales, algo que no hacen las dos siguientes.

El primero es el del Torneo Galáctico: se organiza en Japón una competición de Caballeros de Bronce en la que se presentan a los personajes principales, los caballeros del Pegaso, del Cisne, del Dragón, de Andrómeda y del Fénix.


Hay otros cinco más que también participan: el Unicornio, la Hidra, el Lobo, el Oso y el León Menor. No tendrán mucha más importancia más allá de esta saga, y es una pena porque daban bastante juego (en especial el del Unicornio, que empieza siendo una suerte de versión chulesca de Pegaso y que da la impresión total de ser un personaje abandonado por Kurumada a mitad de camino).

Este arco se fusiona con el de los Caballeros Negros, que detiene el torneo. Los dos son bastante absurdos. Muy absurdos cabría decir, porque llegan al auténtico delirio de la improvisación.

La existencia del mismo torneo, que es televisado además y seguido a nivel mundial, es bastante tonta, y la de los mencionados Caballeros Negros (de los que solamente se muestran cinco, y de forma bastante cutre) también.


Todo es gratuito, todo ocurre porque sí, y además hay lagunas por todas partes. El Caballero del Fénix empieza siendo un villano sin convicción, nadie se extraña de que los caballeros existan y se exhiban públicamente en un torneo, sus versiones negras no tienen profundidad ninguna ni se dice por qué y a cuento de qué existen y la explicación de por qué está pasando todo esto (la que atañe al padre de Saori) es absolutamente demencial.

El arco de los Caballeros de Plata mejora ligeramente: se va articulando el universo que late alrededor del Santuario y algunas cosas empiezan a cobrar un mínimo de sentido.


Por desgracia, estos Caballeros de Plata no sirven para prácticamente nada casi ninguno de ellos. Conforman el grupo más numeroso de todos los caballeros sin contar a los espectros de Hades de la tercera saga y no hacen nada salvo presentarse uno tras otro, soltar una fanfarronada, exhibir una técnica especial y ser derrotados por los Caballeros de Bronce.

Solamente el Caballero de Perseo pone a los protagonistas en un aprieto real: el resto, apenas sirven para caer derrotados a las primeras de cambio, y muchas veces con excusas bastante baratas.


Así, combate tras combate, salida de tiesto tras salida de tiesto, llegamos por fin al enfrentamiento con los Caballeros de Oro. Empieza la dinámica que ha hecho famosa a "Saint Seiya": las carreras por templos.

Tenemos una serie de templos con un villano en cada uno, y los Caballeros de Bronce van superándolos tras derrotar a su morador. Así, hasta doce.


Aquí, sin embargo, Kurumada hace las cosas con más sentido. Posiblemente, tenía todo esto mucho mejor pensado y articulado antes de ponerse a dibujar.

Los Caballeros de Bronce no vencen a todos los Caballeros de Oro, y a los pocos a los que derrotan lo hacen tras mucho sufrimiento, con ayuda externa o después de que éstos hayan descubierto la conspiración del Sumo Sacerdote o dudado de él.

Es uno de los momentos álgidos de todo el cómic, y estos caballeros que representan al Zodiaco son todos bombas de carisma, desde los más bondadosos a los más malévolos. El combate final contra el Sumo Sacerdote (con identidad secreta bastante bien llevada) es fantástico, épico e inolvidable.


-LA MINI-SAGA DE ALEXER

Entre la saga del Santuario y la saga de Poseidón, existe una mini-saga en la que el protagonista es únicamente el Caballero del Cisne, que vuelve a su helado hogar para enfrentarse a Alexer, el Caballero Azul.

Este villano, muy olvidado, apenas está presente unas treinta páginas, y es una referencia a las diversas leyendas de las culturas nórdicas europeas y asiáticas. Quiere congelar el mundo con sus poderes y el Cisne se lo ha de impedir en un combate épico.

