BREAKING BAD de Vince Gilligan - De 2008 a 2013 - ("Breaking Bad")
"Breaking Bad", el producto estrella hasta la fecha de Vince Gilligan, es una obra maestra y una de las series decisivas de las últimas décadas y de la historia del pequeño formato.
Gilligan nos habla en ella de la corrupción a todos los niveles en el submundo de la droga en las ciudades de la frontera de los Estados Unidos con México, pero también de las entrañas del alma humana, de esos seres que son incapaces de echar el freno a una circunstancia vital y de la atracción que el poder y en última instancia el mal ejerce sobre cada uno de nosotros.
"Breaking Bad", con un estilo pausado, a veces contemplativo, llena de metáforas, de símbolos y de homenajes culturales y científicos es un descenso a los infiernos que además mezcla diversos géneros, desde la comedia hasta el puro cine negro pasando por el drama de corte épico o por el drama de crítica social.
Cada capítulo está cuidado escrupulosamente, cada personaje es una delicia del carisma y de la buena construcción de caracteres y cada diálogo es lúcido y está medido al milímetro.
"Breaking Bad" es una experiencia total y, además, es una serie que no decae con el paso de las temporadas, que no es innecesariamente alargada por exigencias comerciales y que no tiene un desenlace chapucero o cortado de un tajo.
Su primer capítulo es explosivo: es cachondo, es frenético, da mal rollo y es imaginativo. Es lo que es toda la primera temporada, de tan sólo siete (las otras tendrán alrededor de doce). Se presenta a Walter White, un inolvidable Bryan Cranston, un profesor que esconde un pasado frustrante y un futuro incierto y que se interna en un mundo que a priori le viene grande.
Su socio es Jesse Pinkman, un perfecto Aaron Paul, un capullo integral que se juntó con la peor gente imaginable, un tonto que siempre la caga y que se une a Walter en su loca empresa. La química entre los dos actores es perfecta y ambos se meten al espectador en el bolsillo desde el minuto uno.
Los secundarios también cumplen, aunque se desarrollarán más y mejor en las siguientes temporadas: Skyler, la mujer de Walter, y Hank, su cuñado, serán los más importantes. También se presenta a Walter Jr., el hijo del protagonista, y a Marie, la hermana de Skyler, aunque tienen menos relevancia. Entre los "villanos" destaca sobre todo Tuco Salamanca, el mafioso estereotipado loco pero excelentemente llevado y retratado. Toda la temporada es una presentación brutal.
En la segunda se termina de configurar el universo de la serie: los secundarios que quedaban por desarrollar se desarrollan, mientras que los protagonistas van cobrando cada vez más fuerza y aparecen ya otros decisivos como Saul Goodman, un pillo de cuidado pero cargado de carisma que representa la podredumbre de los hombres de leyes; Michael Ehrmantraut, todavía desdibujado pero que cobrará también su fuerza, Héctor Salamanca, que da auténtico miedo y Gus Fringe, el que posiblemente sea el mejor antagonista de toda la serie: con fuerza, con personalidad, freak sin caer en el ridículo, terrible sin caer en el esperpento. Capítulos como el segundo son además de auténtico infarto.

"Breaking Bad" alcanza la maestría en su tercera temporada, la mejor de todas junto con la cuarta. Walter y Jesse siguen entrando cada más hondo en el submundo de la droga y ya se les presentan los peores y más escabrosos dilemas morales. Ahora juegan con vacas sagradas como el mencionado Gus Fringe, que termina de desarrollarse del todo.
La tercera temporada es la temporada de los dilemas morales. Las actividades de Walter y Jesse ya han afectado a personas inocentes y ellos también empiezan a cambiar: Jesse se va acercando a su humanidad y Walter empieza a perderla.
Hank y Skyler toman fuerza: se convierten en otros grandes secundarios, y Saul Goodman también, aunque a otro nivel (se transforma en un "personaje" -nótense las comillas- pero sin caer en el esperpento barato). El desenlace de esta temporada es una bomba de relojería: junto con el de la cuarta, es de auténtico infarto.
La penúltima serie de episodios de "Breaking Bad" es posiblemente la mejor de toda la colección. Walter y Gus están ya enfrentados y el duelo es de inteligencia pura. Conocemos el pasado de este último y Michael Ehrmantraut termina de definirse y convertirse en otro de los caracteres clave de la serie.
La brecha entre Walter, transformándose en un monstruo, y Jesse, intentando irónicamente recuperar su humanidad, se alarga a pasos agigantados, mientras que Skyler empieza a temer a su marido con verdadera razón y Hank cada vez está más cerca de atraparle.
Capítulos para la posteridad hay muchos, pero me quedo con el que narra el reencuentro del mencionado Gus con el cártel mexicano (de alto voltaje) y con el último de la temporada, inolvidable.
"Breaking Bad" terminó en 2013 con su quinta temporada, que fue injustamente criticada por no lograr el nivel que tuvo la cuarta (algo ya difícil).
La serie se ha vuelto ya aquí verdaderamente oscura, sombría, brutal, deprimente: Walter es ya un monstruo y toda la posible comedia que había en las demás temporadas no existe por ninguna parte. Es hora de saldar las cuentas con el mundo y con todos los que le rodean: este arco final es la evolución lógica de la trama, de su personaje, de sus personajes.
Es cierto que falta un villano de la categoría que tenía Gus Fringe, pero eso lo suple la amargura lúcida del conjunto, el enfrentamiento de Walter con sus viejos seres queridos y un desenlace épico que termina de forma coherente aunque, eso sí, un tanto precipitada.
"Breaking Bad" es una obra maestra de las series de los últimos años, una maravilla indiscutible sobre el descenso a los infiernos del ser humano, sobre la corrupción de una sociedad podrida. Imprescindible.