EL SILMARILLION de J.R.R. Tolkien - 1977 - ("The Silmarillion")
"El Silmarillion", publicada póstumamente por el hijo de Tolkien, Christopher, en 1977, tres años después del fallecimiento de éste, es una obra que quedó en parte incompleta y que acompañó al escritor durante prácticamente toda su vida.
Sus orígenes se remontan a 1917, cuando Tolkien, entonces oficial durante la Primera Guerra Mundial, estaba convaleciente de la "fiebre de las trincheras" en un hospital militar. En 1925 seguía aún esbozando cómo sería su particular mitología, de la que incluiría ya muchos elementos en su exitosa "El hobbit", de 1937.
Tras el éxito de esta primera novela suya, presentó a su editor un esbozo desarrollado de "El Silmarillion" que fue rechazado por ser considerado "muy oscuro" y "demasiado céltico". No obstante, se le ofreció también continuar con "El hobbit" en una secuela y de ahí surgió ya "El Señor de los Anillos".
A pesar de su trabajo en su mítica trilogía y de su éxito posterior, el creador de la Tierra Media nunca abandonó estos relatos: poco a poco los siguió completando y puliendo y en ellos explicó el nacimiento de su mundo y gran parte de su desarrollo.
"El Silmarillion" es una obra absolutamente titánica. Es una completa historia universal del universo de Tolkien desde su mencionada creación hasta las postrimerías de lo que ocurre en "El hobbit" y "El Señor de los Anillos".
Vamos a ver cómo los dioses crean este universo, a sus razas y a sus criaturas y parajes, y cómo, posteriormente, estas razas y criaturas se relacionan entre ellas. Hay batallas, hay nacimientos y fenecimientos de reinos, hay gestas épicas, hay historias de amor inolvidables, hay caídas en la perfidia por el poder o la maldad y hay descripciones exhaustivas de todo esto como si ante un libro de historia estuviésemos.
"El Silmarillion" es impresionante. Sí, está escrito de la forma pomposa y acumulativa en la que solía escribir Tolkien y que no gusta a todo el mundo. Y sin embargo aquí este estilo le viene como anillo al dedo (nunca mejor dicho) porque las descripciones tan detalladas son necesarias ante lo que, repito, estamos: una historia universal.
Y oigan, es prodigioso que alguien se inventase de la nada tantas razas, culturas, hechos, batallas, personajes, dioses, cuentos, poemas y hasta idiomas. Hoy, que la literatura fantástica moderna tiene muchos capítulos a sus espaldas, tal vez estemos acostumbrados a mundos muy completos como los de George R.R. Martin o Joe Abercrombie, pero en los tiempos en los que Tolkien escribía no era este hecho tan habitual. De hecho, él fue el pionero de todo esto, o por lo menos el pionero que llegó primero a la gran fama.
"El Silmarillion" es un libro irregular, hay que decirlo también. Está montado por el mencionado hijo de Tolkien (con indicaciones que dejó su padre) y está compuesto de historias seleccionadas. Y es cierto que hay muchas muy desarrolladas, como las de la creación, las de los viajes de los elfos Noldor o la de Beren y Luthien y otras menos como la de la Guerra de la Cólera, la de los enanos mezquinos o las del último capítulo, que se precipita con bastante rapidez a los tiempos cercanos a "El hobbit".
Conociendo el pensamiento de Tolkien y sus creencias religiosas, hay que tener en cuenta que hay en "El Silmarillion", a pesar de sus inspiraciones mitológicas nórdicas, una concepción muy cristiana de su mundo y de sus personajes.
Existe un dios central, Ilúvatar (o Eru), que es único y absoluto y que es el padre de todo lo que existe y de los demás dioses. Es, claramente, el Dios cristiano (y leo que el mismo Tolkien hablaba de él en estos términos, como una representación mítica suya). Y este dios es, por supuesto, bondadoso y generoso pero también enigmático en sus intenciones y aleatorio en algunas de sus decisiones.
Por otra parte, los demás dioses y seres místicos se comportan también como ángeles bíblicos, mientras que el maniqueísmo está muy acentuado, como en el resto de la saga: los buenos suelen ser muy buenos y relucientes, completos dechados de virtudes, y los malos suelen ser pérfidos tanto por dentro como por fuera (y a veces en este aspecto incluso monstruosos).
No obstante, también hay que decir algo: Tolkien en "El Silmarillion" incluye más personajes de tono más gris que en ninguna otra de sus obras. Es de agradecer, y aunque normalmente las malas acciones de estos personajes se deben a que caen bajo el influjo de la maldad (representadas en Melkor o Sauron y en sus criaturas malignas de una forma a veces casi simbólica o alegórica) o a que se dejan llevar por pasiones como la soberbia o la ira, por fin vamos a ver a elfos egoístas y altaneros, a enanos que se pervierten o a humanos crueles cuales dioses de la Antigüedad (y por supuesto, también enfrentamientos entre todos ellos).
"El Silmarillion" es un libro único y especial, bastante inimitable, que puede resultar ciertamente algo pesado en más de uno de sus pasajes: se trata de un bloque gordo de narrativa histórica pura de manos de Tolkien.
No obstante, también hay que decir que es muy interesante si te gusta su mitología y que tiene en sus páginas historias fantásticas y personajes inolvidables. Su influencia en toda la literatura épica posterior es gigantesca, y a la vista está todavía hoy.