La saga de Alexer es muy corta y no aporta demasiado a las demás, pero es un divertido y curioso tentempié para disfrutar antes de continuar con las ramas grandes de los arcos argumentales centrales.


-LA SAGA DE POSEIDÓN

Habiendo vuelto el Santuario a la paz, toca ahora enfrentarse a Poseidón, el dios de los mares, que quiere sumergir la Tierra con un gran diluvio y crear un mundo nuevo.

El esquema vuelve a ser el mismo: siete templos, y en cada uno una Marina, un gran general de Poseidón al que un Caballero de Bronce debe vencer.


Los Caballeros de Oro que sobrevivieron, que podrían haber sido de una gran ayuda aquí, no pueden luchar contra Poseidón con una excusa bastante barata de Kurumada (cogidísima con pinzas) y los protagonistas se tienen que comer con patatas otra vez a enemigos mucho más fuertes que ellos.

A pesar de todo, creo que esta saga, junto con la parte final de la anterior, la lucha contra los Caballeros de Oro, es la mejor del cómic.


Los combates son coherentes y emocionantes, los nuevos enemigos carismáticos (Sorrento de la Sirena e Isaac del Kraken son por ejemplo dos personajes muy bien construidos, raro en el autor) y el desenlace está bien llevado.

Poseidón como nuevo villano ayuda: no se trata de un "malvado al uso", sino que es un dios soberbio que tiene su propio plan para "salvar" a la humanidad. 

También personajes como el misterioso Dragón del Mar ayudan a mantener el interés, pues su subtrama sirve para complicar un poco más las cosas y diferenciar a la saga de la anterior.


-LA SAGA DE HADES

El despropósito vuelve sin embargo con esta saga final: la saga de Hades, el otro hermano de Poseidón, que quiere sumir al mundo en las tinieblas y sembrarlo de demonios y espectros.

Este arco final es un completo caos. Mal ideado, mal estructurado, mal resuelto, con un ritmo abrupto y con momentos verdaderamente aburridos y faltos de interés. Aquí sí que ocurre todo porque sí, y los giros de guión absurdos llegan sin cesar, sin descanso, como en los inicios del cómic.


Los nuevos villanos tienen carisma, ojo, y por supuesto portan armaduras inspiradas en seres mitológicos diabólicos muy bien diseñadas. Sin embargo, aquí termina todo lo positivo de esta saga.

La primera parte tiene como protagonistas (por fin, de una maldita vez) a los Caballeros de Oro, que han de hacer frente a los que murieron en la saga del Santuario, que han vuelto a la vida gracias a Hades en un giro cogido con pinzas que no se cree nadie porque simplemente no cuadra.


La segunda, vuelve a tener en cabeza a los Caballeros de Bronce, con armaduras mejoradas, que van al mismo Infierno persiguiendo a Hades y a sus esbirros acompañados por Kánon de Géminis y por el Caballero de Libra. El primero lo hace todo, y el segundo nada: Kurumada se olvida de él durante toda la trama para sacarlo solamente al final de ella para que saque las castañas del fuego y se ponga la medallita. Terrible.

Se suceden, como es de esperar, los villanos. Ahora son montones. Algunos muy fuertes como Pandora y Radamantis (los dos más interesantes) y otros muy débiles y que no sirven más que para figurar y entretener un rato a los protagonistas.


Todo es aquí un desastre: muertes absurdas, personajes que quedan casi olvidados, soluciones a enigmas totalmente chorras, personajes malísimos que se pasan al bando de los buenos en dos segundos, dioses que son vencidos sin sentido por simples humanos, un Hades sin apenas carisma y muy mal aprovechado que solamente aparece en el último tomo y un desenlace precipitado, hecho deprisa y corriendo, en el que no queda nada claro y en el que se quedan bastantes tramas abiertas de mala manera.


"Saint Seiya" es un cómic divertido en todo su absurdo que tiene su gran baza en sus inolvidables personajes y las armaduras que portan. Es extremadamente disfrutable, pero hay que saber lo que se va a leer y no tomárselo demasiado en serio.

