La entrada definitiva en la fama de Dennis Villeneuve se produce con "Incendies", multipremiada y con muchas y variadas nominaciones y que pone al director canadiense en la cresta de la ola.
Se afianza su carrera en el cine social y político después de la excelente "Polytechnique" con esta adaptación de la obra de teatro homónima del libanés Wajdi Mouawad. Bucea el cineasta ahora en la memoria y a su alrededor articula toda la trama del filme, de brutal denuncia.
Dos hermanos de orígen libanés que viven desde hace mucho en Canadá, la tierra de Villeneuve, viajan a su país natal en busca de sus raíces y a causa del testamento de su misteriosa madre. Allí, descubren la historia de su familia, que corre paralela a la de las guerras nacionalistas y religiosas que han asolado durante el pasado siglo y parte de éste a la ancestral tierra de los fenicios.
Por medio de la repetición de unos mismos escenarios separados por treinta años y en base a continuos flashbacks perfectamente hilados, se pone al espectador ante el reto de descifrar una realidad terrible, la de la mencionada guerra, y la de la violación, que actúa además como metáfora abierta a interpretaciones sociales.
Villeneuve, sin hacer concesiones de ninguna clase y con un estilo sobrio y violento (que ya le caracterizó en su anterior filme), y sin hacer juicios, exponiendo en toda su crudeza lo que simplemente ocurre, invita a la reflexión sobre un amplísimo puñado de asuntos universales.
"Incendies" habla de guerra, sí, y de fanatismo religioso, fantalismo nacionalista y racismo, pero también de relaciones entre madres e hijos, de machismo, de tortura, de violación de derechos humanos, de corrupción, de inmigración, de muerte, de paso del tiempo, de fortaleza ante la adversidad, de infancias rotas, de sueños, de búsqueda de la identidad, de autorealización, de definiciones culturales.
Es difícil, muy difícil, sintetizar todos estos asuntos y desarrollarlos bien todos sin que los principales tampoco pierdan su poder de mover a la reflexión y de reflejar realidades, y Dennis Villeneuve lo logra, vaya si lo logra. Es un prodigio.
"Incendies", además de una compilación fantástica y redonda de todos estos temas, además de un drama social y político coherente y fantástico, es también un thriller excelente y perfectamente medido.
El director sabe jugar con gran maestría con sus tiempos y sabe además esquivar el drama barato y entregar un puñado de escenas fascinantes, como las de la celda, la del autobús (los pelos de punta de terror) o la de los simbólicos rapados de cabeza.
La música acompaña perfectamente, incluso la de Radiohead, un grupo que a priori no pegaría demasiado con la trama del filme pero que queda perfectametne acompasado.
Y qué decir de las actuaciones: todas son soberbias. En especial, Lubna Azabal y Mélissa Désormeaux-Poulain están espléndidas, maravillosas, inolvidables. Dos papelazos femenimos para una película que además denuncia la marginación de la mujer en regímenes de fanatismo religioso. "Incendies" es una obra maestra total y absoluta. Imprescindible a todos los niveles.