viernes, 9 de diciembre de 2022

BLADE. LA MÍTICA PELÍCULA QUE ABRIÓ EL NUEVO CINE DE SUPERHÉROES

BLADE de Stephen Norrington - 1998 - ("Blade")

"Blade" fue el filme bisagra entre las "viejas" sagas de superhéroes del cine y las "nuevas". En 1997 Joel Schumacher terminó de cargarse el fabuloso mundo de Batman de Tim Burton con la infame "Batman & Robin" y en 1998 "Blade", el cazavampiros de Marvel, era un éxito de taquilla y abría el paso a la llegada, pocos años después, de las primeras películas serias de Spiderman o los X-Men. 

El hoy devaluado y anclado en papeles de filmes de acción menores Wesley Snipes, que en ese momento se encontraba en la cresta de la ola del cine comercial tras películas como "Los blancos no la saben meter", "Demolition Man", "Asalto al tren del dinero" o "Fanático" (y que incluso en aquellos años también hacía de vez en cuando papeles de más enjundia en películas de Abel Ferrara o Spike Lee) fue el elegido para ser Blade y, la verdad, supo aportarle carisma, muchísimo carisma. 

Blade era un cazarvampiros chulo, testosterónico, "tuneado", con armas y objetos para fanfarronear por todas partes, con frases lapidarias chorras y, por supuesto, con un buen corazón. Vaya, era una vez más el héroe de acción habitual de los ochenta y los noventa. Fue efectivo y hoy es un clásico de este tipo de cine y del de superhéroes, y nadie se imagina, por lo menos hasta ahora, a otro Blade que no sea él (que llegará, desde luego).

"Blade", dirigida por Stephen Norrington, no es ninguna maravilla a pesar de ser entretenida y de ser ciertamente importante, aunque a menudo no se lo reconozcan, en la transición que he comentado hacia el cine de superhéroes "actual". 

La película tiene lagunas de guión por todas partes, escenas cogidas con alfileres, diálogos malos, improvisaciones y errores de bulto que son directamente de concepción.

Los personajes también son bastante planos (los buenos, los malos, y ya). Sin embargo, las escenas de acción cumplen (y la del prólogo en la discoteca vampírica se ha convertido en un clásico del cine de superhéroes con el paso del tiempo) y el ritmo también. 

Hay que señalar de la misma manera que Kris Kristofferson tiene el carisma suficiente para apoyar al héroe y que Stephen Dorf, que también se ha devaluado mucho y que realizó años después de "Blade" papeles en películas verdaderamente infames (hoy parece ir, poco a poco, remontando el vuelo de nuevo tras trabajar con creadores como Lee Daniels, Michael Mann, Sofia Coppola o Nick Pizzolato) entrega el mejor villano de toda la saga. 

No es que los otros dos sean especialmente maravillosos, pero Dorf supo interpretar a un vampiro esnob y exquisito, conspirador y sexy, con mucha solvencia (al César lo que el del César).

Con todas estos méritos y defectos, "Blade" no es ciertamente ni un bodrio ni ninguna maravilla, pero tiene su página en la historia del cine de superhéroes y fue una película que claramente abrió una nueva época.

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