Ha tenido varias precuelas y secuelas en las viñetas, y también sus adaptaciones correspondientes para la pantalla pequeña. Y sigue generando material y nuevas sagas: su fandom es tan entregado que nunca, nunca lo abandona. En estos meses, me iré leyendo sus diversas continuaciones y cómics derivados para ir, poco a poco, comentándolos.


miércoles, 25 de diciembre de 2019

LA PRIMERA LEY III: EL ÚLTIMO ARGUMENTO DE LOS REYES


Con "El último argumento de los reyes" se cerró la trilogía de "La primera ley" hasta hace muy poco tiempo. Joe Abercrombie ha anunciado un nuevo tríptico de novelas que continuarán la trama de estas tres.

Es algo que agradezco, porque uno de los principales problemas que les veo como saga es que esta tercera parte que hoy comento termina dejando todos los frentes abiertos.

Es algo que puede resultar decepcionante, especialmente cuando uno se ha tragado tres tomos de seiscientas páginas y de hasta más (éste en concreto llega a las ochocientas).


El mundo de Abercrombie es un mundo abierto y en constante expansión y evolución. Los personajes de "La primera ley", uno de sus grandes relatos base, se distribuyen tras su cierre en otras de las novelas del autor. Guste o no, es lo que ocurre con estos mundos abiertos, valga la redundancia.

"El último argumento de los reyes" me gusta más que "La voz de las espadas" (que como he dicho tenía el problema de ser un gigantesco prólogo) pero menos que "Antes de que los cuelguen", la que es para mi la entrega perfecta de la epopeya.


Ahora, tras los viajes de los personajes por las diversas zonas del mapa del universo de Abercrombie, casi todos vuelven a encontrarse en un núcleo principal básico: Auda, la capital de la Unión.

Todos vuelven más redondeados, con más experiencia, pero también con fracasos a sus espaldas y, para colmo, tienen que enfrentarse a un reto más: el clásico combate final (o combates finales) que caracteriza a todas estas trilogías.

Uno de ellos, en la mencionada Auda, que va a ser invadida por el imperio sureño de los gurkos. Otro, en el helado norte, en donde el rey Bethod parece estar a punto de ganar (este norte sigue siendo también un lugar básico en la saga, y lo será en libros posteriores).


Todos los personajes se cruzan definitivamente, y todos ponen ya sus últimas cartas sobre la mesa. Hay sorpresas. Muy grandes y muy inesperadas. 

Joe Abercrombie es un gran constructor de caracteres, y sabe meternos en el bolsillo y seguir dejándonos con la boca abierta tras dos libros de seiscientas páginas y reinventar a sus creaciones una y otra vez con coherencia.

También, hay nuevas adquisiciones: llegan personajes nuevos, en especial de Estiria, un conjunto de naciones al este de la Unión que parece asemejarse a la Italia de estados independientes de antes de su unificación (y que cobrará más importancia en posteriores novelas del autor).


Volveremos a tener intrigas políticas y grandes batallas, y todo con ese tono trágico, terrible, épico, que anuncia el fin de un gran ciclo y una gran lucha final. Todo muy bien llevado y con ritmo (y con grandes momentos y alguna que otra parábola política muy sutil e inesperada que nos pilla completamente por sorpresa y que hace referencia a nuestros días).

El "pero" que le pongo al cierre de "La primera ley" es que de cierre tiene poco. Todo se queda abierto. Con una sensación agridulce, de "victoria pírrica", muy consciente y muy bien llevada, pero también con otra sensación de cierta decepción al ver que prácticamente todos los personajes se quedan también abiertos, y de par en par.


Lo dije al principio: el mundo de Abercrombie es un mundo en constante evolución. Si se asume eso, y si se asume que hay que leer otros libros suyos para completarlo y para volver a encontrarse con sus queridos caracteres, "La primera ley" es una trilogía de novelas fantástica, muy entretenida, muy divertida y con pasajes de mucha lucidez.

En los próximos años, llegará la continuación de esta saga. Ya están anunciados los títulos en inglés: "A little hatred" (que en España se va a llamar convenientemente "Un poco de odio"), "The trouble with peace" y "The beautiful machine".


martes, 24 de diciembre de 2019

LA PRIMERA LEY II: ANTES DE QUE LOS CUELGUEN


"Antes de que los cuelguen", el segundo libro de la trilogía de "La primera ley" de Joe Abercrombie, me parece el mejor del tríptico o, por lo menos, es el que más he disfrutado yo.

"La voz de las espadas" fue un prólogo demasiado largo en el que se delineaba el funcionamiento de un mundo de naciones enfrentadas y de un grupo de personajes (lo mejor del libro y del autor sin ninguna duda) con un carisma apabullante.

Ahora, todo esto por fin se pone de verdad en acción. Unos personajes se unen, otros se dividen, y empiezan las aventuras y a la vez los padecimientos de casi todos ellos.


"Antes de que los cuelguen" está perfectamente equilibrado: tenemos drama, tenemos batallas, tenemos aventuras puras y duras, tenemos incluso thriller político, y tenemos varios viajes en diferentes direcciones; al norte, al sur y al oeste.

De primeras, Sand dan Glokta (gran personaje, el mejor de toda la saga, que no para de crecer y de crecer) es enviado a tratar de parar una invasión de los gurkos (imperio sureño de corte árabe) a la ciudad estado de Dagoska, aliada de la Unión (el reino principal y en el que transcurre casi toda la primera novela, una suerte de Europa medieval).


En esta parte del libro tendremos intrigas políticas, puro thriller palaciego, y también batalla. Glokta conoce a una galería de personajes fascinante y se enfrenta a una prueba que parece imposible y que dará a entender claramente que los gobernantes de uno y de otro pueblo (Gurkhul y la Unión) son unos sinvergüenzas que solamente miran por su propio interés mientras los suyos sufren.

De otra parte, sigue la lucha en el helado norte. Los amigos de Logen Nuevededos (el otro gran personaje de la trilogía desde mi punto de vista) siguen peleando con el rey Bethod y reciben ayuda de la mencionada Unión, que está a su vez peleando a dos bandas (y ellos también la ayudan).

El Sabueso, Dow el Negro, Tres Árboles, Tul Duru y Hosco son un grupo de personajes genial. Todos con su carácter particular, todos cargados de carisma y todos absolutamente inolvidables. Ídem hay que decir de West, que les acompañará en su aventura y que se delinea como otra creación fantástica de Abercrombie.


Aquí tendremos luchas bárbaras, duelos brutales, algo de magia negra, algo de conveniente intriga política de nuevo (no podía ser de otra manera), y también un toque de aventuras en un paraje helado de nuevo con culturas muy diferentes enfrentadas entre sí.

La tercera parte del libro es mi preferida: es la que está compuesta de aventura pura. El grupo conformado por Bayaz, Jezal, Logen Nuevededos, Ferro, el Hermano Pielargo y Quai viajan, en busca de algo que Bayaz dice que puede cambiar el mundo, muy al oeste, a las ruinas del llamado Viejo Imperio, que es un trasunto de nuestro antiguo Imperio Romano.


Aquí tendremos peripecias, emboscadas, luchas de espadas, peligros naturales, monstruos, magia oscura y civilizaciones olvidadas (Aucun, la antigua capital, ya abandonada, es un lugar que me parece muy sugestivo).

Mientras, claro, los protagonistas interactúan entre ellos, se conocen, se enfrentan, y se establecen relaciones interesantes que estallarán en la tercera novela.

"Antes de que los cuelguen" es un libro entretenidísimo, variado, frenético, construido y escrito con mucho cariño, y de lo mejor que he leído de Joe Aberbrombie. Mañana, la conclusión de la saga: "El último argumento de los reyes".